Espondiloartritis anquilosante: diagnóstico y tratamiento
Revisado y aprobado por el biotecnólogo Alejandro Duarte
La espondiloartritis anquilosante es una enfermedad inflamatoria crónica que afecta fundamentalmente a las articulaciones de la columna vertebral.
Estas articulaciones tienden a soldarse entre sí, provocando una limitación de la movilidad. De esta forma hacen que la columna se vuelva menos flexible. Por esta razón, es muy común adoptar una postura encorvada hacia adelante.
No se sabe exactamente qué produce esta enfermedad, pero sí que la genética juega un papel importante en su aparición. La mayoría de las personas que tienen espondiloartritis anquilosante tiene el gen HLA-B27. Sin embargo, solo algunas personas con el gen desarrollan la enfermedad.
Síntomas de la espondiloartritis anquilosante
Esta enfermedad reumática produce brotes de inflamación de las articulaciones de la columna vertebral. Aunque puede que haya inflamación de otras articulaciones como los hombros, las caderas, las rodillas o los tobillos.Los primeros síntomas de la espondiloartritis anquilosante incluyen dolor nocturno y rigidez en la parte baja de la espalda. Aunque esto ocurre especialmente por la mañana y después de períodos de inactividad. También son frecuentes el dolor de cuello y el cansancio.
Algunas de las áreas afectadas con mayor frecuencia son la articulación entre la base de la columna vertebral y la pelvis y las de las caderas. Sin embargo, también puede afectar a los puntos en los que los tendones y ligamentos se unen a los huesos, en especial en la columna vertebral.
Cuando hay espondiloartritis anquilosante, se forma hueso nuevo como parte del intento del organismo por curarse. Este nuevo hueso va cerrando el espacio entre las vértebras. De esta forma, se pueden fusionar secciones de una y otra vértebra.
Esas partes de la columna vertebral se vuelven rígidas e inflexibles. La fusión también puede agarrotar la caja torácica y disminuir la capacidad y función de los pulmones.
Complicaciones de la espondiloartritis anquilosante
Algunas de la complicaciones de la espondiloartritis anquilosante son los siguientes:
- Inflamación ocular (uveítis): la uveítis es una de las complicaciones más frecuentes de la espondiloartritis anquilosante. Puede causar la aparición rápida de dolor en los ojos, sensibilidad a la luz y visión borrosa.
- Daño en las válvulas cardíacas: esta enfermedad puede provocar problemas en la aorta. La aorta inflamada puede afectar a la forma de la válvula aórtica en el corazón, lo cual alterará el funcionamiento de la válvula.
¿Cómo se puede diagnosticar?
Existen unos criterios para el diagnóstico de la espondiloartritis anquilosante que incluyen:
- Criterios clínicos: como dolor lumbar durante más de 3 meses que mejora con el ejercicio. Pero que no se alivia con el reposo. Además, se tiene en cuenta la limitación de la expansión torácica, así como de la movilidad de la columna vertebral.
- Criterios radiológicos: como es la evidencia radiológica de inflamación de las articulaciones sacroilíacas.
En función de los criterios que se presenten en el paciente, el diagnóstico de espondiloartritis anquilosante será:
- Definida: cuando hay un criterio clínico y uno radiólogico.
- Probable: en caso de que el paciente presente 3 criterios clínicos o 1 radiológico.
Los análisis de sangre y orina pueden ayudar a apoyar el diagnóstico por la presencia en sangre del antígeno HLA-B27. Asimismo, pueden determinar la intensidad mayor o menor del proceso inflamatorio que sufre el paciente.
Tratamiento de la espondiloartritis anquilosante
El tratamiento de la espondilitis anquilosante combina las diferentes opciones farmacológicas y la rehabilitación.
- Antiinflamatorios no esteroideos (AINE) y analgésicos: son tratamientos farmacológicos encaminados a controlar el dolor y reducir o suprimir la inflamación articular. De esta forma, se mejora la calidad de vida del paciente. Además, al aliviar las molestias, ayudará a mejorar el descanso nocturno.
- Fármacos modificadores de la enfermedad (FAME): estos medicamentos actúan sobre el sistema inmunitario.
- Fármacos biológicos: estos fármacos, aunque no logran curar, consiguen en muchos pacientes controlar los síntomas de la enfermedad.
- Rehabilitación: se debe hacer de forma continuada y combinada con los tratamientos farmacológicos. Los ejercicios físicos y respiratorios mejoran la movilidad de la columna y la fuerza muscular.
- Cirugía: la cirugía solo se emplea en algunas ocasiones, particularmente, cuando las articulaciones están muy dañadas y se ha perdido la movilidad.
Combinando los posibles tratamientos, puedes evitar la rigidez y el anquilosamiento. Además, te pueden ayudar a prevenir otros trastornos de la función muscular y locomotora.
A su vez, es conveniente que camines a diario al menos unos 30 minutos y que adicionalmente practiques ejercicios que fortalezcan la espalda, como la natación, por ejemplo. De todos modos, si estas opciones no te llaman la atención o no se ajustan a tu estilo de vida, considera consultar con el médico o el fisioterapeuta otras opciones de ejercicio que te resulten agradables y te ayuden a mantenerte activo.
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