Tratamiento de la neumonía
Revisado y aprobado por el médico José Gerardo Rosciano Paganelli
El tratamiento de la neumonía dependerá, en primera instancia, del tipo de neumonía que presente el paciente. En este sentido, el médico deberá tener en consideración una serie de factores importantes para determinar cuál será el tratamiento más adecuado. Entre dichos factores, se encuentran la sintomatología y la edad del paciente.
Descubre en este artículo todo lo que debes saber sobre el tratamiento de la neumonía. ¡Sigue leyendo!
Tipos de neumonías
Las neumonías se pueden dividir en dos categorías principales:
- Comunitarias. Estas son son las que se adquieren día a día.
- Hospitalarias. Se refiere a aquellas que surgen en pacientes que se encuentran hospitalizados. En estos casos, la neumonía presenta mayor gravedad, ya que no son el único padecimiento que se debe tratar en la persona, sino que está presente como una complicación adicional. Estas suelen ser infecciones por bacterias que se encuentran presentes en el hospital y que resultan ser más resistentes en personas que se encuentran débiles o en proceso de recuperación de otros padecimientos.
Todas las neumonías pueden llegar a sepsis, que consiste en la expansión de la infección por el torrente sanguíneo. Al llegar a la sepsis, las neumonías pueden conducir a la muerte en personas mayores y en individuos inmunodeprimidos. Por ello, es muy importante establecer un tratamiento adecuado para cada caso, en función de sus necesidades.
Si bien se han desarrollado varios tratamientos para los distintos los grupos de pacientes, no hay que precipitarse y caer en generalizaciones.
El médico es la persona más indicada para decidir cuál de todos los tratamientos se ajusta mejor a cada paciente. Se encuentra mejor capacitada para determinar qué puede resultar más efectivo para la recuperación del organismo en función de las circunstancias.
¿Cómo se produce la neumonía?
La neumonía se produce por el contagio con bacterias, virus u hongos. De acuerdo a la causa o etilogía, se podrá determinar un tipo de tratamiento u otro. Para ello, revisaremos las 3 causas de esta patología:
Ver también: Remedios caseros con ajo para la neumonía
Neumonías víricas
El ejemplo más evidente de este tipo de neumonía, es cuando esta se produce tanto por el virus de la gripe como de la varicela.
Neumonías bacterianas
- Neumococo.
- Estafilococo.
- Bacilos Gram negativos (-)
- Haemophilus influenzae.
- Klebsiella pneumoniae.
- Escherichia coli.
- Pseudomonas aeruginosa.
En este grupo, también hay las llamadas neumonías atípicas, que suelen ser aquellas en las que existe una evolución más lenta. Tienen un cuadro clínico no tan evidente y sus agentes causales resultan ser menos comunes que en otros casos.
Las bacterias que causan las neumonías atípicas son: Legionella pneumophila; Mycoplasma pneumoniae; Clamydia pneumoniae.
Neumonías fúngicas
Este tipo de neumonía se produce por la presencia organismos fúngicos. Por ejemplo, la cándida o Pneumocystis jiroveci.
Cabe destacar que este tipo de neumonía se presentan de manera más habitual en pacientes inmunodeprimidos. Por ejemplo, aquellos pacientes con VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana) o SIDA (Sistema de la Inmunodeficiencia Adquirida).
Tratamiento de la neumonía
En líneas generales, el tratamiento de la neumonía consiste en la administración de antibióticos al paciente. Dependiendo de la causa, las características de la infección y del estado de salud general del paciente, se escoge un antibiótico en particular, o se opta por una combinación de varios antibióticos.
A continuación, se presentan los tipos de tratamiento en función de la etiología.
Neumonía por neumococo
El neumococo más común que causa esta enfermedad es el Streptococcus pneumoniae. Para este tipo de neumonía se administra amoxicilina, pero hay una elevada posibilidad de que exista resistencia a este antibiótico.
En ese caso de presentarse resistencia en el organismo, se recurre a los siguientes tipos de medicamentos:
- Cefalosporinas.
- Clindamicina.
- Cefuroxima.
- Eritromicina (cuando la infección llega a estados más graves).
También existe vacuna contra la neumonía estreptocócica. Está indicada en niños y personas mayores de 50 años, aunque no evita la neumonía causada por otros agentes causales, como los que se mencionaron antes.
Neumonía por estafilococo
Dentro de este grupo, el principal responsable es el Staphylococcus aureus. Este tipo de neumonía se trata con la administración de penicilinas resistentes a la penicilinasa bacteriana.
Entre ellas encontramos:
- Flucloxacillina. Esta contrarrestra la ß-lactamasa (penicilinasa) del microorganismo.
- Cefalosporinas: cefalotina, cefamandol.
- Clindamicina. De acción eficaz frente al 90 % de las cepas.
Neumonia por bacilos Gram negativos
Dentro de los Gram negativos, los principales causantes de la neumonía son los siguientes:
- Haemophilus influenzae.
- Klebsiella pneumoniae.
- Escherichia coli.
- Pseudomonas aeruginosa.
Y los tratamientos para cada uno de ellos son:
- Haemophilus influenzae. Existe vacuna frente el Haemophilus influenzae tipo b. Como medida profiláctica, se recomienda su administración en todos los niños. El fármaco de elección es el cotrimoxazol, una asociación antibiótica de trimetoprima-sulfametoxazol. Otros antibióticos son: cefalosporinas de espectro para Gram negativo, amoxicilina, fluoroquinilonas y azitromicina.
- Klebsiella pneumoniae. Esta bacteria es resistente a la ampicilina y también a un gran número de ß-lactamasas. A pesar de sus resistencias, es muy susceptible a antibióticos aminoglucósidos y cefalosporinas.
- Escherichia coli. El tratamiento de la neumonía causada por esta bacteria va a requerir una hospitalización del paciente para poder suministrarle un soporte respiratorio que le aporte una oxigenación adecuada. En este caso, también se opta por la administración de fluoroquinonas y cefalosporinas de 3ª generación como: cefixima, cefpodoxima, ceftibuten, cefdinir.
- Pseudomonas aeruginosa. Se debe realizar un cultivo para esta bacteria y el tratamiento adecuado debe establecerse según los resultados de este cultivo, ya que esta bacteria presenta resistencia a numerosos antibióticos.
Tratamiento de las neumonías atípicas
Neumonía por Legionella pneumophila
- El fármaco de elección frente a la Legionella es la eritromicina.
- Cuando la situación es de gravedad, se suele asociar eritromicina con rifampicina.
- También se utiliza ciprofloxacino o azitromicina, medicamentos de elección para otros especialistas.
Neumonía por Mycoplasma pneumoniae
La mayor parte de los pacientes infectados por esta bacteria puede superar la enfermedad tanto con tratamiento como sin él. En este caso, el antibiótico de elección es la eritromicina, pero también pueden emplearse otros como:
- Tetraciclina.
- Claritromicina.
- Azitromicina.
Neumonía por Clamydia pneumoniae
Esta bacteria suele producir una enfermedad grave como para requerir hospitalización. Además de ello, se suele administrar doxiciclina excepto en pacientes con afecciones crónicas asociadas a infarto de miocardio u otras complicaciones.
Otros fármacos muy utilizados en esta infección son la eritromicina y la tetraciclina. Estos se administran, en general, en un plazo de 10 a 21 días.
Tratamiento de la neumonía vírica
Cuando la infección de la neumonía es de origen vírico, se recomienda administrar antivirales como aciclovir para tratar las infecciones pulmonares causadas por herpes simple, herpes zóster o varicela. La neumonía por citomegalovirus (CMV) se puede tratar con ganciclovir, aunque no se ha demostrado la eficacia de este tratamiento en los pacientes con sida.
Algunos pacientes desarrollan después infecciones bacterianas que obligan al tratamiento antibiótico. En caso de que el paciente padezca de infección vírica, se recomienda la administración medicamentos orientados a disminuir la fiebre, el dolor y la tos.
Lee también: Neumonía o pulmonía
Tratamiento de la neumonía fúngica
Se administran antimicóticos:
- Anfotericina B.
- Fluconazol.
- Itraconazol.
- Flucitosina.
Estos fármacos pueden presentar efectos adversos. Debe ponerse en contacto con su médico si padece de alguno de ellos:
- Sensibilidad incrementada al sol (especialmente en los ojos).
- Fiebre.
- Escalofríos.
- Sarpullido cutáneo.
- Comezón.
- Diarrea.
- Náusea.
- Vómito.
Por último, es importante recordar que será el médico el encargado de recetar el tratamiento más oportuno en cada caso.
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