7 acciones que te hacen ver como un mal líder
Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fatima Seppi Vinuales
El liderazgo en las organizaciones suele ser uno de los aspectos más estudiados y tenidos en cuenta desde diferentes disciplinas. Su influencia en el desempeño de los equipos de trabajo es clave. Si bien hay muchos factores intervinientes, las acciones que hacen a un buen o un mal líder son capaces de torcer por completo el curso de los resultados.
¿Existe una sola forma de ser líder? No, sin dudas que no existe una receta universal sobre cómo ejercer un liderazgo positivo. Pero sí existen algunos comportamientos que hay que evitar.
Acciones que te hacen ver (y ser) un mal líder
Un buen líder funciona como una pieza clave en una organización, ya que no solo es quien conduce y guía a su equipo, sino que también es capaz de resultar en mediador y articulador entre los directivos, el logro de objetivos, las personas y el contexto. Es decir, un líder es como un malabarista que debe ser capaz de articular las demandas y necesidades de distintos elementos que intervienen en el funcionamiento de una organización.
A continuación, presentamos algunas de las acciones que tienen un impacto negativo en el liderazgo. Descubre si estás en este camino para corregirlo.
1. No escuchar
Un líder tiene que ser la primera persona que se muestre receptiva, capaz de escuchar tanto las necesidades de su equipo como de aceptar sugerencias y críticas constructivas. Un mal líder es aquel que solo conoce de sus propios métodos, el que lo sabe todo.
Así, estanca su crecimiento y el de su equipo, al no valorar otros aportes ni facilitar la pluralidad de ideas. Quien lidera sabe que todas las voces tienen valor y pueden ayudar a gestionar mejor su trabajo.
Quienes no escuchan suelen caracterizarse por su falta de comunicación o por tener una comunicación autoritaria, de modo que termina siendo un líder ausente o de puertas cerradas. Al no comunicarse, no existe claridad en cuanto al rumbo o las expectativas.
2. No compartir información
Reservarse información para tu conveniencia es algo que definitivamente te convierte en un mal líder. Un buen líder, en cambio, sabe identificar cuál es el momento oportuno de comunicar a su equipo determinados datos, pero no por un beneficio propio.
3. No reconocer el trabajo ajeno
Un mal líder no tolera las equivocaciones y tampoco es asertivo cuando tiene que hacer críticas o llamar la atención por algún inconveniente. En cambio, un buen líder reconoce que cualquier persona puede cometer errores, pero los aprovecha como una oportunidad de mejora.
4. No confiar en tu equipo
Un mal líder es aquel que desconfía de las capacidades de su equipo, por lo que asume una actitud controladora frente a las tareas que asigna o incluso no sabe delegar. El control absoluto nada tiene que ver con hacer un seguimiento para acompañar o sacar dudas.
Esta última si es una actitud que se considera positiva, ya que el líder debe acompañar y apoyar, así como servir de referencia. Es quien debe buscar un equilibrio entre estar presente y dejar el espacio suficiente para que su equipo aprenda a realizar las tareas de manera autónoma.
5. Incapacidad de abordar los problemas
Un buen líder se conoce a sí mismo, sabe identificar cuáles son sus puntos fuertes y las debilidades sobre las que tiene que trabajar. Además, entiende la importancia de crear un buen clima en el ámbito laboral, por lo que se interesa por la gestión de las emociones, propias y de su equipo, evitando hacer como si no pasara nada.
6. Ver solo los resultados
Lo único que le importa a un mal líder es poder catalogar las cosas en logrado o no logrado. Está enfocado únicamente en los objetivos, olvidando que trabaja con personas y pasando por alto los procesos. Por eso, a sus ojos todo resulta insuficiente.
7. Confundir liderazgo con exceso de confianza
Un mal líder cree que para poder ganarse a su equipo necesita ser amigo. Por eso a veces peca de ser demasiado confianzudo o no sabe poner límites. Tampoco ejercen un buen liderazgo quienes hacen bromas o comentarios de mal gusto, aprovechándose de su posición.
El buen líder sabe ser amable y asertivo. Ello no le impide actuar con profesionalismo. Un buen líder no confunde autoridad con autoritarismo ni simpatía con informalidad.
¿Cómo impacta un mal líder en una empresa?
Cada una de estas acciones tiene un impacto directo, no solo en una pobre o mala percepción sobre quien ejerce el liderazgo, sino que también tiene consecuencias a nivel individual, por parte de los empleados. Es decir, se ven afectadas la motivación y el compromiso laboral, así como el clima de trabajo, llegando incluso a casos de absentismo laboral.
De este modo, encontrar un mal líder, alguien que no gestiona o es autoritario, que no establece rumbos claros para su equipo o que es desorganizado, no debe ser considerado un tema menor para una compañía. Tiene que abordarse cuanto antes para evitar un efecto peor.
Un buen líder lo es porque no piensa individualmente
Las personas que destacan por su liderazgo saben que el trabajo nunca se hace solo. Entienden que pueden tener cualidades y habilidades personales, pero también reconocen que se apoyan en sus equipos para el logro de objetivos.
Un buen líder no necesita opacar a su equipo para brillar, sino todo lo contrario: quiere que las personas que lo rodean también puedan destacarse. Entiende que el crecimiento no es cosa de pocos. Si a las personas de alrededor les va bien, eso deriva en beneficios comunitarios.
Pero sobre todo, quien se encuentra a la cabeza se destaca porque sabe que el liderazgo es un aprendizaje, es un proceso que implica construir un estilo propio. Y se vale de todos los recursos para lograrlo.
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