Binge-watching o atracón de series en niños: ¿qué puedes hacer?

Los niños también hacen maratones de series y este tipo de consumo puede afectar a su desarrollo, su estado de ánimo y su salud. Te contamos en qué consiste el binge-watching.
Binge-watching o atracón de series en niños: ¿qué puedes hacer?
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 19 octubre, 2022

¿Quién no ha sucumbido a ver una temporada completa de su serie favorita en un par de días? Niños, jóvenes y adultos caemos en la tentación de pasar horas y horas frente a la pantalla devorando contenido audiovisual. Pero no siempre somos conscientes de las negativas repercusiones que acarrea este hábito conocido como binge-watching.

Este término que se ha popularizado en los últimos años está compuesto por el vocablo binge, que significa ‘atracón’, y watching, que hace referencia a la acción de mirar series, videos o consumir contenido audiovisual. De este modo, vendría a designar la práctica cada vez más habitual en la población de hacer maratones de series.

Aunque esta tendencia afecta a todas las franjas de edad, los más pequeños son especialmente vulnerables. Por su inmadurez cognitiva y emocional son más propensos a quedar enganchados en esta adicción televisiva.

Pero además, en su organismo en desarrollo las consecuencias pueden ser mucho más perjudiciales. Entonces, ¿cómo podemos prevenir que esto suceda? Lo exploramos a continuación.

¿Qué es el binge-watching y por qué se produce?

Como hemos comentado, el binge-watching consiste en darse un atracón de contenido audiovisual, consumiendo grandes cantidades del mismo de forma indiscriminada en un breve periodo de tiempo. Esta práctica se ha venido extendiendo desde la llegada y popularización de plataformas de streaming.

Esto no se debe al azar. Las plataformas implementan mecanismos bien estudiados que contribuyen a generar esta falsa necesidad en el espectador:

  • Se estrena contenido en bloque. Esto nos permite disponer de una temporada entera (o incluso de una serie completa) en un solo día, en lugar de tener que esperar toda una semana para el estreno de un nuevo capítulo.
  • Encadenamiento de capítulos. Cuando uno termina, el siguiente comienza de forma automática en pocos segundos. No tenemos que decidir si queremos seguir viendo y tampoco contamos con tiempo para hacerlo.
  • Posibilidad de saltar la introducción y los títulos de créditos. Con estas opciones se refuerza nuestra necesidad de inmediatez. El cerebro humano no tolera bien la espera y, de este modo, podemos librarnos de ella.
  • Muchos de los títulos destinados a un público infantil incluyen elementos interactivos y de juego. Estos logran captar y mantener la atención de los niños durante periodos más largos.

Todo lo anterior tiene una repercusión directa en el cerebro: nos lleva a actuar por impulso. Ver series activa el sistema de recompensa cerebral, lo que genera agradables y placenteras sensaciones y nos motiva a continuar realizando la misma actividad.

En los niños, cuyos recursos de autocontrol son más limitados, este efecto se ve potenciado.

Niña mirando television.
Los niños sufren con mayor gravedad los efectos de permanecer muchas horas frente a una pantalla.


Principales consecuencias del binge-watching o atracón de series en niños

Aunque pensemos que el binge-watching es más propio de los adultos, los niños (si no cuentan con supervisión) también lo sufren y las grandes plataformas lo saben. De hecho, según un informe de Nielsen, en el año 2020, el 36 % de los programas más vistos en streaming estaban dirigidos al público infantil y preadolescente.

Las repercusiones para los menores pueden ser severas. Entre las principales se encuentran las siguientes.

Ansiedad, depresión y pos-binge-watching

Algunas investigaciones han relacionado los atracones de series con el aumento del estrés, la ansiedad y la depresión en los consumidores. Todavía no está claro si es esta observación compulsiva la que los causa o, por el contrario, los maratones son la consecuencia de una mala salud mental (una forma de evadirse de la realidad). En cualquier caso, se trata de hallazgos de gran relevancia.

Por otro lado, consumir contenido audiovisual de esta forma hace que los espectadores (especialmente los niños) se involucren con los personajes y las tramas de sus series. Al empatizar con ellos en exceso o encariñarse, en el momento en que el programa termina pueden experimentar un vacío o un bajón emocional.

Esta suerte de depresión conocida como pos-binge-watching afecta a muchos menores. Y está relacionada con este modo de consumo audiovisual.

Sedentarismo y hábitos de vida poco saludables

El binge-watching hace que los niños pasen largas horas sentados en el sofá frente a las pantallas, por lo que fomenta un estilo de vida sedentario y poco saludable. Esto tiene importantes repercusiones en la salud, ya que favorece el sobrepeso, la baja autoestima, el estrés y el desánimo, afecta al rendimiento cognitivo, al control de impulsos y aumenta el riesgo futuro para enfermedades cardiovasculares.

Desatención de otras áreas importantes

Por último, uno de los factores más perjudiciales es que estos atracones de series roban tiempo a otras actividades que resultan fundamentales; por ejemplo, el juego libre, la socialización, el tiempo de calidad en familia o el descanso nocturno.

Desatender estas áreas para dedicar el tiempo a consumir contenido audiovisual puede tener un fuerte impacto en el correcto desarrollo infantil.

Las maratones de series quitan tiempo a otras actividades que serían más relevantes, como la socialización o el esparcimiento al aire libre.

¿Cómo prevenir el binge-watching en los niños?

Si hablamos de niños, es evidente que la clave de la prevención del binge-watching es la supervisión paterna. Los progenitores han de regular la cantidad de tiempo que sus hijos pasan frente a las pantallas, limitándolos a un rango razonable y cuidando no solo el tipo de contenido que consumen, sino el modo en que lo hacen.

Resulta importante marcar algunas pautas, como apagar la televisión durante los momentos de la comida o la cena, o no alterar el horario de acostarse a causa de una serie. Del mismo modo, es necesario que los adultos propongan alternativas a los niños para pasar su tiempo.

Dejarlos entretenerse frente al televisor es más cómodo, pero resulta perjudicial. Realizar actividades en familia, organizar reuniones y salidas con otros niños o apuntarlos a clases extraescolares pueden ser alternativas saludables.

En definitiva, se trata de hacerse conscientes de la existencia de este problema y su gravedad y actuar para prevenirlo. Los hábitos que adquirimos en la infancia suelen acompañarnos hasta la edad adulta.


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