Leucoencefalopatía multifocal progresiva: todo lo que debes saber

La leucoencefalopatía multifocal progresiva es una enfermedad vírica que afecta a pacientes inmunodeprimidos. Por ello, se ha asociado de manera habitual al SIDA.
Leucoencefalopatía multifocal progresiva: todo lo que debes saber
Samuel Antonio Sánchez Amador

Escrito y verificado por el biólogo Samuel Antonio Sánchez Amador.

Última actualización: 06 julio, 2023

La leucoencefalopatía multifocal progresiva es una enfermedad rara y fatal de tipo viral en la que se daña e inflama la sustancia blanca del cerebro en múltiples puntos. Es causada por el virus John Cunningham (virus JC) y afecta al 4-8 % de los enfermos con SIDA.

Esta patología es exclusiva de personas con el sistema inmunitario debilitado, pues el virus JC se mantiene controlado por las células circulantes que defienden al cuerpo de patógenos. La tasa de mortalidad los primeros meses tras el contagio en inmunodeprimidos es del 50 %.

¿Qué causa la leucoencefalopatía multifocal progresiva?

El agente etiológico de la leucoencefalopatía mutifocal progresiva (LMP) es el virus JC, un poliomavirus muy común en la población general que suele causar infecciones asintomáticas durante la infancia.

Este es un agente microscópico de 45 nanómetros de diámetro, compuesto por ADN bicatenario de 5 a 13 kilobases (5000 a 13 000 pares de nucleótidos), envuelto en una cápside sin una capa lipoproteica accesoria. Tal y como indica la revista Neurological Disorders, el virus es cosmopolita y su ruta de transmisión más conocida es la fecal-oral.

La mitad de las infecciones se producen de hijos a padres dentro del hogar. Este virus afecta al 70-90 % de la población mundial en algún momento de su vida y casi todas las personas ya lo han contraído antes de los 40 años. Como hemos dicho, genera infecciones asintomáticas, pero el cuadro es diferente en pacientes inmunodeprimidos.

Mecanismo patogénico del virus

Una vez el virus entra en el organismo humano suele asentarse en las amígdalas palatinas, unas acumulaciones de tejido linfoide en el fondo de la cavidad bucal, a cada lado de la garganta. Tras ello, viaja al tracto gastrointestinal y se instala en las células mucosas del intestino o los riñones, permaneciendo inactivo y latente.

Cabe destacar que la disposición genética del virus JC es distinta en su forma activa y en la inactiva, tal y como indica el portal StatPearlsCuando el patógeno pasa de latente a infectivo puede invadir el tejido cerebral, lo que desemboca en la destrucción de las vainas de mielina de las neuronas.

Las vainas de mielina son el revestimiento de los axones neuronales. Permiten la trasmisión de los impulsos nerviosos a distancias relativamente largas, ya que aíslan a la neurona del entorno. Una vez se ha dañado esta capa protectora, el virus se introduce en el núcleo de los oligodendrocitos y genera aún más daños.

Todo esto también provoca infiltración de linfocitos y respuestas inflamatorias en el área afectada. Al final, la materia blanca del cerebro se ve dañada de forma irreversible.

Neuronas atacadas en la leucoencefalopatía multifocal progresiva.
Las neuronas sufren el ataque del virus JC en su vaina de mielina, lo que se traduce en trastornos de la conducción nerviosa.

La leucoencefalopatía multifocal progresiva y el VIH

En primera instancia, es necesario recalcar que VIH y SIDA no son lo mismo. Un paciente infectado por el VIH presenta una etapa inicial aguda sintomática, pero luego el patógeno actúa de forma lenta y continuada. El virus de la inmunodeficiencia humana, poco a poco, ingresa dentro de los linfocitos CD4 y los destruye.

Según el portal HIV Infoun paciente infectado por VIH pasa al estadio de SIDA cuando el conteo de linfocitos CD4 es menor a 200 por milímetro cúbico de sangre. Esto significa que su sistema inmune ha perdido parte de su funcionalidad y, por ello, patógenos inocuos pueden volverse un verdadero problema.

El virus JC aprovecha esta inmunosupresión para provocar el cuadro citado. Por esta razón, el 80 % de los pacientes con leucoencefalopatía multifocal progresiva son VIH positivos y se encuentran en la última etapa de la enfermedad (SIDA). El pronóstico 2 años después de la instauración de los síntomas es muy precario.

Otros factores de riesgo para LMP

Más allá del SIDA, las patologías malignas hematológicas son las causantes del 10 % de los casos de leucoencefalopatía multifocal progresiva (LMP). Los cánceres del tipo leucemia o linfoma de Hodgkin pueden afectar el número de linfocitos viables circulantes, lo que se expresa como inmunosupresión.

Por otro lado, un 5 % de los LMPs se ven propiciados por el consumo del fármaco natalizumab, prescrito en el tratamiento de la esclerosis múltiple, la psoriasis y el lupus. La terapia con anticuerpos monoclonales se ha asociado a la aparición de la enfermedad, aunque aún queda mucho por conocer.

Síntomas y desarrollo de la enfermedad

Tal y como indican los Manuales MSD el virus permanece latente y no causa síntomas hasta que se reactiva. Existe cierta controversia, pues algunos investigadores han detectado al virus JC dentro del tejido cerebral de pacientes sanos, mientras que otros argumentan que solo invade esta zona en el momento de infección agresiva.

Sea como fuere, la sintomatología general depende de la zona del encéfalo que primero sea atacada. Entre los signos clínicos más comunes podemos citar los siguientes:

  • Torpeza, debilidad y dificultad para hablar y pensar. El déficit motor, el deterioro cognitivo y los problemas visuales son los 3 pilares de las enfermedades desmielinizantes.
  • A medida que la enfermedad avanza, el paciente presenta dificultades graves para moverse y valerse por sí solo. La debilidad en las extremidades empeora de forma drástica con el tiempo.
  • En general, en unos pocos meses el paciente quedará postrado en cama. Es normal que la muerte se produzca entre 1 y 9 meses después de la instauración de los síntomas. Sobre todo, la enfermedad reporta un pronóstico extremadamente pobre en las personas con cánceres de sangre.

La instauración puede ser gradual, lenta o subaguda. Cuanto mayor sea el inmunocompromiso del paciente, más rápido y agresivo se presentará el proceso de desmielinización. De todas formas, más de la mitad de los pacientes mueren de forma irremediable.

Exámenes de diagnóstico

Según la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos fijarse en el historial del paciente es el primer paso para detectar la leucoencefalopatía multifocal progresiva. Una vez se sospecha de la patología derivada de la inmunosupresión se puede recurrir a muchas pruebas diagnósticas; entre ellas el análisis de sangre con conteo leucocitario.

Si el paciente presenta menos de 200 linfocitos CD4 por cada milímetro cúbico de sangre se vincula al VIH y SIDA. Esto, junto con una PCR sanguínea, puede ayudar a determinar la presencial de virus de la inmunodeficiencia humana circulante en el torrente de la persona enferma.

Una vez se han realizado pruebas superficiales se acude a técnicas de imagen (como la tomografía computarizada o la resonancia magnética nuclear). Esto puede ayudar a evidenciar los daños e inflamación en el tejido neuronal, así como los focos de afectación en el cerebro.

Por último, se puede hacer un examen del líquido cefalorraquídeo para buscar el virus JC como paso diagnóstico final. En casos contados, también se recurre a una biopsia del tejido cerebral, aunque no suele ser necesario.

Médico programa biopsia de cerebro.
La biopsia cerebral es un recurso que no se utiliza en demasía para este diagnóstico, ya que no aporta más valor a la terapéutica.

Tratamiento de la leucoencefalopatía multifocal progresiva

Como estamos ante una enfermedad viral, el uso de antibióticos es inútil. Se ha explorado el posible efecto de muchos fármacos antivíricos (como el cidofovir) en esta patología, pero los resultados no son concluyentes. Otros medicamentos para el tratamiento de ciertos cánceres también se han puesto a prueba, pero no parecen funcionar.

Por esta razón, el abordaje principal se basa en la restauración autoinmune, tal y como indica el portal Elsevier En los pacientes con SIDA, la terapia antirretroviral (TAR) es de gran utilidad, pues aumenta el conteo de linfocitos CD4 de forma considerable y disminuye la prevalencia del virus JC en el líquido cefalorraquídeo.

Sin embargo, a pesar de que se mejore el conteo leucocitario, el daño neurogénico permanece en el tiempo. Por ello, los pacientes que sobreviven suelen quedar con secuelas permanentes a nivel de psicomotricidad, desarrollo cognitivo y visión. Es difícil que esta patología llegue a buen puerto.

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Grave pronóstico en todas sus variantes

Como habrás comprobado, estamos ante una enfermedad agresiva, de rápida instauración, de sintomatología evidente y con un pronóstico fatal. El virus que causa la leucoencefalopatía multifocal progresiva no es el problema por sí solo, ya que lo grave es el estado del paciente previo a la infección y su imposibilidad para generar una respuesta inmune.

Por desgracia, es imposible terminar con una nota positiva. En el caso de los pacientes VIH positivos se puede salvar su vida, pero el pronóstico a largo plazo aún no se ha dilucidado. En el escenario de las personas con leucemia o linfomas, la tasa de supervivencia se aproxima al 0 %.

De todas formas, cabe destacar que solo un pequeño porcentaje de los infectados con SIDA terminan desarrollando esta patología. Además, con las terapias antirretrovirales (TAR), un paciente con VIH puede tener una vida normal; incluso sin llegar a padecer SIDA en ningún momento.


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