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La cinta rosada, la unión frente el cáncer de mama

4 minutos
Es muy importante que nos hagamos exámenes periódicamente para poder detectar a tiempo, posibles anomalías y obtener un diagnóstico que nos permita combatir el cáncer desde sus primeras etapas.
La cinta rosada, la unión frente el cáncer de mama
Raquel Aldana

Escrito y verificado por la psicóloga Raquel Aldana

Última actualización: 06 julio, 2023

A día de hoy, se estima que el riesgo de padecer cáncer de mama es de 1 de cada 8 mujeres. De hecho, actualmente se diagnostican alrededor de dos millones de casos al año en el mundo. Se trata de una triste y desoladora realidad.

Al margen de las estadísticas, son muchas las personas a las que este problema les ha tocado de cerca de una u otra forma. Evidentemente, esto es indicio de que algo no va bien en nuestro mundo.

Quizá, las causas estén en los contaminantes ambientales, la excesiva cantidad de hormonas en la comida que consumimos y en nuestro estilo de vida. Cualquiera que sea el origen de la gran incidencia de esta patología, es responsabilidad de cada una de nosotras examinar nuestros senos.

Una pequeña historia sobre el cáncer de mama

Un señor de unos 50 años entró discretamente a una cafetería y se sentó en una mesa desocupada. Antes de hacer su pedido, se percató de un grupo de hombres más jóvenes que estaban sentados en una mesa cercana. Se estaban riendo.
Le resultó obvio que se estaban riendo y burlando de él. No tardó demasiado en advertir que el motivo de la risa era el pequeño lazo rosado que llevaba en la solapa de su chaqueta. Al principio, los ignoró, pero las risas comenzaban a irritarlo. Miró a uno de ellos, señaló su lazo y le preguntó:
–¿Esto te causa gracia?
Los hombres se miraron entre sí, desconcertados. Aun tratando de contener la risa, uno de ellos le contestó: “No te lo tomes a mal, solo comentábamos lo lindo que te queda el moño rosado con ese saco azul”. Con un gesto amistoso, el señor invitó al bromista a sentarse a su mesa. Incómodo como estaba, el joven aceptó, sin saber bien para qué. Con voz muy calmada, el señor le explicó: 
–Llevo puesto este lazo rosado para alertar a todos sobre el cáncer de mama. Lo llevo puesto en honor a mi madre.

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–Señor, perdone usted. ¿Su madre murió de cáncer de mama?
–No, no está muerta. Felizmente está viva y muy bien de salud. Pero, sus senos me alimentaron cuando era un bebé. Y en sus senos fue donde descansé mi cabeza cuando estaba atemorizado o triste cuando era un niño pequeño. Estoy muy agradecido por los senos de mi madre y por la salud de la que goza hoy.
–Hummm, ¡claro! –contestó el joven. 
–También llevo puesto este lazo rosado en honor a mi esposa –siguió el señor. 
–¿Está bien? –preguntó el muchacho. 
–Sí; ella está perfecta. Y, con sus senos alimentó y nutrió a nuestra hermosa hija hace 23 años. Estoy muy agradecido por los senos de mi esposa y por su salud.
–Entiendo. Así que supongo que también lo llevas puesto en honor a tu hija.
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–No, ya no puedo llevarlo puesto en honor a mi hija. Para eso, sí es tarde. Ella falleció de cáncer de mama hace un mes.
Creyó que era demasiado joven para tener cáncer de mama. Así que, cuando casualmente se notó un bulto, lo ignoró. Ella pensó que, como no le causaba dolor, no había nada de qué preocuparse.
Entonces, abatido y avergonzado, el joven le dijo: 
–Oh señor, cuánto lo siento…
–Por eso, en memoria de mi hija, también llevo puesto este pequeño lazo rosado. Me permite otorgarle a otros una oportunidad que yo ya no tengo. Así que ahora, anda y conversa esto con tu esposa y tu hija, tu madre y tu hermana. También, con tus amigos.
–Y toma… –El señor metió su mano en el bolsillo y sacó otro pequeño lazo rosado y se lo entregó al joven. 
El muchacho miró el lazo y, levantando su cabeza, le preguntó al señor:
–¿Me ayuda a ponérmelo?

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Examina tus pechos, salva tu vida

Tenemos que poner especial cuidado en la vigilancia de nuestras mamas. Por desgracia, el cáncer a veces se comporta como una enfermedad silenciosa de desenlace fatal si no le prestamos atención en el momento adecuado. Por ello, debemos autoexaminarnos el pecho atentamente cada mes, hacernos mamografías e ir a la revisión ginecológica cada cierto tiempo.

Túmbate y extiende por encima de tu cabeza, el brazo correspondiente a la mama que vayas a examinar. Quizá, al principio te cueste acostumbrarte a las nuevas sensaciones. Por esta razón, palpa tus senos con la parte plana de los dedos en diferentes direcciones.

 

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Posteriormente, y cuando comiences a sentirte mejor, hazlo con las yemas, pues te permitirán ser mucho más exhaustiva. Divide imaginariamente la mama en cuatro cuadrantes. Así, te resultará más sencillo. Se recomienda que este autoexamen también se lleve a cabo de pie.

Tenemos que sobreponernos al miedo a lo que podemos encontrar. Lo único a lo que nos conduce conductas como estas es a que sea demasiado tarde para atajar los problemas que puedan surgirnos.

Comprométete con tu cuerpo y acepta que tus senos son una parte tan valiosa como vital. Sé amable contigo misma, ámate, cuídate, explórate y piérdele el miedo a tu cuerpo. Recuerda: Detectar precozmente del cáncer de mama está en tus manos. Es mejor prevenir que lamentar. Actúa a tiempo.


Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.


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