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Las 14 causas más comunes de sudores nocturnos

11 minutos
Los sudores nocturnos pueden ser un síntoma de trastornos hormonales, menopausia, diabetes o tuberculosis. También se originan por culpa de ciertos medicamentos. Aquí repasamos todas las causas posibles.
Las 14 causas más comunes de sudores nocturnos
Leonardo Biolatto

Revisado y aprobado por el médico Leonardo Biolatto

Escrito por Okairy Zuñiga
Última actualización: 17 abril, 2024

A menudo, los sudores nocturnos son una incomodidad que aparece como consecuencia de la calefacción elevada o por el uso de mantas demasiado gruesas. Pero también existe la posibilidad de que la sudoración por la noche sea un signo de una enfermedad o una afección a la que debemos atender.

Estos episodios pueden ser tan intensos como para que empapemos la ropa de dormir y las sábanas. Incluso, son capaces de despertarnos, con la consiguiente interrupción del sueño.

Es importante consultar a un médico si detectamos sudores nocturnos a repetición. También si notamos otros síntomas concomitantes, como fiebre o temblores. Y aunque el tratamiento dependerá del diagnóstico que haga el profesional, aquí te enlistamos las causas más frecuentes del problema.

1. Síndrome de apnea obstructiva del sueño o SAOS

La apnea obstructiva del sueño es un trastorno en el que las vías respiratorias se obstruyen parcial o completamente durante el sueño. Por lo tanto, aparecen pausas en la respiración mientras dormimos.

Durante las obstrucciones, el cuerpo puede experimentar estrés, debido a la falta de oxígeno. Ello activará el sistema nervioso simpático, lo que podría originar una mayor sudoración. También, por la misma vía, se altera la temperatura corporal.

Los síntomas más habituales del síndrome son los ronquidos fuertes y la somnolencia diurna excesiva. Es fundamental recibir un tratamiento adecuado para no empeorar la situación. El abordaje suele consistir en el uso de una máquina durante tu descanso, que te permite respirar de modo regular durante la noche.

2. Menopausia

La menopausia es un proceso natural que marca el final de la etapa reproductiva de la mujer. Ocurre cuando los ovarios dejan de producir óvulos y disminuye la producción de hormonas, especialmente estrógeno y progesterona. En general, esto ocurre entre los 45 y los 55 años, con una edad promedio de 51.

Durante la perimenopausia, que es el período de transición hacia la menopausia, los niveles hormonales fluctúan y pueden causar una variedad de síntomas, incluidos los sudores nocturnos. La explicación estaría en la reducción de los estrógenos, que afecta al hipotálamo, la parte del encéfalo que es termostato. Entonces, en el hipotálamo se percibe la sensación de un aumento de la temperatura corporal, lo que desencadena una respuesta de enfriamiento, que es la sudoración.

Los sudores nocturnos durante la menopausia pueden ser bastante intensos e interferir con el sueño, lo que a su vez lleva a la fatiga. Además, no aparecen solos, sino acompañados de cambios en el estado de ánimo, sequedad vaginal, sofocos e insomnio. Y son más frecuentes entre mujeres con índice de masa corporal elevado.

En general, excepto que la traspiración sea excesiva y genere complicaciones evidentes, no se instaurará un tratamiento. Pasado el tiempo, el síntoma desaparecerá. En caso de prescribir un abordaje, el de elección es la terapia de reemplazo hormonal.

3. Ansiedad

Los estados de ansiedad activan el sistema nervioso simpático en respuesta al estrés percibido. Esto desencadena respuestas fisiológicas, como la sudoración. También hay aumento de la frecuencia cardíaca y la respiración.

No es menor la afectación que la ansiedad tiene sobre la capacidad de conciliar el sueño. Las personas con el trastorno duermen menos y peor. Y viceversa: quienes tienen insomnio, son más propensos a la ansiedad.

Si a la interrupción del descanso por estos motivos le sumamos la sudoración profusa, entonces, obtenemos despertares frecuentes que cambian la regulación de la temperatura corporal. A lo largo de las semanas y los meses, ello origina un círculo vicioso de repetición del fenómeno.

Algunas estrategias que podrían reducir los sudores nocturnos por ansiedad son las siguientes:

  • Evita las siestas largas.
  • Genera un ambiente cómodo para dormir, con oscuridad y sin sonidos.
  • Establece una rutina para ir a la cama y levantarte a la misma hora todos los días.
  • Practica técnicas de relajación antes de dormir, como la respiración profunda, la meditación o el yoga.

En algunos casos, puede ser necesario tratamiento profesional. Este incluirá terapia cognitivo-conductual (TCC), medicamentos ansiolíticos o una combinación de ambos.

4. Hipertiroidismo

En la tiroides hiperactiva, la glándula produce más cantidad de hormonas que lo normal. Esto acelera el metabolismo y provoca termogénesis exagerada, con un calor que debe disiparse. Un mecanismo de disipación es la sudoración.

Las personas con la enfermedad suelen tener intolerancia al calor. Suelen creer que necesitan desabrigarse, aun en épocas de frío. Otros síntomas asociados al hipertiroidismo son los siguientes:

  • Insomnio
  • Temblores
  • Pérdida de peso
  • Aumento del apetito
  • Ritmo cardíaco acelerado

El tratamiento se realiza con medicamentos para regular la producción de hormonas. A veces, también se necesita una terapia con yodo radioactivo o cirugía para extirpar parte o la totalidad de la glándula.

5. Diabetes e hipoglucemia

Los sudores nocturnos pueden ser un síntoma de diabetes. Cuando los niveles de glucosa en sangre son altos, el cuerpo podría activar diversos mecanismos compensatorios para mantener el equilibrio de líquidos y electrolitos. Ello implica un mayor volumen de orina, pero también una cantidad elevada de sudoración.

Otro contexto asociado es el de la hipoglucemia. Personas con diabetes controlada y no controlada pueden atravesar un episodio de descenso brusco de la glucemia mientras duermen. Ello activará sus sistemas nerviosos autonómicos, produciendo sudoración, temblores y palpitaciones.

La hipoglucemia también ocurre, de modo ocasional, en personas sin diabetes. No obstante, es muy raro que suceda de noche si no media la ingesta de un fármaco antidiabético oral o insulina.

6. Esclerosis lateral amiotrófica o ELA

La esclerosis lateral amiotrófica es una enfermedad neurológica progresiva que afecta células del cerebro y la médula espinal. En concreto, a las neuronas motoras.

Sin embargo, también hay síntomas más vinculados al sistema nervioso autónomo, con la desregulación de los parámetros vitales. Es así que, por ejemplo, un reporte de caso publicado en 2024 narra la situación de una mujer de 24 años que padecía sudoración extrema a causa de la enfermedad.

7. Esclerosis múltiple

La esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune que afecta el sistema nervioso central. Se daña la mielina, que es la capa protectora que recubre las fibras nerviosas.

La enfermedad es capaz de causar desregulaciones autonómicas. Ello implica complicaciones diversas, que van desde la sudoración anormal hasta las disfunciones urinarias y sexuales, pasando por la hipotensión ortostática.

También el tratamiento de la esclerosis múltiple puede presentar efectos secundarios de la misma índole. Si bien no hay un abordaje curativo, el uso de reguladores de la inmunidad y de terapias biológicas no está exento de reacciones indeseadas.

8. Cáncer

Los linfomas son cánceres que se originan en el sistema linfático. La sudoración nocturna es un síntoma clásico de ellos. Sucede por la producción de sustancias químicas inflamatorias por parte de las células malignas.

En la leucemia también se presenta el síntoma. Este es un cáncer de los glóbulos blancos y su variante mieloide aguda es la que más sudoración ocasiona.

Finalmente, los tumores neuroendocrinos son un tipo de cáncer que suele desarrollarse en el tracto gastrointestinal y el sistema respiratorio. Producen ciertas hormonas, como serotonina, histamina y bradicinina, que afectan la regulación de la temperatura corporal.

Aun así, no puede descartarse que otras neoplasias también sean responsables del sudor, además de las que mencionamos. A medida que el cáncer avanza, las metástasis y la invasión de órganos vecinos es capaz de alterar funciones básicas del cuerpo.

9. Calefacción elevada

Cuando la temperatura del ambiente está elevada, el cuerpo puede tener dificultades para disipar el calor y regular su propia temperatura interna. Esto provocará la activación de la sudoración como mecanismo de enfriamiento.

En concreto, el sistema nervioso simpático estimula a las glándulas sudoríparas para producir sudor. La salida del líquido elimina calor, pero también reconforta la piel al enfriarse el agua con el aire.

La calefacción nocturna elevada también reduce la humedad relativa del aire. Esta es una razón para la deshidratación de la piel, que podría compensarse con el sudor que emite el cuerpo.

10. Alimentos

El consumo durante la cena o antes de acostarse de los siguientes alimentos termogénicos, podría incitar al organismo a disipar calor:

  • Picantes: El chile, la pimienta de cayena o el curri estimulan a las glándulas sudoríparas y aumentan la temperatura corporal.
  • Alcohol: Se dilatan los vasos sanguíneos y aumenta la circulación periférica, lo que puede conducir a un aumento de la temperatura corporal.
  • Bebidas calientes: El café, el té o la chocolatada pueden aumentar la temperatura corporal. La cafeína, por su parte, estimula al sistema nervioso.

11. Infecciones

Cuando el cuerpo está luchando contra una infección, se produce una respuesta inflamatoria con liberación de citocinas y otras sustancias proinflamatorias. Estas sustancias llegan al sistema nervioso y cambian la temperatura corporal.

Es así que la fiebre es un mecanismo de defensa para combatir mejor ciertas infecciones. Pero no siempre se trata de virus o bacterias de enfermedades agudas. En cuadros crónicos, como el causado por el VIH, hay sudores nocturnos persistentes. También en la tuberculosis y la malaria.

Algunos microorganismos patógenos, por su parte, producen toxinas que pueden afectar al sistema nervioso. Mientras que otros tienen, en su estructura, proteínas que son termogénicas.

Frente a una persona con sudores nocturnos y fiebre de origen desconocido, el médico siempre se planteará primero un diagnóstico de linfoma o de mononucleosis. Serán los análisis de laboratorio los que permitan hacer la diferencia para instaurar el tratamiento acorde.

12. Medicamentos

Los sudores nocturnos pueden ser un efecto secundario de los siguientes fármacos:

  • Antidepresivos: inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) e inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSN), como sertralina, fluoxetina, paroxetina, venlafaxina y duloxetina.
  • Antihipertensivos: Los betabloqueantes y los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina, como metoprolol, carvedilol, lisinopril y enalapril.
  • Quimioterápicos.

13. Trastornos de la glándula suprarrenal

Las glándulas suprarrenales, que se encuentran encima de los riñones, son responsables de producir varias hormonas, incluidas la adrenalina, el cortisol y la aldosterona. Algunos de sus trastornos pueden causar sudoración nocturna, como los siguientes:

14. Lupus eritematoso sistémico o LES

El lupus es una enfermedad autoinmune crónica que puede afectar la piel, las articulaciones, los riñones, el corazón y el sistema nervioso. En algunos pacientes, cursa con fiebre y actividad inflamatoria, lo que puede aumentar la temperatura corporal y causar sudoración nocturna.

Otros síntomas asociados al LES son los siguientes:

  • Fatiga
  • Solor articular
  • Hipersensibilidad a la luz solar
  • Erupción cutánea en forma de mariposa en la cara

El diagnóstico de LES puede ser complicado para el médico. Cuando hay fiebre y sudoración profusa, se plantea la necesidad de descartar alguna forma de linfoma.

¿Qué hacer con los sudores nocturnos en la infancia y el embarazo?

Los sudores nocturnos en niños pueden ser motivo de preocupación para los padres. Las infecciones, como el resfriado común, la gripe y la mononucleosis, son causas frecuentes en la infancia.

Algunos pequeños también experimentan los sudores debido a pesadillas o terrores nocturnos que los despiertan y los hacen sentir ansiosos. Eventos estresantes recientes, como la separación de los padres, pueden ser los detonantes.

Ante la duda, es importante consultar con un pediatra. Un examen físico y algunas pruebas adicionales serán suficientes para encontrar el origen.

Durante el embarazo, por otro lado, es común que las mujeres experimenten sudores nocturnos, sobre todo en el segundo y el tercer trimestre. Los niveles de progesterona aumentan, lo que afecta la regulación de la temperatura corporal. También incrementa el metabolismo para satisfacer las demandas nutricionales del feto. Ello genera calor adicional en el cuerpo.

En la mayoría de los casos, los sudores nocturnos durante el embarazo son normales y no representan un riesgo para la salud de la madre o del bebé. Sin embargo, el médico puede proporcionar orientación sobre cómo manejar el síntoma.

¿Tienes sudores nocturnos frecuentes? Consulta con tu médico

Si experimentas sudores nocturnos de manera repetida, es importante que apuntes una cita con un médico para una evaluación adecuada. El profesional te hará preguntas sobre tus antecedentes, estilo de vida y cualquier otro síntoma. Además, es posible que ordene pruebas de laboratorio, pruebas de imagen o estudios del sueño.

Si estás tomando algún medicamento, infórmalo a tu médico. Quizás haya que modificar la dosis o reemplazarlo porque sufres un efecto adverso.

También deberás evaluar tus hábitos. A veces, solo necesitas modificar tu higiene del sueño, cambiar la ropa de cama o retirar algunos ingredientes de tu cena para detener el síntoma.

Recuerda que los sudores nocturnos pueden ser una señal de una gran variedad de condiciones médicas. Algunas necesitan pronta atención. Por lo tanto, es importante no ignorar el problema y buscar ayuda.


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