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Estudios advierten los riesgos potenciales de llevar corbata todos los días

4 minutos
Si se lleva demasiado ajustada o durante largas jornadas, puede generar consecuencia como presión en el cuello, dolor de cabeza, mareos o sensación de fatiga.
Estudios advierten los riesgos potenciales de llevar corbata todos los días
Alejandra Ramirez Ovalle

Revisado y aprobado por la médica Alejandra Ramirez Ovalle

Última actualización: 03 julio, 2025

Ese pequeño gesto de ajustar tu corbata cada mañana podría no ser tan inofensivo como crees. Aunque se trata de un accesorio clásico, común en el día a día de muchos profesionales, la ciencia ha empezado a cuestionar sus efectos en la salud, sobre todo cuando se lleva demasiado ceñida o por muchas horas seguidas.

En estos contextos se han observado cambios leves en el flujo sanguíneo del cuello, tensión muscular y un mayor riesgo de presión intraocular. Aunque su impacto es modesto y no significa que tengas que dejar de utilizarla, sí es recomendable hacer ligeros cambios en su uso para prevenir molestias innecesarias.

Una corbata apretada puede reducir el flujo sanguíneo cerebral

Una investigación publicada en la revista Neuroradiology reveló que el uso de corbatas muy ajustadas puede reducir el flujo de sangre al cerebro. Tras analizar a 30 hombres —15 de ellos con corbata apretada y 15 sin el accesorio—, se observó que, en apenas 15 minutos, el riego cerebral bajó un 7,5 % en el grupo con corbata.

Para la mayoría de las personas sanas, este descenso no es peligroso, pues los síntomas suelen aparecer cuando el flujo baja más allá de ese umbral (alrededor del 10 %). Sin embargo, sí puede ser un riesgo potencial para quienes ya tienen una circulación reducida, como personas mayores, fumadores, hipertensos o pacientes con enfermedad cardiovascular.

En estos casos, esa disminución adicional causa una restricción parcial del aporte de oxígeno al cerebro, lo que puede manifestarse con mareos, náuseas, dolor de cabeza o una sensación general de fatiga y desorientación.

Presión ocular, bacterias y tensión en el cuello: otros posibles efectos

Su impacto negativo no se limita a la circulación. Hace algunos años, un equipo de investigadores alertó que las corbatas ceñidas, al dificultar el retorno venoso desde el cuello hacia la cabeza, pueden causar un incremento leve en la presión intraocular, especialmente en personas con predisposición al glaucoma.

Aunque no se han publicado estudios recientes sobre este efecto, aquellos hallazgos han sido citados con frecuencia para advertir que, en pacientes sensibles, podría representar un factor de riesgo en el daño del nervio óptico.

Otro estudio también advirtió que las corbatas de los profesionales sanitarios —que rara vez se lavan— eran más propensas a colonizar bacterias. Aunque los expertos determinaron que es poco probable que influyan en la propagación de infecciones, esto ha motivado a tomar medidas preventivas como el lavado frecuente.

Además, se teme que llevar puesto este accesorio muy pegado al cuello, por muchas horas, puede contribuir a la tensión muscular en esta zona. A pesar de que la evidencia es escasa, se cree que puede ser un factor que agrava la incomodidad cervical en jornadas extensas.

Cómo usar una corbata de forma cómoda y segura

En la actualidad, las corbatas siguen siendo comunes en entornos formales como oficinas, actos protocolares o reuniones ejecutivas. Sin embargo, su uso ha dejado de ser imprescindible. Cada vez más figuras públicas —desde líderes políticos hasta empresarios y artistas— hacen apariciones importantes sin este accesorio, apostando por un estilo más casual, pero igualmente profesional.

Eso no significa que utilizarlas sea perjudicial, o pasado de moda. Si te gusta lucirlas en tu trabajo o, bien, quieres ponértelas en una ocasión especial, hazlo sin preocuparte. La clave está en prestar atención a cómo la llevas puesta y por cuánto tiempo. A continuación, te damos algunas recomendaciones:

  • Evita un ajuste excesivo: El truco está en dejar un pequeño espacio entre el cuello y el nudo para no comprometer la circulación ni limitar el movimiento.
  • Haz pausas sin corbata: Si vas a utilizarla durante muchas horas, aprovecha esos momentos en los que no es indispensable lucirla para aflojarla o retirarla por unos instantes.
  • Escoge las de materias suaves y flexibles: Este detalle también marca la diferencia. Las telas con estas características ejercen menos presión y son más cómodas para usos prolongados.
  • Alterna con looks más relajados: Quitarte la corbata no te restará elegancia si eliges prendas que te favorezcan. Si el entorno lo permite, considera usar camisas sin este accesorio.
  • No descuides la higiene: Si la usas todos los días o en entornos donde tienes contacto frecuente, lávalas con regularidad. Esto evita que acumulen suciedad y bacterias.

Estilo, comodidad y bienestar pueden ir de la mano

Vestir con corbata sigue siendo un gesto de elegancia, identidad profesional o simple gusto personal. No hace falta alarmarse ni tomar la decisión radical de dejar de utilizarla. Los hallazgos de estos estudios son apenas un recordatorio de que, por simple que parezca, un mal uso puede tener consecuencias negativas.

Aflojar un poco el nudo, alternar estilos y escuchar las señales del cuerpo —como tomarte un momento para aflojarla si sientes presión en el cuello— son pequeñas acciones que te ayudan a mantener el equilibrio entre el estilo que quieres reflejar y tu bienestar.


Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.



Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.