El abuso emocional: efectos a corto y largo plazo
Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña
Quizás, a primer vista, el abuso emocional no sea tan evidente como el físico. No obstante, sus secuelas existen y persisten tanto o incluso más que las de la violencia física. Y, no obstante, a muchos les cuesta catalogarlo como una forma de abuso, maltrato o violencia.
El abuso emocional
Como su nombre indica, el abuso emocional es una forma de abuso que una persona ejerce sobre otra. Entre sus formas, normalmente se caracteriza por:
- Actitudes, acciones y palabras con objeto de humillar o desvalorar al otro.
- Insultos.
- Desaprobación.
- Aislar a la otra persona.
- Descalificaciones.
Así, tanto como el físico, el abuso emocional es un tipo de violencia y maltrato. En este sentido, es una agresión a otra persona, generalmente verbal, en el que el maltratador utiliza expresiones hirientes con el objetivo de humillar, desaprobar o desvalorar a la persona maltratada.
Además, puesto que no es tan evidente, suele alargarse en el tiempo, de forma que la víctima acaba con una autoestima realmente baja y una mala imagen personal que le puede incluso llevar a creer que el maltratador tiene razón en sus declaraciones.
El maltrato psicológico no tiene preferencias. En efecto, puede darse entre niños, jóvenes, adultos o personas mayores. Asimismo, no existe un único ámbito en el que puede darse, de forma que puede ocurrir en la familia, entre amigos, en la pareja, en el trabajo, etc.
Por otra parte, debemos tener en cuenta que pueden existir testigos de este tipo de abuso. Así, por ejemplo, los niños pueden presenciar incidentes en casa o el resto de compañeros de trabajo cuando un jefe desaprueba a su empleado de manera humillante. En este sentido, la salud emocional de los testigos también puede verse afectada.
Te recomendamos leer: Bullying emocional, cómo reconocerlo y combatirlo
Efectos del abuso emocional
Las consecuencias del abuso emocional prolongado son, en muchos casos, invisibles. Por esta razón, es muy difícil detectarlos, incluso por la persona que es abusada.
Baja autoestima
Una baja autoestima puede ser una de las causas del maltrato, pero también una de sus consecuencias. Es decir, la baja autoestima puede ser un factor que anime al maltratador a iniciar su abuso y, a la vez, mediante el maltrato, conseguirá limitar la autoestima de la persona abusada.
En efecto, la debilidad de la víctima es una de las cosas que atrae a los maltratadores, de forma que atacará precisamente donde más duele. El maltratador repetirá constamente que la víctima no sirve para nada, humillándola y desvarolándola. A su vez, la víctima, lo creerá, engrandeciendo el vínculo de dependencia.
Estrés y ansiedad
Las personas que sufren abuso emocional presentan altos niveles de estrés y ansiedad. Esto se debe, principalmente, a que no son capaces de ver lo que realmente está ocurriendo. De hecho, muchas veces no son conscientes de que están siendo abusadas y que el comportamiento del maltratador no es normal ni aceptable.
Sentimiento de culpa
Como hemos indicado anteriormente, la víctima presenta bajos niveles de autoestima y valoración personal, incrementados por las agresiones del maltratador. Por eso, en muchas ocasiones, puede incluso llegar a culparse a sí misma del maltrato. Es decir, puede llegar a justificar el abuso diciéndose que tiene la culpa.
En este sentido, el maltratador – sobre todo en las relaciones de pareja – llega a fomentar este sentimiento de culpa en la víctima, lo que se conoce como chantaje emocional.
Te recomendamos leer: Tú no tienes la culpa
Otros efectos
Existen casos de abuso en los que los efectos pueden ser incluso más críticos que los referidos anteriormente. Entre ellos, destacamos:
- Depresión. Consecuencia del abuso prolongado y la falta de autoestima.
- Ideas suicidas. Se trata de un caso extremo pero, por desgracia, existente. Recordemos el caso de algunos adolescentes que sufrieron acoso escolar o bullying.
- Abuso de drogas o alcohol. En efecto, el uso de estas sustancias puede ayudar a las víctimas a evadirse de la realidad y a sobrellevar el abuso emocional, negándose a ver la realidad.
- Agresividad. La rabia y la ira acumulada pueden dar lugar a una personalidad agresiva. Especialmente en niños, puede convertirse en un grave problema en la adolescencia y la edad adulta.
- Dificultad para mantener relaciones con otras personas. El abuso, la baja autoestima y la falta de confianza pueden llevar al maltratado a ser incapaz de mantener relaciones interpersonales sanas, prefiriendo un ostracismo emocional.
Por todas estas razones, el abuso emocional debe ser considerado como un tipo de agresión tan dañina como el abuso físico. Es necesario poner límites y alejarse de relaciones o personas maltratadoras, denunciando la situación lo antes posible.
En el caso de niños y adolescentes, además, conlleva la participación activa y la capacidad de sus padres o tutores de detectar las señales a fin de prevenir peores consecuencias.
En efecto, si el maltrato físico debe ser denunciado, el abuso emocional también. A partir de ahí, debe iniciarse un proceso y una terapia que ayude a la víctima a recuperar la autoestima y la confianza en sí misma.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Erin E. Burns, Joan L. Jackson & Hilary G. Harding (2010) Child Maltreatment, Emotion Regulation, and Posttraumatic Stress: The Impact of Emotional Abuse, Journal of Aggression, Maltreatment & Trauma, 19:8, 801-819, DOI: 10.1080/10926771.2010.522947
- Cortina, L. M., & Magley, V. J. (2003). Raising Voice, Risking Retaliation: Events Following Interpersonal Mistreatment in the Workplace. Journal of Occupational Health Psychology. https://doi.org/10.1037/1076-8998.8.4.247
- Shelley A. Riggs & Patricia Kaminski (2010) Childhood Emotional Abuse, Adult Attachment, and Depression as Predictors of Relational Adjustment and Psychological Aggression, Journal of Aggression, Maltreatment & Trauma, 19:1, 75-104, DOI: 10.1080/10926770903475976
Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.