Cuando la vida se convierte en un laberinto en el que no encuentras la salida
Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña
Cuando la vida se convierte en un laberinto sin salida, los relojes se paran y tu vida se estanca. Correr en círculos termina por agotarte.
Las dificultades y las malas decisiones nos llevan por caminos equivocados de los que no sabemos salir. Quizás porque, en ocasiones, vemos las barreras como un fin. Tenemos miedo a dar vuelta atrás y volver a empezar.
Empecinarse, los miedos, las obsesiones, las dudas, las preocupaciones… Todo esto nos incita a tener actitudes negativas que hacen que, cuando la vida tiende a complicarse y a convertirse en un laberinto, no sepamos encontrar la salida.
Cuando la vida se convierte en un laberinto, respira
En este punto en que no ves el final a tus problemas, en el que sabes que hay un largo camino por recorrer hasta llegar a resolverlos, respira.
Estás caminando en círculos, pero estancado en un mismo lugar. De esta forma no llegarás a ninguna parte, así que para un momento y cálmate.
Sal a caminar por la naturaleza, relájate y libera tu mente de todo lo que la atosiga. Puedes hacer ejercicio, yoga, meditar… Cualquier actividad que te aleje de tus problemas.
Después de esto, en ese estado de calma, obsérvalos con perspectiva. Seguramente surjan intentos de juzgarte, criticarte, ¡pero no! Tan solo, observa.
Te puede ayudar hablar con alguien, desahogarte verbalmente soltando todas tus preocupaciones y problemas por la boca.
Eso sí: recuerda que necesitas un tiempo para estar a solas y observar detenidamente lo que está ocurriendo. Al fin y al cabo, tú eres quien va a decidir qué hacer al respecto.
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Encuentra los errores en los que reincides
Quizás no te estés dando cuenta, pero estás cometiendo los mismos errores una y otra vez. Una cosa es verlos y saberlos, otra es lo que sucede en realidad.
A veces somos conscientes de nuestros problemas, pero desconocemos la manera de proceder ante ellos.
Nos sucede lo mismo cuando tenemos grandes sueños, metas, cosas que queremos hacer, pero que se quedan en meras ideas. ¿Por qué ocurre esto?
Porque nos faltan las herramientas necesarias para poder llevar todo esto a buen término. En este caso, motivación, perseverancia, ganas, tiempo y muchas otras cosas.
¿Qué puede pasar con respecto a las dificultades que te asolan? Que tal vez tengas que resolver ciertas asignaturas pendientes que están suspensas.
Algunas tendrán que ver con la autoestima, otra con la resolución de errores, gestión de emociones, miedos, etcétera. ¿Verdad que te suenan?
Cuando la vida se convierte en un laberinto, no es tan fácil salir de este. Y es que nos centramos en la forma de escapar de esta situación, en vez de prestar atención a ciertas cosas que han sido las que nos han llevado hasta él.
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Utiliza los laberintos para crecer
Es importante que nunca te conformes ni te acomodes cuando la vida se convierte en un laberinto. Esto te impedirá resolver los problemas que te asolan. Te amoldarás a ellos, pero habrá importantes consecuencias.
Una de ellas es que tu bienestar se verá afectado, que ya no serás feliz y que la ansiedad invadirá de vez en cuando tu vida, avisándote de que, aunque crees estar bien, esto no es así.
Todos tenemos miedo de enfrentarnos a nuestros temores, ya se llamen estos soledad, desapego, miedo a que te hagan daño, a que no aprueben lo que haces o dices…
Hay muchos temores que invaden nuestra vida y que nos paralizan. Sin embargo, de esto se trata, de que nos frenen para pensar en cómo poder solventarlos.
Cuando tu vida se convierte en un laberinto es porque has estado acumulando situaciones sin resolver que han ido construyendo una forma de vivir.
Es como cuando, en vez de ser sincero, optas por callarte las cosas, encerrarlas, reprimirlas, hasta que llega un día en el que todo explota y se vuelve terrible.
Aquí ocurre lo mismo. No puedes querer ignorar tus problemas y que esto no tenga consecuencia alguna, tarde o temprano.
Si te das el tiempo que necesites para comprender, aprender y poder salir por fin de ese laberinto en el que estás encerrado, no serás el mismo.
Habrás aprendido y madurado. Serás mucho mejor y lo más positivo es que la felicidad y el equilibrio te inundarán por completo.
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