¿Cómo tratar a un familiar o a un amigo que nos miente?
Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña
Cuando nos topamos con una persona mentirosa en la calle, solo nos alejamos o le restamos importancia a lo que dice. Pero más de una vez nos hemos preguntado cómo tratar a un familiar o a un amigo que nos miente.
Son muchas las cosas que se nos pasan por la cabeza tras escuchar la primera mentira… ¿Lo encaramos o nos alejamos? ¿Cómo hacemos para convivir con esta persona a la que apreciamos, pero en la que no confiamos del todo?
Hablamos de situaciones difíciles porque nos debatimos entre el cariño y lo que es correcto, o incluso nos arriesgamos a sufrir cualquier tipo de daños. No obstante, hay formas de tratar al ser querido mentiroso, ya sea un adulto o un niño.
¿Cómo tratar a un familiar o a un amigo que nos miente?
Entender por qué un familiar o un amigo nos miente
Quizás ya hemos detectado la mentira y esto nos ha parecido un hallazgo impresionante que nos descoloca. Pero mucho más importante que eso es entender los motivos por los cuales la persona miente.
Esto nos indicará, entre otras cosas, si las mentiras son muy graves o si el ser querido es muy perjudicial como para mantenerlo cerca de nosotros. A decir verdad, no todas las mentiras son iguales; algunas son graves y otras, innecesarias.
Las personas pueden mentir para evitar un conflicto, por inseguridad propia o para reafirmarse frente a otros, tal y como señala este estudio publicado en el Behaviour & Law Journal. Estos casos no son tan problemáticos, pero si detrás de las mentiras hay adicciones, violencia, dinero o un perjuicio grave para nosotros, el asunto cambia del todo.
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No usar la palabra mentiroso
Encarar a un mentiroso pocas veces genera cambios positivos. Aunque tengamos todas las pruebas y la persona lo reconozca, esto no logrará que deje de mentir. Peor aún; esto le pondrá en alerta y le hará sentir desconfianza.
Todo ello significa que el engañado no es el único que desconfía: los mentirosos que se sienten atrapados también entran en esa dinámica con facilidad.
Señalando o interpelando solo fomentaremos que ellos afinen sus engaños para evitar ser descubiertos. Lo mejor, en todo caso, es ir un paso adelante para evitar conflictos o mentiras incluso mayores.
La confianza y la sinceridad
Un familiar o un amigo que nos miente no es solo alguien descartable. Por eso, nos corresponde cambiar la situación. Hay que tratar de incentivar sentimientos e interacciones positivas que mejoren la relación interpersonal. Nuestro discurso debe dirigirse a rescatar la importancia de la confianza y de la sinceridad en todo momento. Después de todo, ni siquiera a un mentiroso le gusta que le mientan.
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Tomar las medidas para que no nos sorprenda
Aquellos que esperan algo de una persona mentirosa van perdiendo la confianza de manera progresiva. Y, con ella, lo que sigue son estados de inseguridad debido a que no sabemos lo que puede pasar. Esto es a lo que llamamos incertidumbre.
Es evidente que siempre vamos a desear que este ser querido cambie, pero si algo nos enseña la vida es que la gente no cambia. Mucho mejor que mantener la esperanza es tener una actitud realista, sabiendo que los peores escenarios siempre pueden ocurrir.
Recordemos que los mentirosos crónicos son egoístas, poco comprometidos y con una capacidad enorme de meternos en problemas, como expone este trabajo llevado a cabo por el médico psiquiatra Carlos Sirvent Ruíz. Por eso, lo idóneo es tomar precauciones y no esperar nada de un familiar o de un amigo que nos miente.
Tener una postura o decisión personal
Si tenemos un familiar o un amigo que nos miente, lo prudente es impedir que él maneje nuestras vidas o que tenga un rol decisivo en ella. Su mentira debe ser una llamada de alerta para dejar de contar con él y tomar las riendas de nuestro propio devenir.Una vez enterados de la actitud nociva tenemos dos alternativas. O bien somos su víctima o solo nos encargamos de crear una dinámica de convivencia en la que no seamos afectados. Todo es posible con actitud, un poco de astucia y sentido común.
Esto significa que no siempre existirá la necesidad de alejarnos del todo si se trata de un progenitor, un hijo, un hermano o, incluso, un gran amigo. Pero establecer límites, evitar la dependencia y no encargarles responsabilidades abrumadoras sí será indispensable.
¿Y si tenemos un familiar o un amigo que nos miente al cual le tenemos mucho aprecio?
Lo importante es evitar el desgaste emocional. Tomar distancia no tiene que estar relacionado con dejar de querer. Brindemos el apoyo en la medida de lo posible para tratar a familiar o a un amigo que nos miente.
Por último, si las mentiras nos traen consecuencias problemáticas, entonces, quizás sea hora de pensar en el distanciamiento. Tener en nuestras vida a alguien que nos miente puede ser peligroso, agotador y ponernos en situaciones comprometedoras.
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