Poner una esponja congelada en la lonchera para mantener el frío: ¿trucazo o mentira?

Mantener los alimentos frescos en la lonchera es un reto cotidiano, sobre todo cuando se trata de conservar frutas, yogures o preparaciones que necesitan frío para evitar que se deterioren. En redes sociales circulan múltiples trucos caseros que prometen soluciones rápidas y económicas, y uno de los más comentados es el de congelar una esponja de cocina y colocarla dentro de la lonchera.
La idea parece ingeniosa: aprovechar un objeto común para que funcione como un “hielo portátil”. Pero ¿realmente sirve? ¿Es seguro? ¿Puede reemplazar a las bolsas de gel o a los acumuladores de frío diseñados para este fin? A continuación te contamos qué tan efectivo es este truco y qué alternativas conviene considerar.
¿Cómo funciona el truco de la esponja congelada?
- Humedece la esponja de cocina: asegúrate de que absorba suficiente agua para que pueda congelarse de manera uniforme.
- Colócala dentro de una bolsa plástica hermética: este paso es clave para evitar que la esponja libere humedad directamente sobre los alimentos.
- Llévala al congelador: déjala el tiempo suficiente hasta que esté completamente sólida.
- Introduce la esponja congelada en la lonchera: ubícala junto a los alimentos que deseas mantener frescos.
- Aprovecha su efecto de enfriamiento inicial: durante las primeras horas, la esponja ayuda a mantener una temperatura más baja en el interior.
- Ten en cuenta sus limitaciones: al no estar diseñada para conservar el frío, se derrite rápido y puede humedecer la lonchera si la bolsa se rompe o no está bien sellada.
Ventajas de usar la esponja congelada
- Es una solución económica y accesible, por lo que cualquier persona puede probarla sin necesidad de comprar productos especiales.
- Puede servir como recurso de emergencia cuando no se dispone de acumuladores de frío.
- Es ligera y fácil de transportar.
Estas ventajas explican por qué el truco se ha popularizado en redes sociales. No obstante, conviene analizar también sus limitaciones para no confiarse demasiado.
Limitaciones de la esponja congelada
- El frío que aporta suele durar apenas unas horas, insuficiente para jornadas largas.
- Si la bolsa se abre o se perfora, la esponja liberará agua y mojará los alimentos.
- Las esponjas de cocina pueden acumular bacterias si no se usan nuevas y limpias.
- No es apto para alimentos muy sensibles como yogures, quesos o carnes requieren un frío constante que este truco no garantiza.
En este sentido, aunque puede funcionar en trayectos cortos o para mantener frutas frescas por un par de horas, no es recomendable confiar en la esponja congelada como único método de conservación.
Entonces, ¿trucazo o mentira?
La respuesta está en el contexto. Como recurso improvisado y temporal, la esponja congelada puede ser útil. Sin embargo, no sustituye a los métodos diseñados específicamente para conservar alimentos. Más que un “trucazo”, se trata de una solución rápida con limitaciones claras.
Si lo que buscas es asegurar que tu comida se mantenga fresca y segura durante varias horas, lo mejor es optar por alternativas confiables. La esponja congelada puede sacarte de un apuro, pero no debería convertirse en tu estrategia principal.
Alternativas más seguras y efectivas
- Acumuladores de frío reutilizables: están diseñados para mantener la temperatura durante varias horas y no generan humedad.
- Bolsas de gel refrigerante: flexibles, prácticas y fáciles de limpiar.
- Loncheras térmicas: combinadas con acumuladores, prolongan la frescura de los alimentos.
Estas opciones, aunque requieren una pequeña inversión, garantizan mayor seguridad alimentaria y evitan riesgos de contaminación o deterioro.
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Congelar una esponja y ponerla en la lonchera es un truco curioso que puede funcionar en situaciones puntuales, pero no es la opción más segura ni duradera. Para cuidar la calidad de los alimentos y evitar riesgos, puedes elegir acumuladores de frío o bolsas de gel, diseñados para mantener la temperatura por más tiempo.
Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.







