7 consejos para educar niños tercos o de carácter fuerte
Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz
Aquellos padres que tienen más de un hijo pueden dar fe de que el carácter de cada niño es diferente. Incluso, puede que hayas llegado a comparar a tu pequeño con otros niños de su edad y te hayas preguntado por qué no es igual de tranquilo, obediente o adaptable. Tener un hijo con un temperamento difícil es todo un reto, pero también puede ser una experiencia maravillosa si sabemos cómo llevarlo. Por ello, te ofrecemos algunas claves para educar niños tercos.
En primer lugar, conviene resaltar que tener un carácter fuerte no es un defecto, en absoluto. No es algo que debamos mirar con desagrado. De cara a la crianza, resulta más sencillo educar a un niño de temperamento fácil, pero estos pequeños a los que consideramos tercos son, en realidad, líderes en potencia, niños con las ideas claras, ganas de explorar y de comerse el mundo. ¿Por qué habríamos de querer arrebatarles estas cualidades?
Comprendiendo sus virtudes y sabiendo adaptarnos a sus necesidades, podremos acompañarles para que desarrollen todo su potencial. Y, por supuesto, por el camino nos enseñarán valiosas lecciones que nos transformarán como padres y como personas. Si estás listo para afrontar esta aventura, a continuación te mostramos algunos consejos útiles.
Niños tercos: niños con un temperamento difícil
Si sientes que tu hijo es terco o que tiene un mal carácter, en realidad posiblemente se trate de un niño con temperamento difícil. Este es uno de los tres tipos de temperamento infantil postulados por Alexander Thomas y Stella Chess tras una extensa y completa investigación. Está presente aproximadamente en el 10 % de los niños y muestra unas características ya identificables desde los primeros meses:
- Tienden a experimentar emociones negativas con frecuencia. Por ello, suelen llorar a menudo y mostrarse irritables.
- Es complicado establecer y seguir rutinas de sueño, alimentación o de otro tipo con ellos. Son bastante impredecibles.
- Les cuesta adaptarse a los cambios, a las novedades y a las personas extrañas.
- No toleran la frustración. Todo ha de ser como ellos quieren y en el momento en que ellos quieren. Pueden responder con ira cuando son obligados a algo.
- Necesitan atención y estimulación constante. Pueden aburrirse fácilmente, pero también dan todo de sí mismos cuando la tarea les motiva.
Es importante recordar que no se trata necesariamente de niños agresivos, maleducados o con problemas de conducta. Únicamente, tienen un carácter que puede desafiar a aquellos padres que busquen únicamente la obediencia; sin embargo, educando desde otra perspectiva se pueden obtener grandes logros.
¿Cómo educar niños tercos o de carácter fuerte?
Si tu hijo entra en esta categoría, estas son algunas pautas de crianza que pueden serte de utilidad:
Permítele elegir
Como ya habrás comprobado, para los niños tercos no hay nada peor que tener que someterse a voluntades ajenas; ellos tienen sus propias ideas y desean seguirlas. Por ello, en lugar de dar órdenes, puede ser más efectivo ofrecer una serie de opciones controladas entre las que el niño pueda elegir.
Bien sea respecto a su vestimenta, a la alimentación o a las actividades en las que emplear el tiempo libre, prueba a exponerle diversas alternativas y déjale escoger. Esto le hará sentir escuchado e involucrado y evitará los conflictos que surgen cuando se dan órdenes de forma frontal y unilateral.
Ofrece explicaciones y dialoga
Los niños con un carácter fuerte o un temperamento difícil suelen responder muy bien al diálogo. Tanto si se trata de cumplir una norma como de realizar una tarea nueva o afrontar una situación que le resulta desagradable, dedica tiempo a explicarle el por qué. ¿Por qué es necesario que esto se haga de esta forma determinada?, ¿por qué ha de irse del parque?, ¿por qué tiene que pasar la noche con sus abuelos?…
Aunque te parezca muy pequeño para comprender, esta conversación hará que esté más predispuesto a aceptar la situación. De nuevo, con esta explicación sentirá que es tenido en cuenta y que sus padres no buscan únicamente imponerse sobre él.
Empatiza y valida sus emociones
Estos pequeños suelen experimentar frecuentes emociones negativas. Para los padres, en el día a día, esto supone un engorro y un fastidio. ¿Por qué tiene que montar un berrinche con algo tan simple como tener que ir a bañarse o levantarse a tiempo? Esto puede llevarnos a perder los nervios y tratar de moverlos a la fuerza; en cambio, es mucho más productivo tomarnos un momento para empatizar con ellos.
Por ejemplo, podemos decir: «entiendo que te estás divirtiendo mucho jugando y no te apetece ir a bañarte. A mí también me cuesta dejar las actividades que me divierten. Sin embargo, si vas ya a la bañera, luego tendremos un ratito para leer un cuento».
Aplica la cooperación
Aunque damos por hecho que los niños han de obedecer a sus padres, a ninguno de nosotros nos gusta que nos den órdenes; y, en estos niños, este rechazo a la autoridad puede estar más marcado. Por ello, puedes probar a emplear una actitud cooperativa. «Vamos a recoger los juguetes», «pongamos la mesa juntos»… Este tipo de frases y actitudes suelen dar mejor resultado que un simple: «haz esto ahora porque yo lo digo».
Controla y regula tu propia emocionalidad negativa
Este es un punto clave que no debemos perder de vista. Criar a un niño terco resulta desafiante y puede despertar nuestra propia ira y desesperación; podemos perder los nervios, angustiarnos, gritar o amenazar con demasiada frecuencia, pero esto solo incrementa el malestar del niño y agranda los conflictos.
Es fundamental que los padres sepan aplicar el autocontrol y regular sus propias emociones, mantener un tono de voz adecuado y ser pacientes. Solo de este modo el niño podrá calmarse y aprender de su ejemplo.
Interésate genuinamente por él
Los niños tercos o de carácter fuerte tienen mucho que decir y desean ser escuchados. Para ellos, es un verdadero regalo que sus padres se interesen por sus opiniones, por sus deseos y sus gustos; que los escuchen y les den un espacio para expresarse en lugar de simplemente dirigir su vida. Por ello, interésate genuinamente en tu hijo, en sus aficiones y en sus pasiones; pasa tiempo con él, alienta sus iniciativas y comparte sus gustos.
Esto ayudará a forjar una relación sana y sólida, de confianza, amor y respeto mutuos. Y, desde este punto, será mucho más sencillo lograr la cooperación del niño.
Aprécialo incondicionalmente
Por último, evita comparar a tu hijo con otros niños. Es cierto que tal vez sus hermanos, sus primos o sus compañeros tengan un temperamento más fácil, sean más adaptables o menos exigentes, pero esto no hace a tu hijo peor que ellos. A nadie le gusta ser comparado y menospreciado, especialmente por las personas que más ama en el mundo.
Por ello, comienza a valorar las virtudes de tu hijo, aquello que le hace único; incluso, los beneficios que trae ese carácter fuerte, que son muchos. Aprecia su liderazgo, su ingenio y ocurrencia, sus emociones apasionadas… no trates de cambiarlo y, por el contrario, ámalo tal y como es.
Educar niños tercos es una experiencia de aprendizajes
Si tienes en tu hogar un «niño terco», ten por seguro que su crianza te transformará. Él ha llegado a romper tus paradigmas y a cambiar tus esquemas. Te obligará a ser más flexible, más empático y más paciente. Te animará a conectar con tus propias emociones para poder gestionarlas y a dejar de buscar el control.
Entenderás que la paternidad no consiste en dar órdenes, sino en acompañar el crecimiento de otro ser humano de la forma en que este lo necesita. Y, pese a que sea más agotador de lo esperado, también será sumamente gratificante. ¡Disfruta del viaje!
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- Alto, E., Galián, M. D., & Huéscar, E. (2007). Relaciones entre estilos educativos, temperamento y ajuste social en la infancia: Una revisión. Anales de Psicología/Annals of Psychology, 23(1), 33-40.
- Thomas, A., & Chess, S. (1985). Genesis and evolution of behavioral disorders: From infancy to early adult life. Annual Progress in Child Psychiatry & Child Development, 140–158.
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