Nuestros miedos no evitan la muerte, frenan la vida
Escrito y verificado por el psicólogo Bernardo Peña
Son demasiadas las veces en las que somos nosotros mismos los que le ponemos la zancadilla a nuestra vida. Nos llenamos de miedos. “No haré nunca esto”, “No podré con ello”, “Este camino está muy oscuro”, “Hay cosas que no están hechas para mí y debo resignarme”.
Tras estas frases se esconden excusas, miedos y puntos finales. Somos nosotros los que no nos permitimos seguir, los que le ponemos el freno a nuestra vida. Son nuestros ojos los que se cierran y nos bloquean el paso.
No nos comprometemos más allá de las pastillas de nuestros frenos y, como consecuencia, nos atamos de por vida a nuestros miedos. De este modo nos volvemos mucho más irracionales y, entonces, perdemos el control…
Lo que exponemos a continuación son consejos que podrían no funcionar en tu caso. Te recomendamos acudir a un especialista de la salud mental si necesitas ayuda para gestionar tus miedos o emociones.
El camino más largo es quedarse quieto
Cuando sientes que quieres algo, primero tienes que visualizarlo, verte y quererte ahí, consiguiéndolo, palpándolo. Pero esto son solo palabras que hay que convertir en emociones. Se trata de trasladar la mente al corazón.
Si contemplas tu camino siendo pesimista, envolverás el recorrido de negrura, te dará miedo, te paralizará. Por eso, el sendero más largo es aquel que tememos transitar. Son pasos que no nos atrevemos a dar, que se quedan en nuestra mente y que nos cansan.
Nos agota estar de pie, porque el movimiento solo se demuestra andando y, en el fondo, lo sabemos. Podemos creer que estamos haciéndolo todo, pero solo nos hemos preocupado de disponer nuestra inmovilidad, nuestro fracaso.
Tememos la incertidumbre porque estamos enfermos de certeza. Necesitamos tenerlo todo atado y reatado. Planeado, muerto. Muerto porque la vida no existiría sin casualidades, sin serendipias, sin azar.Ver también: Cuando menos lo esperas… Todo sale bien
Pero lo humano es moverse. Quedarse quieto es para las piedras. Si te desilusionas y te rindes antes de tiempo, pierdes. Es así de sencillo.
Lo cierto es que como “todo” nos da tanto miedo, no logramos enfrentarnos a lo que nos da vida, ganas y energía. Lo único que tenemos que superar es un cruce de caminos.
A un lado todo lo que anhelamos; al otro, todo aquello que tenemos. Y, en medio, nuestros miedos.
Dos caminos divergían en un bosque y yo tomé el menos transitado de los dos; eso fue lo que cambió todo…
-Robert Frost-
La cima del mundo
El lugar más alto del mundo comienza a liberarse de la niebla espesa una vez comprendemos que estábamos equivocados y que todo lo que tenemos hoy no es aquello que puede sostener nuestra vida.
Alguien dijo una vez que todo lo bueno de la vida nace de un salto al vacío. De un momento de inconsciencia consciente, de un impulso, de un “ya no puedo más”. Pero este solo es el modo choque y no a todos se nos llegan a mover las entrañas de esa forma.
Por eso, lo normal es que nos quedemos mirándonos al espejo, contemplando la vida pasar mientras pensamos “si me atreviera…”.
De esta forma, acabamos desconociendo la vida y refrenando nuestros impulsos: por el qué dirán y por el qué diré.
A veces no se tiene el viento a favor, pero hay que seguir remando
Meter en una caja nuestros sueños no funciona para nada. Los sueños no son algo que haya que saborear poco a poco. Hay que entregarse a ellos, hacerlos propios y mantenerlos dentro.
Ya hemos perdido la cuenta de las veces que las cosas se nos han ido de las manos, de los miedos que nos frenan, de las injusticias y de las penas. Conocemos el dolor y el sufrimiento de no lograr aquello que anhelábamos. Sin embargo, también sabemos que, en el fondo, no hay nada que justifique no haberlo intentado.
Los extremos no están hechos para aquellos que viven a medias, pero vivir sin límites embruja. Sentirse libre es pura magia, la única droga que no rompe sueños y que, a la vez, arrastra con ella el sinsentido del sentido común.
Te recomendamos leer: La importancia de recordar los sueños
Cuando menos te lo esperas todo sale bien
Tarde o temprano la vida siempre acaba dando una explicación, un porqué sobre lo que no salió bien. Acabamos aprendiendo que, aunque no hay que esperar sentados a que todo ocurra, la paciencia es fuente infinita de resultados cuando las circunstancias no acompañan.
Es decir, al final podremos alcanzar la esperanza de que todo llega, aunque no sea en el momento que lo esperábamos o de la forma en la que queríamos que sucediera. Porque tropezar no es ser humanos, tropezar es recorrer nuestro sendero.
Solo estamos listos para seguir adelante cuando comprendemos que la única forma de avanzar es dejar de mirar hacia el suelo y hacia atrás.
Superar nuestros miedos no es arriesgarse. Sin embargo, en la vida hay que sembrar para que algo crezca y permanezca. Con cada paso llega la incertidumbre y con la ausencia de certeza asoma el mismo abismo que nos dio vértigo un día.
Supera el miedo: no hay éxito real sin esfuerzo
Y, sin embargo, necesitamos del dolor y del desgaste para poder tener un motivo, para dejar de oxidar nuestros sueños y aprender a digerir todo aquello que en otro tiempo llamaríamos fracaso. Entonces, cuando todo llegue comprenderemos que el éxito no solo lleva el nombre del afortunado, sino que también lleva el del valiente.
Y es que el esfuerzo a veces es así, injusto. Pero, insisto, el éxito lleva el nombre del esfuerzo tatuado en la piel.
En definitiva, todo sigue si tú sigues. Es la única manera de salir adelante. Tú y tus miedos, juntos, en amor y compañía. Son retos que ya conoces, y que aún tienes que explorar.
Ahora ya sabes, compréndelos, supéralos, déjalos ir y no te escudes en que te falta el aire.
Tú eres quien decide contar hasta tres, recargar tus pulmones y sentir cómo el oxígeno recorre tu cuerpo. Recoge la gota que iba a colmar el vaso y mueve tu barco todo a estribor. Haz lo que quieras, pero no te permitas ahogarte.
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- Marina Torres, José Antonio; López Penas, Marisa (2001). Diccionario de los sentimientos. Anagrama
- Hanna Drimalla, “Miedo a la felicidad”, en Mente y Cerebro, nº73
- Marta de la Fuente, “¿Por qué siempre esperamos lo peor? Que el miedo al futuro no te impida disfrutar de tu presente”, febrero 2016. https://www.areahumana.es/incertidumbre-o-miedo-al-futuro/#Autora
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