5 consejos para ser una persona proactiva
Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fatima Seppi Vinuales
Hacer que las cosas pasen, no esperar a que sucedan. Este es el mantra de una persona proactiva. Y si bien parece un eslogan publicitario, hablamos de una de las tantas formas de definir qué es la proactividad.
Tener un comportamiento proactivo implica tomar el mando de una situación y ocuparse de ella; ir por delante. Lo contrario es un comportamiento reactivo, en tanto solo hay respuesta y reacción.
Aunque suele ser vinculada con el ámbito laboral o profesional, ser una persona proactiva es una cualidad muy valorada en todos los aspectos de la vida. No solo queremos trabajar con esa persona que siempre está dispuesta a hacer y a buscar una solución, sino que también nos gusta quedar con ese amigo que, cuando tiene ganas de verte, organiza un plan sin tantas vueltas.
Recomendaciones para formar una mente proactiva
Pensar que la proactividad es un atributo que nos viene dado es casi lo contrario a su definición misma. Ser una persona proactiva implica movimiento, no conformarse e incluso un desafío al statu quo.
Pero para lograrlo es necesario es necesario un hacer, para el que pueden tenerse en cuenta algunas recomendaciones. Veamos.
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1. Organizarse y ser realistas
La proactividad viene de la mano de la organización. Para eso es importante conocer cuáles son nuestros pendientes y establecer prioridades.
Al momento de pensar en lo que debemos hacer tenemos que subdividir la tarea y vincularla con plazos y actores. Por ejemplo, hay cosas que dependen de nosotros (redactar un informe o hacer la limpieza del armario), pero también podemos encontrarnos con actividades que dependen de otros. Por lo tanto, sus tiempos no necesariamente serán los nuestros.
La organización también implica establecer metas realistas, claras y medibles, de tal modo que marquemos un rumbo y podamos chequear su grado de cumplimiento o avance. A modo de ayuda, hoy en día, además de las agendas, podemos valernos de diferentes aplicaciones.
2. Tener un pensamiento flexible, pero no especulador
En relación con la organización, es importante tener flexibilidad. En ocasiones se presentan situaciones que requieren de una atención urgente, por lo que debemos desatender asuntos que estaban previstos.
Para ello también se planifica con contratiempos y con plazos reales. Sin embargo, la capacidad de adaptarse no es lo mismo que la especulación. Pensar todo el tiempo en términos de “y si”, lo único que hace es reforzar la procrastinación.
De modo que, valga la redundancia, es conveniente empezar a pensar en nuestros pensamientos y verificar cuáles de ellos entran en el campo de las excusas y cuáles tiene fundamentos reales para posponer la actividad.
Por otro lado, es clave poner un freno a aquellos pensamientos que son juiciosos y cuestionan nuestra capacidad. ¿Para qué voy a hacer tal cosa si me va a salir mal? ¿Por qué debería hacerlo si nada va a cambiar? Las miradas pesimistas son un bloqueo a la proactividad y desmotivan cualquier comienzo.
En los casos en los que estos pensamientos son un patrón cognitivo permanente que permea todos los ámbitos de la vida, es conveniente consultar con algún profesional. Al contrario, una persona proactiva es positiva y cree que hay cosas por mejorar.
3. La proactividad también se basa en buenos hábitos
No es fácil ser proactivo si estamos cansados, con la energía baja. Por eso también es importante ocuparse de la salud. Suficiente descanso y tiempo de ocio, una alimentación balanceada y actividad física. Solo de este modo podremos dar lo mejor de nosotros.
4. Pensar en lo que hay y no en lo que falta
Las personas proactivas piensan en términos de los recursos que tienen y lo que pueden movilizar con ellos. No se quedan ancladas en lo que les falta ni a un lamento sobre aquellos aspectos en los que no pueden intervenir. Estas son meras excusas que se emplean para justificar la inacción.
Asimismo, las personas que cultivan una mente proactiva son sinceras consigo mismas. Pueden reconocer cuándo están orientadas y cuando no lo están.
Son capaces de reconocerse a sí mismas y entender qué necesitan cambiar. En este sentido, también son capaces de valerse de sugerencias y aceptar críticas constructivas.
5. Reservar un tiempo y un espacio para la concentración
Ser proactivo implica que podamos focalizarnos en lo que estamos haciendo, por lo que es importante que encontremos un ambiente en que podamos conectarnos con nuestro tema y así evitar perder el tiempo y las interrupciones.
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Importancia de la proactividad para la vida
La proactividad también se vincula con la autoestima. Las personas que son más reactivas quedan estancadas, como en una meseta permanente, ya que si bien pueden ser capaces de responder, no lideran una iniciativa.
Asimismo, la proactividad permite tener cierto grado de control sobre algunas situaciones, por lo que hay más seguridad y confianza. Al planificar también se enfrentan las tareas y se realizan con menos agobio, pues ya se conoce el panorama que hay por delante. Quienes son reactivos, muchas veces llegan estresados con sus tareas porque quedaron pendientes para último momento.
Especialmente para trabajos o actividades grupales, la proactividad va de la mano de la participación. Por eso, quienes son proactivos suelen sentirse parte de.
Por último, la proactividad facilita el camino hacia la independencia y la autonomía, puesto que los proactivos toman el mando y no necesitan el visto bueno de otros para avanzar. En el caso de las personas reactivas, se vuelven dependientes de las instrucciones o iniciativas de otros.
Ser proactivo en su justa medida
Como todas las cosas de la vida, la proactividad es positiva cuando es equilibrada y no se cae en el extremo. Si bien, en general, se asocia a satisfacción y productividad, también es cierto que cuando la carga no está bien repartida, hasta una persona proactiva y bien organizada termina por sentirse estresada.
Pensemos en aquellos casos en los que la persona proactiva termina repleta de tareas porque siempre es quien se pone a la cabeza de todos los proyectos. En esta situación, lejos de favorecerla, se convierte en su talón de Aquiles.
Asimismo, es importante reconocer que la proactividad tiene matices. Ser proactivo no implica que lo seremos en todos los ámbitos. Algunos temas o actividades nos costarán más que otros.
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