Edema linfático o linfedema: todo lo que debes saber

El linfedema o edema linfático es una afección que no tiene cura, pero para la cual sí existe tratamiento. Lo más importante es diagnosticarla en forma temprana y mantener un seguimiento constante sobre la zona afectada.
Edema linfático o linfedema: todo lo que debes saber
Leidy Mora Molina

Revisado y aprobado por la enfermera Leidy Mora Molina.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 25 mayo, 2023

El edema linfático o linfedema es una acumulación de líquido linfático que provoca inflamación en donde se produce. Por lo general, aparece en uno de los brazos o de las piernas, pero también puede estar en ambos miembros o en cualquier parte del cuerpo.

Por lo general, el edema linfático o linfedema es consecuencia del daño o de la extirpación de los ganglios o de los vasos linfáticos. Esto genera una disfunción que da como resultado la acumulación y la inflamación.

El linfedema no tiene cura, pero sí puede tratarse. En otras palabras, se trata de una afección crónica frente a la cual, de todos modos, es posible adelantar medidas que alivien y controlen el mal. El diagnóstico temprano es muy importante en estos casos.

Causas del linfedema

Edema linfático o linfedema: todo lo que debes saber
El linfedema se presenta cuando el sistema linfático no funciona correctamente.

El sistema linfático está compuesto por los ganglios y los vasos linfáticos. Su función principal consiste en drenar los líquidos de los tejidos. Dichos líquidos, o linfa, transportan proteínas por todo el organismo y, a su vez, recogen las toxinas, los productos de desecho, las bacterias y los virus.

Los vasos linfáticos recogen todos esos residuos y los llevan hasta los ganglios. Allí. se produce un proceso de filtrado debido a la acción de los linfocitos, unas células que viven en los ganglios y que cumplen el papel de luchar contra las infecciones.

Al final, los desechos son eliminados del cuerpo y la linfa filtrada vuelve al torrente sanguíneo a través de los vasos linfáticos. El linfedema tiene lugar cuando el sistema linfático funciona de manera inadecuada. Esto da lugar a la acumulación y la hinchazón. Hay dos tipos de edema linfático o linfedema: primario y secundario. Veamos en qué consiste cada uno.

Linfedema hereditario o primario

El linfedema primario es poco frecuente. Se trata de una afección hereditaria causada por anomalías en el desarrollo de los vasos linfáticos. Esto ocurre por alguna de las siguientes razones:

  • Enfermedad de Milroy o linfedema congénito. Los ganglios se forman de manera anormal durante la infancia.
  • Enfermedad de Meige o linfedema precoz. En este trastorno la malformación aparece en la pubertad o durante el embarazo. A veces surge más tarde, hasta los 35 años, inclusive.
  • Linfedema de comienzo tardío o linfedema tardío. Es el menos común de todos y aparece después de los 35 años.

Linfedema secundario

El linfedema secundario es el resultado de otra enfermedad o afección. Es mucho más frecuente que el primario y lo más habitual es que sea el resultado de algún procedimiento que daña los vasos o ganglios linfáticos. Los motivos más habituales por los que esto ocurre son los siguientes:

  • Procedimientos quirúrgicos. Durante una mastectomía u otra cirugía por el estilo, se pueden lesionar o dañar los ganglios linfáticos. Asimismo, en algunos casos de cáncer puede llegar a ser necesario extirparlos.
  • La radioterapia para el cáncer. La radiación empleada puede llevar a que se cicatricen o se inflamen los ganglios o los vasos linfáticos.
  • Obstrucción por cáncer. A veces, las células cancerosas pueden bloquear los vasos linfáticos y hacer que se produzca el linfedema.
  • Una infección. Las infecciones pueden contribuir a restringir el flujo del líquido linfático y causar, de esta manera, el linfedema.

Síntomas de un linfedema

El síntoma típico del linfedema es la inflamación o la hinchazón en el área donde tiene lugar que, por lo general, es un brazo o una pierna. La misma puede ser leve y apenas notoria, moderada o severa; en este último caso, puede llegar incluso a dificultar el movimiento.

Lo más común es que la inflamación vaya acompañada de las siguientes manifestaciones:

  • Sensación de rigidez o pesadez en la zona afectada.
  • Dolor sordo o molestia.
  • Engrosamiento y endurecimiento de la piel; es decir, fibrosis.
  • Infecciones recurrentes.

En algunos casos, también hay cambios en la coloración de la piel, fuga de líquidos a través de esta y ampollas. Si el linfedema tiene lugar en la cabeza, es posible que provoque síntomas como estos:

  • Afectación de la vista.
  • Dolor de oído.
  • Congestión nasal.
  • Problemas para respirar de forma normal.
  • Dificultades para tragar o hablar.
  • Babeo.

Diagnóstico

El diagnóstico inicial se lleva a cabo partir de un examen físico y una entrevista médica. Si el paciente cumple con los criterios de riesgo para desarrollar el linfedema, como una cirugía reciente con compromiso de los ganglios, podría diagnosticarse el trastorno de forma directa.

Sin embargo, en algunas ocasiones la causa no es tan evidente o persisten las dudas. De ser así, es probable que se ordenen uno o varios de los siguientes exámenes:

  • Resonancia magnética (RM).
  • Tomografía computarizada (TC).
  • Ecografía Doppler.
  • Gammagrafía del sistema linfático o linfogammagrafía.

Esas pruebas permiten confirmar el diagnóstico y también establecer el nivel de gravedad, el cual se clasifica en cuatro grados:

  • Estadio 0 o latente.
  • Etapa 1 o leve.
  • Etapa 2 o moderado.
  • Etapa 3 o grave.

¿Cómo puede tratarse el linfedema?

Drenaje linfático de linfedema
Una de las mejores formas de tratar el linfedema es el drenaje linfático. Por supuesto, debe ser el médico quien lo indique.

No hay cura para el linfedema, pero sí se pueden aplicar medidas con el fin de controlar el dolor y disminuir la inflamación. Lo que se hace en estos casos es adelantar acciones como las siguientes.

Ejercicios

Son livianos y busca generar una suave contracción del músculo en la zona afectada. El objetivo es promover el drenaje del líquido linfático y recuperar la funcionalidad para llevar a cabo tareas cotidianas. Los ejercicios deben ser guiados por un terapeuta certificado.

Masajes

La técnica de drenaje linfático manual puede ser muy positiva para favorecer el flujo del líquido linfático. Esto ayuda a disipar la acumulación que genera la hinchazón. Lo importante es que sean aplicados por un profesional en el tema.

Envolvimiento de la zona afectada

Vendar el miembro, por lo general un brazo o una pierna, contribuye a que el líquido fluya de nuevo hacia el tronco. Lo usual es que haya más compresión hacia la zona de los dedos y que la venda esté más suelta a medida que se asciende por la extremidad. Con las indicaciones adecuadas, la persona afectada puede hacerlo por sí sola.

Prendas de compresión

Son mangas o medias largas que están diseñadas para comprimir el miembro y lograr que el líquido linfático fluya hacia otras zonas. Lo adecuado es utilizar una de estas prendas con el ajuste perfecto; por lo tanto, resulta necesario hacerlas a medida. Se deben utilizar cuando se realiza ejercicio con la extremidad afectada.

Compresión neumática

Consiste en una manga que se pone sobre el brazo o la pierna afectados. Tal manga va unida a una bomba que permite inflarla de manera intermitente. Así, se ejerce presión sobre la extremidad para alejar el líquido linfático de los dedos.

Terapia descongestiva completa

Es una combinación entre las terapias típicas y el estilo de vida. Puede ser contraproducente para quienes padezcan diabetes, hipertensión, insuficiencia cardiaca, coágulos sanguíneos o infecciones agudas.

Cirugía

Se lleva a cabo solo en los casos más graves con el objetivo de retirar el tejido excedente de la zona afectada y, de este modo, reducir la hinchazón. En la actualidad, también pueden llevarse a cabo procedimientos quirúrgicos más especializados como anastomosis linfovenosa o trasplante de ganglios linfáticos.

Consejos para afrontar la enfermedad

En tanto el linfedema es una afección incurable, quien lo padezca debe diseñar estrategias para afrontar la enfermedad de una forma adecuada. Lo más recomendable en esos casos es que se apliquen las siguientes medidas:

  • Informarse a fondo sobre el tema. Contar con información confiable ayuda a comprender mejor la enfermedad y facilita la comunicación con el personal de salud encargado.
  • Cuidar la zona afectada. Es importante limpiarse bien la piel todos los días y mantenerse atento a cualquier cambio en la zona, en particular a cortes y grietas. Se recomienda utilizar una loción humectante para evitar la resequedad.
  • Estilo de vida saludable. Una dieta balanceada, la actividad física y la reducción del estrés no solo sirven para evitar complicaciones con el linfedema, sino que mejoran la salud en general.
  • Apoyo psicológico. Los grupos de autoayuda conformados por personas que padezcan la misma enfermedad pueden ser un excelente apoyo para sobrellevar la situación. La consulta psicológica también es una alternativa eficaz.

Seguir las indicaciones médicas es fundamental

El linfedema es una enfermedad que requiere de atención constante. Es muy importante cuidar con esmero la zona afectada y adherirse al tratamiento de manera perseverante. Esto mejora significativamente el pronóstico.

El descuido o la inobservancia del tratamiento pueden llevar a complicaciones graves. Las más peligrosas son las infecciones, la linfangitis y el linfangiosarcoma. La manera de evitarlas es enfocarse en el cuidado de la zona afectada.


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