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Teoría de la objetificación: qué es y cuáles son sus consecuencias

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La teoría de la objetificación muestra cómo ciertos procesos fragmentan a una persona y la cosifican, atribuyendo más valor a su aspecto que a otras cualidades.
Teoría de la objetificación: qué es y cuáles son sus consecuencias
Maria Fatima Seppi Vinuales

Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fatima Seppi Vinuales

Última actualización: 25 mayo, 2023

«Soy más que una cara bonita»esta es una frase que bien podría estar estampada en una remera. Sin embargo, si la desmenuzamos un poco, podemos detectar una dicotomía; la belleza y el cuerpo vs. la inteligencia u otras cualidades, como si fueran términos excluyentes.

Como si el cuerpo fuera el todo de una persona o hubiera que demostrar un valor adicional, más allá del cuerpo en sí. Como si allí se depositara el valor de alguien.

De eso se trata la teoría de la objetificación; viene a dar cuenta de los procesos que intervienen en la cosificación de las personas, en su reducción a «una sola parte» y en las consecuencias que esto provoca. Veamos qué es exactamente.

¿En qué consiste la teoría de la objetificación?

La teoría de la objetificación pone el acento en los procesos por los cuales las personas son tratadas como objetos. El efecto es que aquello que cobra énfasis, la «cosa u objeto», cobra prioridad sobre la persona en su totalidad.

Si bien se aplica a diferentes casos, como una crítica al capitalismo o los jefes que vuelven objetos a sus empleados (medios para un fin), lo cierto es que su mayor presencia se da en lo que se refiere a las mujeres y su cuerpo. Dicho de otro modo; la cosificación del cuerpo de las mujeres y las niñas.

Por otro lado, uno de sus mayores inconvenientes radica en el efecto que provoca esa mirada o esa valoración objetual; la propia internalización de la visión de uno mismo como un objeto.

Por ejemplo, aplicado al cuerpo en el caso de las mujeres, esto se traduce en la vivencia de que las personas pondrán atención a su cuerpo y en el hecho de pensarse más valiosa o menos, en función del mismo. De este modo, el resto de sus cualidades personales pierden importancia.

Historia de la teoría de la objetificación

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La teoría de la objetificación explica la excesiva preocupación que existe hoy en día en torno al aspecto físico.

En la historia del desarrollo de la teoría de la objetificación, podemos citar diferentes contribuciones. Una de ellas, de la mano de profesionales provenientes de la psicología y la sociología, tales como William James o Charles Cooley, que investigaron sobre el concepto del yo del espejo.

Esta teoría sostiene que lo que otras personas ven en nosotros tiene un efecto sobre lo que pensamos sobre nosotros mismos, es decir sobre nuestra propia autopercepción.

Este impacto se da a través de tres caminos; mediante la idea que me hago sobre cómo me ven, según el juicio que hago sobre ello (positivo, negativo) y por la emoción que eso me provoca.

Incluso, hay estudios que enfatizan que al incorporar la visión de «autocosificación», las mujeres pueden perder el interés por otros asuntos que no estén relacionados con el cuerpo o por el desarrollo de otras habilidades.

También se pueden citar los aportes de Fredrickson y Roberts, que datan del año 1997, en los que se habla del papel del género en la socialización diferencial de hombres y mujeres. Actúa poniendo el valor de ellas en su cuerpo y, a la inversa, el poder que los hombres se atribuyen para disponer de él.

De allí que sea oportuno referir que la objetificación tiene un género muy marcado; las mujeres. No se expresa de igual modo en el caso de los hombres, ya que en general son ellas las que son cosificadas, especialmente en lo relativo a su cuerpo.

Esto tiene un impacto no solo a nivel social y cultural (el lugar y el significado que se les da a las mujeres) sino también —y de manera considerable— a nivel psicológico.

¿Cuáles son sus consecuencias?

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La gran presión existente en la sociedad actual sobre el cuerpo de las mujeres puede llevar a deterioro en la autoestima a cualquier edad.

Vivimos en una sociedad que establece estándares sobre lo deseable y lo que no lo es, y ello se traduce en ciertos mandatos sobre el cuerpo. Así, nos encontramos con prescripciones masivas sobre los cuerpos «perfectos», que impactan en el bienestar de mujeres y niñas.

Por ejemplo, no es casual que la mayor prevalencia de trastornos del comportamiento alimentario se presente en esta población y desde tempranas edades.

En muchos casos, el «culto al cuerpo» se convirtió en una obsesión que se expresa desde un cuidado exagerado hasta cirugías estéticas sin fin. También en la «eterna juventud» que se quiere imprimir sobre el cuerpo.

Esto puede provocar una baja autopercepción, con sentimientos de vergüenza, ansiedad e inseguridad por no encajar en este tipo ideal.

Por otro lado, la hipersexualización de los cuerpos también es un síntoma de su objetificación. Entre las consecuencias a nivel social nos encontramos a un nivel más visible y violento con el tráfico sexual de mujeres (el cuerpo como mercancía), sostenido por una estructura patriarcal de dominio de los hombres.

Pero también hay formas más sutiles; el ingreso gratuito de las mujeres a una discoteca como «anzuelo» para que ingresen más hombres. Ellas son «el producto».

La cosificación puede darse en todo tipo de relaciones. Es decir, no hablamos únicamente del acoso callejero, sino que también puede presentarse en relaciones de cercanía.

¿Qué hay que recordar?

En primer lugar, hay que tener algo claro; la objetificación o la cosificación de las mujeres y niñas es una forma de violencia estética, que deshumaniza a las personas, las «fragmenta» y las convierte en objetos.

Es necesario concientizar sobre los estereotipos de género para eliminarlos, ya que que conceden mayor valor al cuerpo femenino y su belleza, en lugar de promover otras cualidades como la inteligencia.

Por otro lado, y dadas las consecuencias sobre la autoestima de las mujeres, es importante desmontar esas creencias tan internalizadas, que llevan a que solo se perciban como valiosas en tanto tienen un cuerpo para ofrecer.

Es necesario el reconocimiento de todas las otras cualidades que tiene una persona, más allá de «ser una cara bonita», como comentamos al principio. Una persona no puede ser reducida a su cuerpo.


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  • Moya Garófano, A. Cosificación de las mujeres: Análisis de las consecuencias psicosociales de los piropos. Granada: Universidad de Granada, 2016. [http://hdl.handle.net/10481/43577].
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