¿Qué es la autofagia y qué efectos tiene en el cuerpo?
Escrito y verificado por la nutricionista Anna Vilarrasa
El concepto autofagia proviene de las palabras griegas autos (‘uno mismo’) y phagein (‘comer’ o ‘alimentar’). Por esto, se entiende y traduce como comerse a uno mismo.
Sin embargo, más allá de este significado literal, la autofagia es un proceso natural del organismo usado para renovar las células dañadas y regenerarse con otras nuevas y sanas. Se trata de limpiar tóxicos y reciclar componentes válidos.
A este mecanismo se le han atribuido algunos beneficios para la salud humana. Se resalta también la posibilidad de inducirlo a través del ayuno y otras estrategias. Pero hay que tener presente que es un campo en el que todavía queda mucho por investigar.
¿Cómo funciona la autofagia?
Este concepto surgió alrededor del año 1960, pero no ha sido hasta el presente siglo que ha ganado más relevancia. En este corto espacio de tiempo, son dos los científicos galardonados con el premio Nobel por sus investigaciones en este campo. Tanto Christian de Duve, como Yoshinori Ohsumi, se encargaron de introducir la idea y profundizar en su definición, activación y posibles relaciones con la salud humana.
Todas las células del cuerpo humano pueden verse dañadas a lo largo de su vida. Cuando esto sucede, cuentan con unas pequeñas vesículas que se mueven por su interior y se encargan de retirar los componentes afectados, convirtiéndolos en energía y otras moléculas esenciales.
Este proceso está activado de forma constante, pero a baja intensidad. De todos modos, es suficiente para mantener las células en buenas condiciones e ir renovándolas de forma periódica.
La autofagia también se activa bajo otras circunstancias, como puede ser la falta de energía. En este caso, se consigue abastecer la demanda de nutrientes y otros elementos necesarios a la vez que se retrasa el envejecimiento.
Beneficios de la autofagia en el organismo
Existe evidencia científica creciente sobre la implicación que tiene este mecanismo celular en la aparición de algunas enfermedades. A grandes rasgos, se sabe que una disfunción del proceso está relacionada con el envejecimiento, la neurodegeneración, el cáncer y las infecciones microbianas.
Por este motivo, no existen dudas de que la autofagia tiene un efecto protector frente algunos problemas de salud, como la neurodegeneración. La protección se produce al reducir la acumulación de proteínas dañadas en el cerebro.
Además, tiene la capacidad de reforzar el sistema inmunitario. En los mamíferos esto ocurre no solo por la eliminación directa de patógenos, sino también por el suministro de material antigénico microbiano y el mantenimiento del equilibrio en los linfocitos.
El cáncer es otra de las situaciones ligadas genéticamente con un mal funcionamiento de la autofagia. Ha sido de las primeras situaciones en ser estudiada. Como consecuencia de los procesos degenerativos que se producen en las células, pueden aparecer algunas transformaciones malignas.
La autofagia activa el sistema inmunitario y participa en la vigilancia frente a estas células malignas. Sin embargo, la relación también se produce a la inversa, ya que estas últimas se benefician de ella para su supervivencia y proliferación.
¿Cómo se puede lograr la autofagia?
El proceso de autofagia se desencadena de forma automática cuando el organismo se ve sometido a una situación estresante. De forma externa se puede inducir mediante los siguientes 3 mecanismos.
1. Ayuno
Restringir la ingesta de alimentos durante un tiempo es una de las formas más efectivas de lograr la autofagia. En un principio, no necesita ser muy largo para poder observar algunos de los beneficios comentados.
Existen ayunos de entre 3 y 7 días de abstinencia, pero en los últimos años se han hecho más populares otras formas de ayunar. Su puesta en práctica puede hacerse de forma gradual:
- Ayuno intermitente: se trata de comer las cantidades habituales, pero en una ventana menor de tiempo. De hecho, es una práctica que realiza casi todo el mundo durante las horas de sueño. Por ello, una de las mejores formas de poner en práctica el ayuno intermitente es cenar más temprano y desayunar más tarde.
- Ingesta restringida en el tiempo: muy parecida a la anterior, si bien en este caso se pone el énfasis en el momento en el que se realizan las comidas. Estas deben concentrarse durante el periodo en el que el organismo es más receptivo a los alimentos, lo que sucede durante el día. Por lo tanto, no se recomienda comer en las horas de oscuridad.
La frecuencia y la duración de los ayunos es variables. Por ejemplo, es posible hacer un ayuno largo (de 24 horas sin comer) un día a la semana o al mes. O bien hacer un ayuno 16/8 (comer en un intervalo de 8 horas), 2 o 3 días a la semana.
2. Cetosis y dieta cetogénica
No todas las personas ni todas las situaciones son ideales para llevar a cabo un ayuno. En este caso, un tipo de dieta que induce a un estado de cetosis es otra de las formas de lograr los beneficios relacionados con la autofagia.
La cetosis es un estado en el que el organismo usa la propia grasa corporal como fuente energética. Esto ocurre durante el ayuno, pero también con una dieta con baja presencia de carbohidratos, ingesta moderada de proteínas y más alta en grasas.
3. Ejercicio físico para inducir la autofagia
El deporte, la actividad física y el entrenamiento muscular es el último de los 3 mecanismos posibles para activar este proceso en el organismo. Se pone en funcionamiento, ya que las células musculares sufren daño e inflamación e impulsan la actividad de las moléculas reparadoras.
Algunos autores responsabilizan a la autofagia de los efectos positivos que tiene el ejercicio para la salud. Congcong, Sumpter y Levine concluyen en su investigación que esta aparece en la región del cortex cerebral tras un periodo de actividad.
Además, los responsables de un artículo publicado en la revista Physiological Reports demuestran con su estudio que el entrenamiento y el ejercicio aumentan la capacidad de los autofagosomas en el músculo esquelético humano.
Cuándo buscar ayuda de un profesional
Antes de efectuar cambios en la alimentación o el estilo de vida, con el objetivo de inducir la autofagia, es recomendable consultar con un profesional de la salud. Esto es todavía más importante en algunas situaciones, como el embarazo y la lactancia, cuando se padecen enfermedades crónicas (como diabetes o problemas cardíacos) o cuando se están tomando medicamentos.
De lo contrario, un mala realización de este tipo de dietas puede acarrear problemas relevantes, como trastornos alimentarios o desequilibrio en el metabolismo. También es un riesgo la degradación de la proteína muscular o la alteración en el rendimiento físico.
La autofagia es un proceso orgánico con posibles beneficios
La autofagia ocurre de forma natural en las células. Para ellas, es un proceso de limpieza y reciclaje, de modo que sus componentes deteriorados se eliminan o se usan para construir nuevas moléculas u obtener energía.
Los investigadores han descubierto que su fallo puede producir efectos negativos en la salud. En los últimos años ha ganado popularidad cuando se ha relacionado con la pérdida de peso, el envejecimiento y la protección frente algunas enfermedades.
Sin embargo, es un campo científico con mucho camino por recorrer. Por ello, los expertos recomiendan acudir en busca de consejo ante cualquier cambio que se quiera implementar con vistas a potenciar la autofagia.
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