Qué significa “cogito, ergo sum” y qué quería demostrar Descartes con ello

¿Alguna vez te has despertado de un sueño que creíste real? Ese instante de confusión es el origen de una de las ideas más difundidas de la filosofía moderna occidental. Su creador fue René Descartes, quien vivió en una época de guerra, de terribles epidemias y escepticismo filosófico. En medio de ese caos social e intelectual, todo conocimiento era cuestionado y ninguna verdad parecía sostenerse ante el escrutinio racional.
El filósofo decidió encontrar al menos una cosa que fuese irrefutable, y para ello decidió desarrollar un método que respondiera a la pregunta: ¿de qué puedo estar absolutamente seguro? Su respuesta fue Cogito, ergo sum, su célebre frase, también conocida como “pienso, luego existo”. Esa simple afirmación transformó por completo la forma de entender el conocimiento, la existencia y la realidad misma.
“Pienso, luego existo”: la nueva manera de entender la conciencia
El filósofo llegó a la conclusión de Cogito, ergo sum a través de una lógica argumentativa de tres pasos. Cada uno de ellos desarrolla el razonamiento que explica la esencia de la frase.
La duda como punto de partida
Descartes decidió dudar de todas las cosas posibles. De los sentidos, que pueden ser engañados por ilusiones. De la realidad misma que puede confundirse con un sueño, incluso llegó a poner en duda cosas que se podían considerar inmutables, como las matemáticas.
La verdad que sobrevive
Cuando el filósofo alcanzó el límite más extremo de su cuestionamiento, consiguió una verdad: no podía dudar de que estaba dudando. Ese simple acto demostraba que estaba pensando y, aunque podía no creer en el contenido de sus propios pensamientos, era imposible negar que la acción de estar pensando era real. Por ello, resultaba imposible negar su existencia, porque el hecho de pensar en esa negación confirmaba que existía.
La conciencia como prueba de existencia
El razonamiento de Descartes plantea lo siguiente: Si dudo, pienso. Si pienso, existo. La acción de pensar requiere de una conciencia, por lo tanto, esa es la única prueba indudable que resiste a la duda absoluta. Pensar demuestra que se existe, demuestra que “se es”.
Esta idea filosófica cambió por completo la perspectiva de la filosofía occidental, que hasta ese momento reflexionaba sobre lo externo: la naturaleza, los objetos, el mundo. Descartes modificó la perspectiva, al definir a la conciencia como la única prueba posible de que algo es real y cierto. El ser pensante y consciente pasa a ser el punto de partida para la generación de conocimiento.
La importancia e influencia para la filosofía moderna
El impacto de las ideas de Descartes fue tremendo, con sus argumentos rechazó los postulados aristotélicos y la filosofía eclesiástica. Además, sus reflexiones sentaron las bases del pensamiento crítico moderno, del método científico, del racionalismo y el individualismo.
Cogito, ergo sum propuso algo muy revolucionario: las personas, usando la razón, pueden y deben estudiar las ideas por sí misma, no dependen de elementos externos para encontrar o producir conocimiento.
A partir de esa afirmación estableció otras dos ideas que marcaron el desarrollo del razonamiento filosófico posterior:
- La existencia del yo pensante es independiente del cuerpo. Su idea demostraba la existencia de la conciencia o de la mente, pero del cuerpo aún podía dudarse.
- La fuente confiable para crear conocimiento es la lógica, no la experiencia sensorial. Por consiguiente, consideró que la razón es superior a los sentidos.
Puede que el “pienso, luego existo” te parezca algo muy abstracto que nada tiene que ver con tu vida. Sin embargo, puedes intentar verlo de un modo mucho más práctico: Tu identidad, lo que eres, es tu conciencia. Tú eres un ser pensante, capaz de llegar a observaciones y razonamientos muy profundos sobre lo que te rodea. En un mundo donde todo puede falsificarse, existes en el poder de tu pensamiento.
¿Alguna vez te has despertado de un sueño que creíste real? Ese instante de confusión es el origen de una de las ideas más difundidas de la filosofía moderna occidental. Su creador fue René Descartes, quien vivió en una época de guerra, de terribles epidemias y escepticismo filosófico. En medio de ese caos social e intelectual, todo conocimiento era cuestionado y ninguna verdad parecía sostenerse ante el escrutinio racional.
El filósofo decidió encontrar al menos una cosa que fuese irrefutable, y para ello decidió desarrollar un método que respondiera a la pregunta: ¿de qué puedo estar absolutamente seguro? Su respuesta fue Cogito, ergo sum, su célebre frase, también conocida como “pienso, luego existo”. Esa simple afirmación transformó por completo la forma de entender el conocimiento, la existencia y la realidad misma.
“Pienso, luego existo”: la nueva manera de entender la conciencia
El filósofo llegó a la conclusión de Cogito, ergo sum a través de una lógica argumentativa de tres pasos. Cada uno de ellos desarrolla el razonamiento que explica la esencia de la frase.
La duda como punto de partida
Descartes decidió dudar de todas las cosas posibles. De los sentidos, que pueden ser engañados por ilusiones. De la realidad misma que puede confundirse con un sueño, incluso llegó a poner en duda cosas que se podían considerar inmutables, como las matemáticas.
La verdad que sobrevive
Cuando el filósofo alcanzó el límite más extremo de su cuestionamiento, consiguió una verdad: no podía dudar de que estaba dudando. Ese simple acto demostraba que estaba pensando y, aunque podía no creer en el contenido de sus propios pensamientos, era imposible negar que la acción de estar pensando era real. Por ello, resultaba imposible negar su existencia, porque el hecho de pensar en esa negación confirmaba que existía.
La conciencia como prueba de existencia
El razonamiento de Descartes plantea lo siguiente: Si dudo, pienso. Si pienso, existo. La acción de pensar requiere de una conciencia, por lo tanto, esa es la única prueba indudable que resiste a la duda absoluta. Pensar demuestra que se existe, demuestra que “se es”.
Esta idea filosófica cambió por completo la perspectiva de la filosofía occidental, que hasta ese momento reflexionaba sobre lo externo: la naturaleza, los objetos, el mundo. Descartes modificó la perspectiva, al definir a la conciencia como la única prueba posible de que algo es real y cierto. El ser pensante y consciente pasa a ser el punto de partida para la generación de conocimiento.
La importancia e influencia para la filosofía moderna
El impacto de las ideas de Descartes fue tremendo, con sus argumentos rechazó los postulados aristotélicos y la filosofía eclesiástica. Además, sus reflexiones sentaron las bases del pensamiento crítico moderno, del método científico, del racionalismo y el individualismo.
Cogito, ergo sum propuso algo muy revolucionario: las personas, usando la razón, pueden y deben estudiar las ideas por sí misma, no dependen de elementos externos para encontrar o producir conocimiento.
A partir de esa afirmación estableció otras dos ideas que marcaron el desarrollo del razonamiento filosófico posterior:
- La existencia del yo pensante es independiente del cuerpo. Su idea demostraba la existencia de la conciencia o de la mente, pero del cuerpo aún podía dudarse.
- La fuente confiable para crear conocimiento es la lógica, no la experiencia sensorial. Por consiguiente, consideró que la razón es superior a los sentidos.
Puede que el “pienso, luego existo” te parezca algo muy abstracto que nada tiene que ver con tu vida. Sin embargo, puedes intentar verlo de un modo mucho más práctico: Tu identidad, lo que eres, es tu conciencia. Tú eres un ser pensante, capaz de llegar a observaciones y razonamientos muy profundos sobre lo que te rodea. En un mundo donde todo puede falsificarse, existes en el poder de tu pensamiento.
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