Sepsis meningocócica, una grave enfermedad a conocer

La sepsis meningocócica es una enfermedad grave, causada por la diseminación de meningococos en el torrente sanguíneo y varios órganos. Da lugar a la formación de trombos que pueden desembocar en gangrena y otras complicaciones.
Sepsis meningocócica, una grave enfermedad a conocer
Elisa Martin Cano

Revisado y aprobado por la médica Elisa Martin Cano.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 25 mayo, 2023

La sepsis meningocócica es una urgencia médica que, por lo mismo, debe ser atendida con máxima premura. Se trata de una enfermedad que progresa rápido y que puede llevar a un shock y a una falla simultánea en varios órganos del cuerpo.

Esta condición se deriva de una infección por meningococo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que hay alrededor de 500 000 nuevas infecciones de este tipo por año. Mueren entre el 20 y el 50 % de quienes desarrollan sepsis meningocócica.

La enfermedad meningocócica

La enfermedad meningocócica es aquella provocada por un meningococo. Esta es una bacteria que produce enfermedades graves y que se adquiere por contacto con las gotitas que expulsa una persona infectada, al toser o estornudar.

Algunos individuos son muy sensibles a esta bacteria, pero la ciencia ignora el por qué. Lo cierto es que este microorganismo invade en forma progresiva la nasofaringe. El intervalo entre el contagio y la aparición de los síntomas es de unos 10 días, aunque pueden ser menos.

Luego de esto, el meningococo traspasa la mucosa y penetra en el torrente sanguíneo. La presentación más común de este tipo de enfermedad es la meningitis o inflamación de las meninges, que son unas membranas que recubren el cerebro y la médula espinal.

Uno de los posibles efectos de la enfermedad meningocócica es que se presente una sepsis meningocócica. Esta es una condición muy grave, con alta tasa de mortalidad. Así mismo, quienes sobreviven a ella pueden tener secuelas permanentes.

Mujer con síntomas de meningitis
La sepsis meningocócica puede iniciarse en una meningitis con sus síntomas típicos, como fiebre y cefalea.

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La sepsis meningocócica

La sepsis meningocócica es una modalidad de shock séptico. Este último es una condición médica en la que los tejidos y los órganos no reciben suficiente aporte de oxígeno y nutrientes; esto lleva a que haya una muerte paulatina de las células y una falla general que puede conducir a la muerte.

La multiplicación del meningococo en la sangre forma coágulos. Estos dificultan la circulación en uno o varios órganos o extremidades, provocando gangrena. De forma paradójica, también se producen hemorragias de difícil control.

Se estima que una de cada cuatro personas con esta enfermedad va a requerir la amputación de una extremidad. Así mismo, la sepsis provoca lesiones en la piel que generan cicatrices  y dan lugar a deformidades. Estas últimas, con frecuencia, deben ser tratadas con cirugía y tienen un proceso de curación muy lento.

Síntomas y manifestaciones

Los síntomas de la sepsis meningocócica son muy amplios. Al principio, puede aparecer fiebre leve, pero son muchos los casos en los que esto se convierte en fallo multiorgánico y muerte en cuestión de horas.

Lo habitual es que en las primeras cuatro a seis horas se presenten síntomas comunes a los de cualquier infección viral: fiebre, escalofríos, mareos, náuseas, dolor de cabeza y debilidad. También es posible que haya diarreas y vómitos.

Además de esas manifestaciones, los síntomas típicos de la sepsis son los siguientes:

  • Piel pálida y con manchas.
  • Respiración acelerada.
  • Temblores en manos y pies fríos.
  • Somnolencia y confusión.
  • Presión sanguínea baja.
  • Dolor en las articulaciones o en las extremidades.
  • Erupción cutánea tipo rash: la erupción derivada de la sepsis tiene una apariencia de pequeñas manchas rojas y brillantes. Estas pueden juntarse y adoptar la forma de hematomas recientes. No todas las personas en esta condición las presentan.

Diagnóstico y tratamiento

La sepsis meningocócica puede presentarse con meningitis o sin esta. Lo habitual es que el diagnóstico se haga a partir de un examen de sangre, un hisopado nasal y de fauces, radiografía de tórax y muestra de heces.

El tratamiento de la enfermedad se lleva a cabo en un hospital o un centro médico, pero no requiere aislamiento. El abordaje convencional incluye cuatro medidas:

  • Administración de antibióticos: estos deben suministrarse de manera precoz. Si existe un foco séptico o de infección visible, este debe drenarse.
  • Fluidos: se lleva a cabo una hidratación parenteral con el objetivo de rellenar el espacio vascular y sostener la presión sanguínea, de manera que no se llegue a la hipotensión extrema.
  • Uso de drogas vasoactivas: estos fármacos contrarrestan los cambios cardiocirculatorios que, a su vez, son resultado de la inflamación provocada por la sepsis.
  • Medidas de soporte vital: incluyen administración de oxígeno, intubación traqueal y ventilación mecánica. Si hay hemorragia, se suelen utilizar coagulantes y plasma fresco congelado.
Vacunación contra el meningococo
Las vacunas contra el meningococo son útiles para disminuir la circulación de estas bacterias en la población.

Prevención de la sepsis meningocóccica

La prevención de la sepsis meningocócica tiene que ver, en primer lugar, con evitar el contagio de una enfermedad por meningococo. Hay dos vacunas disponibles para contribuir en ese propósito:

  • Vacuna neumocócica: protege contra la meningitis por neumococo. Se aplica de rutina a los bebés y, con frecuencia, a las personas mayores de 65 años. Se ha especulado con la posibilidad de que ofrezca una reacción cruzada y prevenga, por similitud, las infecciones por meningococo. De todas maneras, por el momento solo se debe considerar efectiva frente al S. pneumoniae.
  • MenC: ofrece protección contra el grupo de meningococos del tipo C. Se aplica a los bebés y está a disposición de cualquier persona menor de 25 años.

Las vacunas no protegen contra todos los tipos de meningococos, pero reducen en gran medida la distribución de las bacterias más vinculadas al problema. Otras pautas de prevención son la limitación del contacto con personas enfermas, el lavado frecuente de manos y la higiene de los objetos de uso personal.


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