¿Cada cuánto se debe alternar el pecho al amamantar?
Revisado y aprobado por la enfermera Leidy Mora Molina
Cada cuánto se debe alternar el pecho al amamantar es una pregunta común entre madres. La práctica se debe ajustar a los ritmos de hambre y saciedad del bebé. Más que responder a un tiempo medido por el reloj, la rotación la determinará el niño con la forma en la que irá adaptando la lactancia a sus necesidades. Es lo que se conoce como lactancia a demanda.
La importancia de la alternancia en los senos cargados radica en que deben ser vaciados en más o menos igual medida. Si el bebé se sació sin terminar con un pecho, en la próxima toma debe continuar con el mismo antes de pasar al otro. Poco a poco la madre debe inducirlo a tomar de los dos y evitar que se sienta más cómodo o acostumbrado a uno en particular.
No lograr que los senos se vacíen de manera apropiada puede traer problemas, como la mastitis. Por otro lado, hay una relación muy estrecha entre succión y producción de leche, por lo que el ritmo de las tomas repercutirá en el suministro.
¿Cada cuánto debo amamantar a mi bebé?
El recién nacido necesita alimentarse con frecuencia, de unas ocho a doce veces cada veinticuatro horas. Las tomas frecuentes para un estómago pequeño proporcionan las cantidades que puede digerir, al tiempo que le marcan a la madre el ritmo de producción.
He aquí parte del milagro de la vida, porque la relación madre-hijo se expresa en este caso en un suministro armónico de leche acorde a los requerimientos del niño.
A medida que crece el bebé, el tiempo entre toma y toma se suele alargar de dos a tres horas. Pero es importante reconocer que la lactancia materna tiende a la libre demanda. Y que serán el hambre y la saciedad los factores que marquen la pauta.
Por otro lado, se sugiere que la madre no intente imponer el ritmo, como reducir las tomas nocturnas. Pues de noche es cuando más se estimula la prolactina, hormona responsable de la producción de leche.
¿Cuándo se debe alternar el pecho?
En este aspecto, no hay una sola versión. El pecho debe ser suministrado al bebé hasta que este lo exprima por completo. Solo después se pasa al otro. Aunque también es posible establecer un tiempo aproximado para la toma en un pecho y luego ir al siguiente.
Sin embargo, en condiciones normales el bebé succiona de uno hasta el final, aprovechando los tipos de leche de cada toma. Luego, si aún tiene hambre, la madre lo cambiará de pecho, aprovechando el movimiento y la pausa para que eructe.
Si el bebé se durmió en la primera toma, buscará despertarlo haciéndole cosquillas en los pies, además de estimular el reflejo de alimentación rozándole los labios con el pezón. Para despegar al bebé, se desliza un dedo por las comisuras para separarlo sin problemas.
Sobre todo al principio de la lactancia, la succión prolongada puede provocar grietas en los pezones, forzando a cambiar de pecho. Pero esto será solo al comienzo, porque en pocos días se harán resistentes. La práctica debe ser acompañada de sabiduría y apoyo profesional.
¿Por qué es importante la rotación?
Desde antes del nacimiento, los pechos de la madre se han preparado para alimentar al bebé. Hay una íntima comunicación entre la demanda y la satisfacción que se expresa en la cantidad y constitución de la leche que produce la mujer. Las mamas se cargan, pues, para satisfacer al niño de una leche que contiene todo lo que necesita para su rápido y sano crecimiento.
En cada pecho y por toma, el bebé succiona lo que necesita. Al principio la leche es más aguada y al final de la toma sale rica en grasa. Por eso es importante no interrumpir el vaciado de manera forzada, porque no resulta igual en cuanto a nutrientes tomar 70 mililitros de un pecho y 30 mililitros del otro.
Vale recordar que la alimentación del niño activa la producción. Si la lactancia se interrumpe puede aparecer la dolorosa mastitis.
Como leemos en la publicación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “Pruebas científicas de los diez pasos hacia una feliz lactancia natural”, restringir la frecuencia o la duración de las mamadas interfiere con el proceso de adaptación. Lo que lleva a la ingurgitación y a la producción insuficiente de leche.
¿Cómo recordar cuál pecho dar la siguiente vez?
La experiencia seguro indicará a la madre cuál pecho está más cargado y cuál fue el último en alimentar al bebé. Pero si la apariencia no parece determinante, hay que recurrir a estrategias sencillas para alternar el pecho al amamantar y así evitar complicaciones.
Con un broche en el sujetador
La forma más fácil consiste en colocar un broche o prendedor, según el pecho al que le corresponda la siguiente toma. Por cierto, si el bebé se satisfizo, pero no llegó a vaciar la mama, se debe continuar en la misma.
Esto garantizará que tome completa la ingesta calórica y de nutrientes, adecuada a sus necesidades de grasas, carbohidratos, proteínas y enzimas.
Cambiar un anillo de dedo o una cinta de muñeca
Como en el caso del prendedor, un anillo puede funcionar al cambiar de mano como recordatorio de cuál pecho correspondió a la última toma. Lo decisivo aquí es que la madre recuerde cada vez el cambio del sujetador, el anillo o de la cinta en la muñeca.
Colocar un cojín en la silla o mecedora
Si la madre tiene un lugar escogido para el acto de amamantar, la inclinación de un pecho o de otro variará la postura, la posición de los brazos y los reposos. Un cojín puede marcar el lado que se empleó en la toma anterior y anunciar el siguiente.
Llevar un diario para recordar alternar el pecho al amamantar
Llevar un diario puede resultar beneficioso. Al anotar el ritmo y la secuencia de las tomas en cada mama se puede sumar una reseña de detalles. Registrar este proceso lleno de elementos que lo convierten en algo trascendente y digno de rememorar más adelante puede ser útil incluso para el pediatra.
Y ni hablar del hecho de que la experiencia con la escritura conlleva algo de terapéutico que le permite a la madre explorar su mundo interior. Precisamente en esta etapa que conecta de forma directa con la esencia de la maternidad.
Alternar el pecho al amamantar es una práctica saludable
La madre debe asegurarse de que el bebé no chupe directamente del pezón, sino que tenga parte de la areola dentro de su boca, pues él extrae con fuerza instintiva la leche utilizando mandíbula y lengua. Lograr que lo haga así puede prevenir lesiones en el pezón, que aunque pueden ser molestas, no deberían significar la interrupción de la lactancia.
Alternar el pecho al amamantar favorecerá la sanación de la mama agrietada. Sin embargo, si el dolor es intenso y genera preocupación o ansiedad, es mejor consultarlo con una matrona o especialista en lactancia que sabrá asesorar.
Lo importante es que el episodio no interfiera la relación entre la madre y el hijo, para seguir adelante en una experiencia que garantizará salud, nutrición y amor.
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