Enterrar cerillos en la tierra para fertilizar las plantas: ¿truco o mala idea?

Hay un truco muy difundido en las redes sociales para fertilizar las plantas. Consiste en enterrar cerillos en el sustrato para aportar nutrientes, en especial fósforo. Si crees que esto puede hacer que tus plantas crezcan más rápido y estén más sanas, la verdad es que no funciona. Además, podría dañar tus plantas.
Las cerillas modernas de seguridad no contienen los nutrientes que las plantas necesitan y el fósforo, cuando existe, está solo en la lija de la caja, no en la cabeza del cerillo. Lo que introduces en la tierra es principalmente clorato potásico y azufre, compuestos sin ningún valor fertilizante que pueden afectar la salud de las raíces. Debes saber que hay mejores alternativas.
El peligro de las cerillas en el sustrato para tus plantas
Es un riesgo usar este truco porque el clorato de potasio puede alterar el pH del sustrato y afectar el equilibrio químico cerca de las raíces. Aunque la cantidad de un solo cerillo sea pequeña, la acumulación de varios puede generar concentraciones perjudiciales en macetas con poca cantidad de tierra.
Los residuos no se descomponen de forma beneficiosa. A diferencia del compost o los fertilizantes orgánicos, los componentes del cerillo no se transforman en nutrientes asimilables. Permanecen como elementos inertes o potencialmente tóxicos. La madera del cerillo puede estar tratada con químicos que suman más compuestos a tu planta.
Hay quienes defienden el método por su efecto repelente de mosquitas del sustrato u otras plagas, pero no existe evidencia de su efectividad. Los insectos suelen aparecer en el sustrato de las macetas por la presencia de humedad y materia orgánica en descomposición. Los componentes de los cerillos no pueden modificar esas condiciones o actuar como repelentes.
Fertilizantes que sí funcionan para tus plantas
Tus plantas necesitan nutrientes reales que no perjudiquen su sustrato y que les permitan desarrollar raíces y hojas sanas. Estas son algunas de tus opciones:
- Abonos formulados: los más comunes son los fertilizantes NPK (nitrógeno, fósforo y potasio) en proporciones equilibradas y fácilmente aprovechables.
- Sustrato de calidad: con compost o humus de lombriz para proporcionar una nutrición gradual y mejorar la estructura del suelo.
- Buen drenaje: para evitar el encharcamiento o la compactación de la tierra, lo que enferma a las raíces y propicia la aparición de hongos.
Si tienes problemas con la mosquita del sustrato, te recomendamos dejar secar la capa superior del sustrato, colocar trampas adhesivas y aplicar Bacillus thuringiensis israelensis para eliminar las larvas.
Ten cuidado con esos trucos que se popularizan en las redes sociales y parecen razonables, pero que pueden perjudicar tus plantas. Hay muchos métodos caseros, efectivos y económicos que sí tienen un respaldo científico y son seguros para tu jardín. Cuando cuides tus plantas, elige soluciones respaldadas por la experiencia práctica de la jardinería.
Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.







