5 errores al usar la fregona que llenan tu casa de bacterias (y cómo evitarlos)

La fregona es un elemento básico en la limpieza del hogar, pero su uso incorrecto puede provocar el efecto contrario al deseado. En lugar de eliminar la suciedad, ciertos hábitos cotidianos favorecen la acumulación y propagación de bacterias por diferentes superficies.
En este artículo se presentan los cinco errores más frecuentes al utilizar la fregona y las medidas sencillas para corregirlos. Con pequeñas modificaciones en la rutina de limpieza es posible mantener los espacios más higiénicos y seguros para toda la familia.
1. No barrer o aspirar antes de fregar
Fregar un suelo que todavía tiene polvo, pelos o migas es uno de los errores más comunes. Al hacerlo, se forma una especie de “lodo” que la fregona simplemente arrastra de un lado a otro. No estás limpiando, estás moviendo la suciedad.
¿Cómo corregirlo? La regla básica para limpiar suelos es sencilla: siempre barre o aspira bien antes de pasar la fregona. Al eliminar primero los residuos sólidos, el fregado puede enfocarse en lo que realmente importa: quitar manchas y eliminar gérmenes.
2. Usar una fregona sucia o con mal olor
Si la fregona huele a humedad antes de usarlo, es señal de que está cargado de bacterias y moho. En ese estado, lo que haces al fregar es, literalmente, “pintar” el suelo con una capa de gérmenes.
¿Cómo corregirlo? Asegúrate de empezar siempre con un cabezal limpio y completamente seco. Desinféctalo con frecuencia (por ejemplo, sumergiéndolo en agua con vinagre) y déjalo secar al aire en un lugar bien ventilado después de cada uso.
3. Reutilizar agua sucia en varias habitaciones
Después de fregar la primera habitación, el agua del cubo ya se convierte en un caldo de cultivo con toda la suciedad que has recogido. Si sigues usándola, lo único que haces es esparcir la mugre, dejando una película invisible que apaga el brillo de tus suelos.
¿Cómo corregirlo? La técnica más profesional es usar dos cubos: uno con agua limpia y producto, y otro solo para enjuagar. Una opción más práctica para el día a día es cambiar el agua del cubo en cuanto notes que está turbia o sucia.
4. Empapar el suelo al fregar
Estregar con una fregona demasiado mojada puede dañar suelos delicados como la madera o el laminado. Al secarse, deja marcas y vetas, tarda más en evaporarse y la humedad acumulada puede favorecer la aparición de moho en las juntas.
¿Cómo corregirlo? Escurre bien la fregona antes de usarlo. La idea es que esté húmedo, no chorreando. Cuando está bien escurrida, limpia de forma eficaz sin dejar charcos y permite que el suelo se seque rápido.
5. Usar demasiado producto de limpieza
Aunque parezca lógico pensar que más producto limpia mejor, en realidad ocurre lo contrario. El exceso deja una película jabonosa que actúa como imán para el polvo.
¿Cómo corregirlo? Lee y sigue siempre las instrucciones del fabricante. Utiliza la cantidad recomendada, que suele ser mucho menor de la que pensamos. Para una limpieza de mantenimiento, a menudo basta con agua caliente y un pequeño chorro de producto.
La limpieza efectiva no depende de productos costosos ni de rutinas intensas, sino de entender cómo cada paso influye en el resultado. Al evitar estos errores, no solo mejoras la higiene del hogar: también reduces el riesgo de infecciones y conviertes la limpieza en una práctica más eficiente y sostenible. La clave no está en limpiar más, sino en limpiar mejor: cada hábito correcto multiplica la higiene y alarga la vida de tu hogar
Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.