Las principales secuelas y consecuencias de una infidelidad
Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz
Todos asumimos que en las relaciones monógamas existe un acuerdo, tácito o explícito, de exclusividad. Sabemos que la confianza es básica en la pareja y que al comprometernos con un compañero sentimental aceptamos cuidar y proteger sus sentimientos. Por esto, es evidente que un engaño puede generar un profundo dolor en el otro. Pero ¿hasta dónde llegan las consecuencias de una infidelidad?
Esto es algo que no parecemos plantearnos con la suficiente seriedad; pues, desafortunadamente, la infidelidad es una realidad mucho más presente de lo que pensamos. Cerca del 30 % de la población admite haber sido infiel a su pareja y con la llegada de las nuevas tecnologías esta tendencia puede ir en auge. Esto nos indica que millones de personas enfrentan las importantes secuelas psicológicas de este tipo de traición.
Las graves consecuencias de una infidelidad
Determinar qué constituye una infidelidad y qué no no siempre es sencillo. De hecho, depende en gran medida de los valores, las expectativas y las creencias de cada persona y cada pareja. Para algunos, el engaño únicamente está presente si se tiene sexo con una persona diferente al compañero; para otros, la intimidad emocional o el intercambio de mensajes por internet ya representa un engaño.
En cualquier caso, al sentir que la pareja ha traicionado la confianza que se había depositado sobre ella, se desencadena una serie de dolorosos procesos a nivel psicológico. Estos no solo afectan en la inmediatez del corto plazo, sino que pueden perdurar con el tiempo. Entre los principales están los siguientes:
Autodevaluación y pérdida de autoestima
Una de las primeras reacciones que aparecen en quienes han sido víctimas de una infidelidad es el cuestionamiento hacia uno mismo. ¿Qué hice mal para que esto sucediera?, ¿no soy suficiente?, ¿qué le ha faltado a mi pareja conmigo?, ¿por qué es mejor la otra persona?…
Todas estas cuestiones atentan directamente contra el propio valor y dañan profundamente la autoestima. La persona comienza a desvalorizarse, a sentirse inferior e inadecuada y esto puede repercutir en todas las áreas de su vida.
Culpa y vergüenza
Aunque cabría esperar que fuese el infiel quien experimentase vergüenza y culpabilidad, en realidad el engañado también suele vivir grandes dosis de estas emociones. De algún modo, puede sentir que lo ocurrido es un fracaso personal, que es su responsabilidad y que, de enterarse las personas del entorno, sería él o ella quien quedaría en ridículo.
Esto puede llevar al aislamiento, el ocultamiento y la represión de emociones. La persona puede no permitirse expresar su disgusto o su decepción a fin de evitar críticas y juicios ajenos. Así, vivirlo en silencio y negarse la ventilación emocional solo incrementa el malestar.
Pérdida de confianza
Una de las más evidentes consecuencias de una infidelidad es la pérdida de confianza. Esa seguridad mutua que tanto costó construir se derrumba totalmente ante el engaño y la víctima se ve sumida en la incertidumbre.
Todo lo que creía saber y conocer sobre su compañero y la relación debe revisarse ahora desde otro prisma, y todas las certezas y verdades que hacían sólida la relación se vuelven irrelevantes.
Esto puede llevar a muchas personas a decidir terminar definitivamente la relación, pues no se ven capaces (ni están dispuestas) a volver a depositar su fe en quien las traicionó. Incluso en aquellos casos en los que se decide continuar y se intenta reparar el daño, la falta de confianza se vuelve un enorme lastre que no siempre se logra superar.
Además, cabe mencionar que esta desconfianza puede extrapolarse a futuras relaciones. El impacto emocional causado por el engaño puede llevar a la víctima a volverse recelosa y suspicaz, y a mostrarse descreída en futuros vínculos. Así, las repercusiones a largo plazo pueden ser severas.
Ira, rencor y resentimiento
La ira y la rabia son emociones muy presentes al descubrir una infidelidad. Especialmente al inicio, pueden inundar completamente a la víctima, Si no se gestionan adecuadamente, pueden quedar enquistadas y limitar el futuro de la persona. Cargar con el peso del odio y el rencor aleja a la víctima de la recuperación y de la búsqueda de la felicidad; entorpece su sanación y puede impedir la creación de nuevos vínculos.
Si se continúa con la pareja tras el engaño, el resentimiento y el rencor pueden hacer mella en el día a día, restringiendo las expresiones de afecto, la comunicación constructiva y la sexualidad. Algo que no hace sino ampliar la brecha ya existente entre ambos y acrecentar la insatisfacción con el vínculo.
Ansiedad y depresión
Por último, entre las consecuencias de una infidelidad se encuentran diversos trastornos psicológicos. Las víctimas de una traición suelen experimentar elevados niveles de ansiedad por la incertidumbre en la que se ven sumidos y pueden desarrollar un cuadro depresivo que lleve incluso a la ideación suicida. En algunos casos, el impacto emocional de la infidelidad es tan grande que puede desencadenar un trastorno de estrés postraumático.
Las consecuencias de una infidelidad no impactan solo en la víctima
Es evidente que la persona engañada es quien sufre en mayor medida las secuelas de la infidelidad, pero no es la única. Quien engaña puede sentir grandes dosis de culpa, vergüenza y remordimiento, y sufrir enormemente por el deterioro del vínculo y el daño causado. Pero, más allá de esto, cabe mencionar que incluso los hijos de la pareja pueden verse afectados por lo ocurrido.
Los niños pueden percibir el cambio en sus progenitores, resentir su falta de atención y disponibilidad, y sentirse también traicionados y engañados ante la infidelidad. Esto puede llevarles a convertirse a su vez en personas infieles o, por el contrario, a desconfiar y ser sumamente intolerantes en sus propias relaciones adultas.
En definitiva, una infidelidad impacta en muchas vidas y sus repercusiones pueden ser duraderas. Por ello, si la relación resulta insatisfactoria, si se sienten carencias personales o respecto al compañero, es conveniente buscar ayuda profesional. En cualquier caso, tener la valentía para sincerarnos y dejar la relación si ya no es lo que deseamos siempre será mucho más maduro y emocionalmente responsable que traicionar la confianza del compañero.
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