Jabón líquido o jabón en barra: ¿cuál es mejor?
Revisado y aprobado por el médico Leonardo Biolatto
Eliminar la suciedad es la función específica de un jabón líquido o jabón en barra. Aromatizar, proveernos una sensación de frescura, tonificar la piel con aceites esenciales e hidratarla son algunos de los beneficios que puede traer el uso diario.
Cada tarea la cumplen de acuerdo a los ingredientes y el uso para los que fueron diseñados. Años atrás, tal vez no se traían a consideración todas las ventajas o desventajas que se podían derivar del uso de jabón. Así que en la actualidad, la barra o el líquido no solo ofrecen evidentes diferencias, sino que se adecuan a las distintas necesidades.
¿Cuál es la función de un jabón?
La función de un jabón es limpiar la suciedad del cuerpo y el entorno, alejando las bacterias del órgano más grande que es la piel. Desde hace 2000 años cumple esta función una vez descubierta la síntesis química, la combinación de grasa, agua y álcali que lo produce.
Los hay neutros con glicerina para pieles grasas o hidratantes; también los aromáticos que acompañan terapias de relajación con esencias frutales o florales. Están los que cumplen funciones terapéuticas o dermatológicos al cerrar los poros, prevenir el acné o los puntos negros.
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¿Cuándo es uno mejor que otro?
Por ejemplo, cuando se trata del baño diario y no hay afecciones cutáneas, el jabón de barra es suficiente. Otra cosa es si tenemos resequedad, psoriasis, micosis cutánea o alguna enfermedad dermatológica que amerite cuidados a la hora del aseo.
En estos casos, siempre que esté indicado por un especialista, el líquido actúa mejor que el de barra porque contiene ingredientes que intervienen en el tratamiento. Y en el caso de escamaciones en la piel, el jabón líquido, al contrario de la presentación en barra, contribuye a la hidratación.
Para el lavado del rostro se recomienda el jabón líquido porque el de barra tiende a resecarla. El jabón en barra tiene un pH alto y es muy alcalino con respecto al pH de la piel, que es más bien ácido (de 4 a 6). La fórmula del jabón líquido es adaptable a nuestro tipo de piel, a la grasa o a la sequedad.
Para el lavado de las manos hay quienes prefieren el jabón líquido por el dispensador o dosificador. Resulta más práctico, económico y ofrece una sensación de seguridad mayor a la de emplear una barra de uso común.
Jabón en barra
El jabón en barra contiene menos ingredientes que el jabón líquido y en su preparación no se emplea agua. Por tanto, no necesita conservantes. En términos ecológicos ofrece mayores beneficios, puesto que carece de parabenos.
Se ha extendido la creencia de que en el jabón de barra proliferan las bacterias. Eso no es cierto del todo. En la humedad de la jabonera se reproducen, pero basta enjuagarlo antes y después de usar y colocarlo luego en una superficie seca.
El jabón en barra tiende a secar la piel, pero ello se contrarresta si usamos jabones a base de glicerina, que tienen una fórmula neutra.
Jabón líquido
Si necesitamos hidratación en la piel, nada como los jabones líquidos. Estos no limpian como los de barra, pero ayudan a reponer la barrera protectora y su emulsión de agua y lípidos. Vienen en variadas presentaciones.
Son más prácticos de usar por los dispensadores que dosifican la cantidad. Además, comunican mejor la idea de que es más higiénico porque va directamente del envase a las manos, al cuerpo o a la esponja.
Una de sus desventajas más resaltante es que el jabón líquido contiene agua y, por lo tanto, necesita conservantes como los parabenos.
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¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de elegir un jabón?
Es fundamental conocer la piel y la influencia que el ambiente genera sobre ella. La grasa o la sequedad deciden el tipo de jabón, así como los ingredientes y la función que queremos que cumpla. La cara, seca o grasa, exige uno particular.
Cuando el ambiente es cálido y húmedo y la piel grasa, una barra de jabón proporcionará limpieza rápida y efectiva.
Un elemento que acaso nos parezca curioso que influya a la hora de elegir es que debemos corroborar que sea jabón. Este cumple la función de limpiar y desinfectar y lo hace con eficiencia y sencillez. Diluido en agua elimina bacterias y virus. Distinto a otros productos de limpieza que anuncian esta función, pero contienen composiciones con las que no lo harían a cabalidad.
Por ejemplo, el lavado de manos solo se logra con agua y jabón. El alcohol resulta un buen respaldo, pero no es lo mismo. Si buscamos jabón, pues que lo diga de manera expresa la etiqueta y no contenga expresiones como “barra limpiadora” o “limpiador líquido”.
Ingredientes que debemos evitar
El jabón contiene una mezcla de detergentes derivados del petróleo, de aceites naturales y de la glucosa. Son muchos los químicos que se usan para conservar, colorear, dar textura o fragancia. En general, se recomienda tener precaución con los glicoles, los parabenos, los perfumes y los formaldehídos.
Al respecto, seguro encontrarás indicaciones que te recomiendan evitar en los jabones la presencia de parabenos. Investigaciones lo asocian al cáncer de mama y, aunque muchas otras declaran que no reviste riesgos, la propia Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos plantea la duda.
En productos cosméticos hay reservas con respecto al uso prolongado de parabenos. Eliminar los conservantes supone riesgos porque, en efecto, evitan el crecimiento de moho, levaduras y bacterias, propicios de ambientes húmedos como la sala de baño.
Evitemos los jabones que contienen ftalatos, señalados como disruptores endocrinos, incluso en pequeñas concentraciones. Por igual debemos cuidarnos del triclosán, potente antibacteriano con comprobada acción negativa en la salud. En la actual concentración máxima del 0,3 % en todos los productos cosméticos no es seguro para los consumidores, según lo establece la normativa europea.
Jabón líquido o jabón en barra, pero siempre que sea jabón
Existen legislaciones que obligan en el empaque del producto a declarar que en efecto estamos frente a un jabón y no un sucedáneo. Esto es importante porque hay barras de limpieza que no pasan por el proceso de saponificación y no actúan como tal. La limpieza del jabón es insustituible.
Finalmente, si nos preocupa el aumento exponencial del plástico, usar jabones de barra en empaques de cartón o sin ellos es parte de la solución. Y en este mismo sentido, jabones en base a aceite de oliva o coco y no de palma son las opciones ecológicas más idóneas.
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