Filosofía de la medicina: ¿podemos confiar en los avances?

La filosofía de la medicina es un campo del saber que analiza temas fundamentales en la teoría, la investigación y la práctica de las ciencias de la salud. Profundicemos en ello.
Filosofía de la medicina: ¿podemos confiar en los avances?

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 14 febrero, 2023

Muchos creerán que la medicina y la filosofía son dos disciplinas ajenas. La primera procura sanar, o al menos, aliviar enfermedades; mientras que la segunda analiza y sistematiza nociones muy generales, como la realidad, el conocimiento o el bien. Sin embargo, aunque no lo parezca, están relacionadas desde los tiempos de Hipócrates (460 a. C. – 370 a. C.).

Por ejemplo, la filosofía ha proporcionado los instrumentos teóricos, metodológicos y analíticos para el análisis de conceptos médicos (salud, enfermedad y cuidado); mientras que la medicina ha brindado a la filosofía temas de reflexión crítica (el debate ético de utilizar animales como modelos para humanos en la investigación biomédica, por ejemplo).

Aunque algunos autores han negado la existencia de la filosofía de la medicina como un campo de estudio diferenciado, en la actualidad contamos con revistas dedicadas, organizaciones profesionales y una considerable literatura académica que respalda el establecimiento de esta rama filosófica. Por lo que, a continuación, explicaremos en qué consiste y abordaremos algunas de las temáticas tratadas en la misma.

Filosofía de la medicina: ¿en qué consiste?

La filosofía de la medicina es un campo del saber que analiza temas fundamentales en la teoría, la investigación y la práctica de las ciencias de la salud. En particular, cuestiones metafísicos, epistemológicas y éticas.

Para comprender mejor esta definición tomemos en cuenta las áreas de investigación que la disciplina debe abarcar, según el filósofo James A. Marcum:

  • La primera es una ontología de la medicina, que abordaría cuestiones como cuál es la naturaleza de la medicina y de las instituciones de salud; qué significa ser médico; cuál es la especificidad de la relación médico-paciente; qué tipo de entidades son las enfermedades; entre otras.
  • La segunda es una epistemología de la medicina, en la que se plantearían preguntas como “¿qué tipo de conocimiento es el conocimiento médico, cómo se construye y qué clase de saber es la clínica, cómo se puede acceder al conocimiento de la enfermedad y del cuerpo?”, entre otras.
  • Y la tercera es la ética de la medicina, que implica indagar sobre la regulación de la relación médico-paciente; cuáles son los objetivos; los valores y los fines que deben guiar a la práctica médica; en qué ha consistido el paso de la ética médica a la bioética; entre otros.


Debates dentro de la filosofía de la medicina

Algunas de las problemáticas discutidas dentro de filosofía de la medicina son las siguientes. Te las contamos en detalle.

¿Cómo se deben definir la salud y la enfermedad?

Uno de los debates fundamentales y más antiguos en la filosofía de la medicina se relaciona con dos conceptos básicos. Y es que la línea divisoria entre enfermedad y salud es notoriamente vaga; en especial por la amplia gama de variaciones presentes en la población humana y por los debates sobre si muchos conceptos de enfermedad se construyen socialmente.

Abordar estas distinciones sigue siendo importante desde el punto de vista epistemológico y moral, ya que estas definiciones influyen en cuándo y dónde las personas buscan tratamiento médico. Así como en el hecho de que la sociedad considere o no que alguien está enfermo.

Por lo tanto, la definición de enfermedad, salud y sus conceptos afines no es una cuestión de mero interés filosófico o teórico, sino que es fundamental por razones éticas. Sobre todo, para asegurarse de que la medicina contribuye al bienestar de las personas.

Cama en un hospital.
¿Quién debe recibir una cama en un hospital? ¿Quién está enfermo y quién no? Estas cuestiones de la filosofía trascienden lo intelectual.

Medicina basada en la evidencia (MBE)

La MBE refiere a un movimiento iniciado a principios de la década de 1990 por un grupo de epidemiólogos de la Universidad McMaster, en Hamilton (Canadá). Reaccionaron contra lo que se percibía como una dependencia excesiva del juicio clínico y de la experiencia en la toma de decisiones sobre los pacientes.

En este sentido, se trata de un enfoque de la práctica médica dirigido a optimizar la atención, haciendo énfasis en el uso de pruebas e investigaciones basadas en el método científico. Los defensores de la MBE han desarrollado jerarquías de evidencia, que categorizan diferentes métodos de investigación con respecto a su supuesta calidad.

Si bien no existe una jerarquía universalmente aceptada, las propuestas priorizan los ensayos controlados aleatorios y las revisiones de los mismos. Mientras que los estudios no analíticos (como el informe de casos) y la opinión de expertos figuran entre las menos confiables.

Con respecto a ello, muchos filósofos han cuestionado la legitimidad de estas jerarquías. Por lo que también se han suscitado preguntas sobre la falta de fiabilidad de la investigación médica.



El juicio clínico y el papel de la experiencia

Las jerarquías de evidencia en la MBE colocan la opinión de expertos en las últimas posiciones. Y es que los epidemiólogos que iniciaron el movimiento tenían buenas razones para ser escépticos en torno a este tema. Cuando los tratamientos se someten a pruebas sistemáticas, a veces se demuestra que la tradición y la opinión de los expertos son defectuosas.

Ahora bien, los juicios erróneos sobre la eficacia de las terapias por razones puramente epistémicas no son la única preocupación que uno podría tener sobre la opinión de los expertos. En este caso, los intereses personales del médico pueden influir en sus juicios y crear sesgos en su práctica.

Por ejemplo, muchos médicos tienen conexiones con la industria farmacéutica de una forma u otra. De hecho, según un estudio, el 94 % de los médicos estadounidenses reciben beneficios económicos de los laboratorios que elaboran fármacos.

Por lo tanto, es válido suponer que el mercado influirá en las recomendaciones de tratamiento. De allí la importancia de contar con el principio de la MBE de que las decisiones deben basarse en la mejor evidencia disponible. En este caso, la investigación sistemática.

Cuando el juicio del experto adquiere más valor

Sin embargo, la cuestión se complica cuando muchos estudios sistemáticos, a nivel poblacional, producen resultados que no son directamente aplicables a determinadas personas. Un ejemplo bastante común son los efectos secundarios de un tratamiento.

En este caso, los resultados de los ensayos clínicos pueden indicar que un determinado fármaco es eficaz para el tratamiento de una afección, pero se pasan por alto los posibles efectos adversos.

Hay varias razones por las que los estudios clínicos no muestran evidencia de efectos adversos. Puede ser porque los examinados en el ensayo no fueron seguidos adecuadamente; porque se encontraron efectos adversos, pero no se informaron; o porque los efectos adversos no fueron estadísticamente significativos.

Esto demuestra que la eficacia de un tratamiento para aliviar los síntomas de una enfermedad no es la única consideración al tomar una decisión de tratamiento. En estos casos, el juicio clínico del experto juega un papel sumamente importante.

Experto en opiniones médicas basadas en al filosofía de la medicina.
La medicina sigue siendo una ciencia y un arte. Por lo tanto, para la aplicación individual de los tratamientos, todavía se necesita la pericia de los clínicos y los expertos en cada tema.

Validez de la filosofía de la medicina

La reflexión filosófica sobre temas médicos es sumamente importante para el desarrollo de teorías y prácticas que procuren salud y bienestar a las personas. Debemos tener en cuenta que los debates dentro de este campo han contribuido al desarrollo de la medicina y de sus métodos.


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