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Intoxicación alimentaria: qué es y cómo reacciona nuestro cuerpo

4 minutos
Al consumir alimentos y agua en mal estado nos arriesgamos a contraer intoxicaciones alimentarias. Explicaremos cómo y por qué se producen.
Intoxicación alimentaria: qué es y cómo reacciona nuestro cuerpo
Alejandro Duarte

Revisado y aprobado por el biotecnólogo Alejandro Duarte

Escrito por Equipo Editorial
Última actualización: 07 agosto, 2024

Una intoxicación alimentaria se produce cuando se ingieren alimentos o agua contaminados. Esta contaminación puede provenir de bacterias, virus, parásitos o las toxinas producidas por ellos.

La persona afectada presenta, por lo general síntomas relacionados con el aparato digestivo. Sin embargo, también se experimentan síntomas más generales.

Síntomas asociados al aparato digestivo

Los síntomas más frecuentes de intoxicación alimentaria comienzan de 2 a 6 horas después de la ingesta. Este tiempo varía en función del microorganismo con que está contaminado el alimento. Los más frecuentes son cólicos abdominales, diarrea, náuseas y vómitos.

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Los síntomas de una intoxicación alimentaria, al menos inicialmente, pueden confundirse con una indigestión.

Los cólicos abdominales se refieren al dolor de tripa. Es un dolor profundo, continuo e intenso. Traduce el daño físico que produce el alimento contaminado a los órganos abdominales. Por ejemplo, puede ser la manifestación del desprendimiento del epitelio que recubre el estómago.

La diarrea se produce por fallo en el funcionamiento normal del intestino delgado y grueso. El intestino, en condiciones normales, se encarga de absorber agua de los alimentos. Sin embargo, en la diarrea las heces se tornan líquidas. Pueden también contener sangre, en este caso el nombre del síntoma es disentería.

La persona afectada experimenta asimismo náuseas y vómitos. Esto ocurre porque los daños que está sufriendo el sistema digestivo desencadenan el reflejo del vómito, procedente de centros nerviosos superiores.

Síntomas generales

Los perjuicios provocados por los microorganismos o sus toxinas generan cambios en ciertos mecanismos que se advierten a nivel sistémico. Explicaremos dos: la fiebre y la debilidad.

La fiebre se explica en este caso atendiendo a sustancias presentes en los microorganismos o en las toxinas que liberan. Se conoce a estas sustancias como pirógenos exógenos (también existen pirógenos endógenos).

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Los pirógenos llegan al área cerebral que regula la fiebre (el área preóptica, en el hipotálamo), activándola. El cuerpo aumenta de temperatura (aunque no en todas las fases de la fiebre). Esto da cierta ventaja al sistema inmunitario, porque dificulta la reproducción de bacterias y virus.

La fiebre suele venir acompañada de los escalofríos. Son una reacción del cuerpo a las temperaturas frías, que se experimentan en algunas fases de la fiebre.

Las infecciones frecuentemente generan debilidad. No es este caso el de la debilidad objetiva, que se refiere a la pérdida de fuerza en los músculos. Hablamos del cansancio subjetivo, en el que la persona se siente cansada o débil sin pérdida real de la fuerza muscular.

Algunas veces, las intoxicaciones alimentarias cobran verdadera gravedad. Los vómitos y la diarrea pueden deshidratar a la persona y, sin el adecuado tratamiento, pueden desencadenar la muerte.

Mecanismos de transmisión

Algunos mecanismos generales por los que se transmite este tipo de infecciones son:

  • Contagio directo: una persona sana entra en contacto con los microorganismos del cuerpo de la persona enferma.
  • Contagio indirecto: a través de los denominados fómites. Son objetos que han estado en contacto con dichos microorganismos, y que contactan también con la persona sana.
  • Transmisión fecal-oral: La persona entra en contacto, directo o indirecto, con heces infectadas de una persona o animal enfermo.

Ejemplos de infecciones

Cada intoxicación alimentaria tiene sus particularidades en función del microorganismo que las produce. Por ejemplo, la infección por Vibrio cholerae se contrae por agua no tratada. La bacteria invade la mucosa del intestino y produce una toxina, la toxina colérica. Como consecuencia se produce el cólera, que desencadena una profunda deshidratación por exceso de excreción de agua y electrolitos.

Por otro lado, Salmonella, se encuentra en productos como carnes, huevos, leche y aves. Invade también la mucosa del intestino, apareciendo así la salmonelosis. Su cuadro clínico incluye a veces, además de otros síntomas de intoxicación alimentaria, erupción cutánea.

El famoso anisakis, a diferencia de las anteriores, que son bacterias, se trata de un parásito (un gusano nemátodo, concretamente). El anisakis se encuentra generalmente en peces y otros animales marinos sin congelar o cocinar de manera adecuada. Puede generar un intenso dolor abdominal y vómitos, o bien reacciones alérgicas.

Algunos consejos para evitar la intoxicación alimentaria

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Las siguientes conductas son útiles a la hora de evitar intoxicaciones alimentarias:

  • Evitar comer carnes, pescados, mariscos y huevos mal cocinados o crudos.
  • No beber agua de pozos o arroyos, ni agua de ciudad sin tratar.
  • Conservar y cocinar los congelados a temperaturas adecuadas.
  • No beber leche sin pasteurizar.
  • Lavarse siempre las manos al elaborar el alimento y antes de ingerirlo.
  • Procurar que los instrumentos de manipulación se encuentren limpios. A la hora de comer fuera, evitar establecimientos con mala higiene.

Y, por último, no olvides acudir al médico para que pueda realizar un diagnóstico y recomendar el tratamiento más adecuado en cada caso.


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