¿Qué es el solipsismo y cuál es su idea?
El solipsismo es una corriente filosófica que defiende que lo único que existe es la propia consciencia; de manera que todo aquello a lo que llamamos “realidad” es creado por la mente. En otras palabras, se trata de una postura filosófica que sostiene que nada existe, excepto los contenidos creados por la propia consciencia.
Esta idea estuvo presente en las teorías de grandes filósofos como René Descartes y George Berkeley. A continuación presentamos los postulados de esta corriente y discutimos las críticas que ha recibido.
Principales ideas del solipsismo
El término solipsismo proviene de las palabras latinas solus, que significa “solo”; e ipse, que refiere a “uno mismo”. Por tanto, su significado en español sería “solo uno mismo”.
De esta forma, la palabra trae la idea de que solo existe la propia consciencia y que el resto del universo (incluyendo los demás seres humanos), no son más que un producto de la mente o la imaginación humana.
Solo se puede confirmar la propia existencia
En este caso, el solipsismo defiende que de lo único que podemos tener certeza es de nuestra propia existencia. Por lo tanto, nunca podremos comprobar que todo lo demás realmente existe.
Las experiencias propias son privadas
Es imposible conocer las experiencias y sensaciones de los demás, así como tampoco podemos saber si son como las de uno mismo.
El yo es lo único que existe realmente
Lo que se conoce como mundo exterior es una percepción de mi propio yo. De manera que todo se reduce a él y no hay nada que exista independientemente a él.
Los pensamientos propios son los únicos verdaderos
Pues no hay nada más en el mundo que el individuo y su consciencia. Por lo tanto, los contenidos de esta son los únicos elementos de la realidad realmente verdaderos.
La ciencia objetiva no tiene sentido
Dado que todo conocimiento se crea en la mente del individuo, no tiene sentido hablar de una ciencia que estudia objetivamente el mundo externo y las leyes que lo rigen.
Las cosas son en la medida que se perciben
Para el solipsismo, las cosas solo pueden existir si el sujeto las está pensando o percibiendo. Cuando no están en la mente del individuo, estas desaparecen o dejan de ser.
Tipos de solipsismo
Dentro de esta corriente se pueden identificar diferentes posturas solipsistas. Lo que ha permitido el surgimiento de una tipología.
Solipsismo metafísico u ontológico
Esta es la versión más radical y apoya la premisa de que lo único que existe es la propia consciencia y todo lo demás es dependiente de ella. Un exponente de este tipo de solipsismo sería George Berkeley, quien rechazó la existencia objetiva de la realidad, tanto inmediata como material.
Esta se encontraría supeditada a la percepción del hombre. En otras palabras, la mente sería el único lugar en donde se encuentra la verdadera existencia de las cosas.
Solipsismo gnoseológico
No niega necesariamente la existencia de una realidad externa a la consciencia. Pero sí afirma que lo único cognoscible es aquello que proviene de la mente, como las propias ideas y sensaciones. Por lo tanto, los contenidos de la consciencia son el único objeto de estudio válido
Este sería el solipsismo que plantea Descartes, quien afirmaba que el verdadero conocimiento se obtenía explorando las propias ideas a través de la razón. En este caso, conocemos las cosas a partir de las ideas que se forman de ellas en nuestra consciencia y que se obtienen a partir de lo que percibimos.
En esta misma línea encontramos a Christine Ladd-Franklin, quien defendía que el ser humano se encuentra mediatizado y limitado por su forma de aprehender el mundo exterior. Por lo que la única certeza que tenemos es la propia percepción. Lo demás no puede ni conocerse ni asegurarse.
Solipsismo metodológico
Afirma que uno solo y por sí mismo puede llegar al conocimiento verdadero, independientemente de toda comunicación social.
Solipsismo empático
Sostiene que es imposible entender con precisión la experiencia de otros seres sintientes. De esta forma, siempre estaremos aislados de los demás, a pesar del contacto social que tengamos. Uno de los exponentes más representativos de esta corriente es Thomas Nagel.
Criticas al solipsismo
Si bien es cierto que de lo único que podemos tener mayor certeza es de nuestra propia existencia, también es verdad que hay argumentos solipsistas que son insostenibles. Y esto último lo han sabido reflejar los detractores de esta corriente.
Una objeción al solipsismo sería que, si la propia consciencia es la que produce toda la realidad, ¿por qué alguien se encargaría de crear dolor y sufrimiento para sí mismo? Otra crítica sería en torno al lenguaje. ¿Para qué necesitamos un sistema de comunicación si las demás personas no existen fuera de nuestra mente?
Por su parte, también se podría cuestionar la idea de muerte en el solipsismo, sea esta de forma natural o provocada. Cuando una persona muere, ¿la mente sobrevive o perece con el cuerpo? Y si alguien nos arrebata la vida, ¿el ataque es imaginario? Si es así, ¿por qué acabaríamos con nuestra propia vida?
Ante el cuestionamiento sobre el dolor y el sufrimiento, un solipsista podría responder que el dolor que nos provocamos tiene una finalidad. Ya sea una especie de karma inconsciente o una forma de experimentar emociones nuevas.
Asimismo, otro contraargumento solipsista para la existencia del dolor sería la necesidad de no aburrirse. En este caso, el dolor experimentado surge para entretenernos.
Mientras que para los detractores del solipsismo el lenguaje sirve para comunicarse con otros humanos que realmente existen, los solipsistas admiten que los demás no existen, así que nos inventamos un lenguaje para entretenernos al imaginar que hablamos.
Lo subjetivo para pensar y pensarnos
No todas las posturas solipsistas son tan radicales como la ontológica o metafísica, que niega la existencia de un mundo exterior. Por lo que podemos encontrarnos con corrientes que afirman el solipsismo en un ámbito de la realidad, como puede ser el conocimiento o las relaciones sociales.
Sea cual sea el caso, es importante que reflexionemos hasta qué punto la subjetividad humana permea nuestras vidas.
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