¿Cuántas veces por semana es «normal» tener sexo en pareja?
Escrito y verificado por la tocoginecóloga y sexóloga clínica Florencia Carolina Salort
Lo normal y lo anormal en el sexo no es algo que se pueda determinar con total certeza. Sin embargo, en las conversaciones, es habitual que nos preguntemos por el número de veces que sería esperable tener relaciones sexuales.
¿Cuánto es poco? ¿Tengo suficiente intimidad con mi pareja? ¿Deberíamos aumentar la frecuencia?
Aunque responder no sea fácil ni exista una sentencia aplicable a todos, es lógico plantearse estas interrogantes. Pero antes de buscar un número, debemos considerar algunas cuestiones.
¿Cuál es el promedio de relaciones sexuales entre las parejas?
A lo largo de la historia se han realizado diversos estudios científicos para determinar la frecuencia sexual de las personas. Y aunque estos números sean de ayuda para darnos una idea, hay que recordar que son datos que reflejan promedios, pero no son una norma que hay que cumplir.
Por ejemplo, entre las parejas estadounidenses casadas o en relaciones estables, se reportan relaciones sexuales en un promedio de 1 a 2 veces por semana. Investigaciones llevadas adelante en México coinciden en el mismo número.
Otro relevamiento, realizado en 2015 por el Instituto Kinsey, encontró que el 34 % de las parejas casadas tenían relaciones sexuales varias veces a la semana, mientras que el 45 % lo hacía unas pocas veces al mes. Y también hay que considerar la edad, pues alrededor de los 20 años se pueden tener unos 80 encuentros sexuales por año, mientras que a los 60 se reducen a 20 anuales.
¿De qué depende el número de veces que tengamos sexo?
Los números de las investigaciones no son definitivos. Tampoco deberían usarse como un estándar de medida universal y para todos.
Al buscar y leer información sobre la frecuencia de las relaciones, es fácil quedar atrapado en la idea de que existe un «número mágico». Podemos suponer que, si no alcanzamos ese valor que dicen en las redes o en los blogs, no seremos felices o no estaremos en un vínculo saludable.
Sin embargo, la realidad es que no existe tal «número mágico». La frecuencia depende de varios factores, aunque hay tres que me gustaría recalcar y son los siguientes:
- Compatibilidad sexual: cada persona tiene su propio nivel de deseo. Algunos tienen una libido alta, mientras que otros se sienten satisfechos con una menor frecuencia de encuentros. Lo crucial es que ambos miembros de la pareja se sientan cómodos con la cantidad de actividad sexual que tienen y que sus deseos estén alineados.
- Salud física y mental: el deseo sexual no es constante. Puede variar, debido al estrés, a la condición de salud, a los cambios hormonales y a las experiencias emocionales. La depresión, la ansiedad y las enfermedades crónicas pueden afectar la libido, al igual que circunstancias externas asociadas a problemas laborales o responsabilidades familiares.
- Duración de la relación: al inicio de una pareja, la pasión suele ser más intensa. Ello podrá llevar a una mayor frecuencia sexual. Luego, a medida que la relación avance, la frecuencia tenderá a estabilizarse, hasta que la pareja se ajuste a un ritmo que se adecúe con sus estilos de vida y responsabilidades.
¿La calidad importa más que la cantidad?
La satisfacción sexual no se mide solo por la frecuencia. Son importantes también la calidad de la conexión emocional y el bienestar mutuo en cada encuentro.
En lugar de centrarse en cuántas veces deberían tener sexo, las parejas tendrían que preguntarse si están disfrutando y sintiéndose conectadas emocionalmente en su vida sexual. El respeto al otro implica entender que no siempre hay deseo sincrónico. Quizás, cada miembro quiere una frecuencia diferente, y eso debe hablarse.
La importancia de la comunicación
Siempre hay que comunicarse con la pareja para consensuar y conocer los deseos del otro. De nada sirve compararse con promedios si no hay un diálogo fluido al interior de la relación.
Cada pareja es única. Lo que funciona para una puede no ser adecuado para otra.
Algunas parejas se sienten felices teniendo sexo varias veces al día, mientras que otras pueden preferir una vez a la semana. O, incluso, menos frecuencia puede ser suficiente.
Lo crucial es que ambos estén alineados en sus deseos y necesidades. Muchas veces, el trabajo, las responsabilidades familiares y el estrés afectan el deseo. Pero si no priorizamos el tiempo en pareja, no le comunicamos al otro lo que nos pasa y no buscamos formas conjuntas de mantener la intimidad, entonces podría reducirse el bienestar de los dos.
La comunicación abierta es fundamental. Hablemos de deseos, necesidades y preocupaciones sin juzgar al otro para crear un ambiente de confianza y comprensión.
Recuerden que es normal que las necesidades sexuales cambien con el tiempo. Si están en sintonía con su pareja, eso los ayudará a navegar los cambios de manera más saludable.
La vida cambia y hay que adaptarse a las circunstancias
Vivir está lleno de altibajos. Por lo que la frecuencia sexual puede verse afectada por eventos vitales, como la llegada de un hijo, cambios en el trabajo o una enfermedad. Lo esencial es buscar el modo de adaptarse para encontrar formas de mantener la intimidad; incluso, cuando la frecuencia de los encuentros disminuya.
Además, debemos tener en cuenta que la frecuencia sexual es una cuestión muy personal. No la puedes medir con un estándar único.
Siempre recalco que lo importante no es la frecuencia, sino que exista coherencia entre lo que quiero vivir sexualmente con mi pareja y lo que vivo. «Normal» es aquello que funciona para cada pareja.
En lugar de obsesionarse con la cantidad, es preferible enfocarse en la calidad de la vida sexual. Para alcanzar la satisfacción mutua, la herramienta primordial es la comunicación abierta.
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