El síndrome del comedor selectivo
Escrito y verificado por el médico Leonardo Biolatto
El síndrome del comedor selectivo es un trastorno de la salud mental. Una persona lo padece cuando en su dieta regular no hay variedad de alimentos y existe un rechazo a la incorporación de elementos nuevos.
Para que pueda diagnosticarse como síndrome, la persona tiene que haber ingerido menos de diez alimentos diferentes en total, en toda su dieta, durante al menos dos años.
Si se cumplen esos criterios, entonces estaremos frente a la patología catalogada como tal. El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales la incluye como enfermedad con su nombre en inglés: Avoidant/Restrictive Food Intake Disorder (ARFIV).
Profundicemos.
Síndrome del comedor selectivo y su relación con otros trastornos
El síndrome del comedor selectivo puede ser la puerta de entrada a otros trastornos de la alimentación como:
- Anorexia: pérdida de peso provocada por el enfermo, aun teniendo bajo peso corporal. Se genera por un temor desmedido al aumento de peso.
- Bulimia: es la sucesión de conductas impulsivas llamadas atracones, consistentes en grandes ingestas de comida en poco tiempo para luego expulsarlas a través de mecanismos no naturales como el vómito provocado.
- Ortorexia: es la obsesión por consumir solo alimentos considerados sanos por el paciente, a un nivel irracional, preocupándose todo el tiempo por el menú.
- Vigorexia: es la obsesión patológica por mantener un cuerpo musculoso. Para lograrlo, las personas que la padecen practican ejercicio en demasía y alteran su dieta en extremo.
A quiénes afecta el síndrome del comedor selectivo
Si bien el trastorno puede aparecer en cualquier etapa de la vida y afectar a cualquier ser humano, tiene poblaciones más susceptibles.
Los dos grupos más afectados son los niños y los deportistas. Veamos con detenimiento cada uno.
Niños y el síndrome del comedor selectivo
Los padres saben que con los niños se hace difícil la incorporación de alimentos. En los pequeños aparece una situación llamada neofobia alimentaria, el temor a probar nuevos elementos en su menú.
Según expone este estudio de la Universidad del País Vasco (España), esto suele desarrollarse entre los dos y los seis años y se trata de algo normal: es parte del proceso de crecimiento y desarrollo. Los adultos deben entender que esto es algo esperable en la edad preescolar.
De todas formas, cuando se vuelve extremo, sí podemos hablar de síndrome de comedor selectivo en un niño. Se estima alrededor del 15 % de la prevalencia del síndrome entre los menores de seis años y suele ser más frecuente entre las mujeres que en los varones. Aproximadamente, por cada niño que lo padece hay cuatro niñas con el síndrome.
El problema a largo plazo es que puede perpetuarse en la edad adulta. Muchas veces los padres se vuelven persistentes con la incorporación alimentaria de forma contraproducente y los niños ingresan en un círculo de ansiedad que estimula aún más la patología.
Se ha asociado la presencia del síndrome de comedor selectivo en la infancia con ciertas características de la personalidad que persistirían en la edad adulta:
- Temor social
- Poca adaptación al cambio
- Trastornos obsesivos-compulsivos
- Ansiedad
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Síndrome del comedor selectivo en deportistas
Cuando los que realizan deporte se profesionalizan o lo realizan con cada vez más frecuencia, corren el riesgo de obsesionarse. Esa obsesión puede hacerse evidente en la confección de la dieta, especialmente si el deportista solo desea aumentar su volumen muscular o llevar el rendimiento al máximo a cualquier precio.
Son comunes entre estos individuos los menús basados únicamente en proteínas, o también la denominada dieta de pollo y atún en las tres comidas diarias con alternancia de pastas.
La poca variedad obliga al cuerpo a trabajar metabólicamente de formas atípicas. Eso es perjudicial a largo plazo, pudiendo generar patologías del orden metabólico que se harán evidentes con el paso de los años.
La dieta del deportista corre riesgo de volverse muy selectiva. Esto, a su vez, acarrea consecuencias en la salud a mediano y largo plazo.
Las consecuencias
La falta de nutrientes es grave para el organismo humano. Los macronutrientes y micronutrientes son vitales para que las células y tejidos corporales trabajen, se desarrollen, crezcan y se reparen.
Mínimas deficiencias pueden afectar el proceso de cicatrización, según expone en este estudio la enfermera Carmen Carrera, del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla (España). En los niños que se encuentran en crecimiento no necesariamente habrá un bajo peso, pero sí puede existir talla baja asociada al déficit.
Por su parte, y tal y como afirma esta investigación del Instituto de Neurología y Neurocirugía de La Habana (Cuba), el sistema nervioso de los niños es particularmente sensible al síndrome.
Puede haber una diferencia sustancial de coeficiente intelectual entre niños que padecen el síndrome y aquellos que no. Por supuesto, el rendimiento escolar se verá afectado.
No es menor tampoco la injerencia social que tiene el trastorno. Las personas con síndrome del comedor selectivo evitan asistir a eventos sociales donde hay comida (cumpleaños, por ejemplo).
Saben que estarán expuestos en esas situaciones. Por ello, cada vez se retraen más y permanecen más tiempo en soledad, dificultando las posibilidades de ayuda externa.
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Es fundamental pedir ayuda psicológica
Cuando el síndrome está instalado, no es suficiente la buena intención de los seres queridos para revertir la dieta. Posiblemente, fracasen si no hay un asesoramiento adecuado.
Es un problema de salud mental, y como tal requiere de profesionales de esa área. En no pocas ocasiones se trata de una combinación de trastornos, por lo que es fundamental la consulta con psicólogos o psiquiatras para caracterizar el cuadro.
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