Labio leporino: causas y tratamiento
Escrito y verificado por el médico Nelton Abdon Ramos Rojas
El labio leporino es un defecto congénito que hace referencia a la fisura labial. Se trata de una de las malformaciones más frecuentes en recién nacidos (afecta a 1 de cada 500), y tiene una mayor prevalencia en los varones.
Podemos distinguir dos tipos de esta enfermedad, según esté presente de forma conjunta o no el paladar hendido. De cualquier manera, esta alteración siempre está relacionada con un mal desarrollo del paladar y del labio superior durante los primeros meses de formación del feto.
Durante el desarrollo fetal hay partes que se cierran en su período de formación hasta desarrollarse por completo. Cuando estas partes no siguen este procedimiento surgen diversas enfermedades. Por ejemplo, podemos citar la espina bífida, originada por un defecto de cierre en el tubo neural.
En el caso del labio leporino, se han producido ciertas alteraciones en la fusión de las partes de la zona inferior de la cara. Por tanto, el paciente presenta una fisura entre los orificios nasales y el labio superior.
Asimismo, el tamaño de la fisura varía en función de los sujetos, pudiendo abarcar incluso la encía y el paladar. Otra denominación que encontramos para ese caso clínico sería la de fisura labio-alveolo-palatina (FLAP).
Signos y síntomas del labio leporino
Entre los más comunes encontramos:
- Cambio en la forma de la boca y la nariz (varía en función de la gravedad de la fisura). Afecta, por tanto, a la apariencia de la cara del bebé.
- Dientes descolocados o no alineados.
- Problemas de alimentación. La fisura en ocasiones altera el proceso de lactancia, ya que el bebé no puede mamar de forma correcta y en ocasiones la leche se desvía a la nariz. Por ello, el bebé aumenta muy lentamente de peso.
- Infecciones recurrentes de oídos.
- Retardo en el crecimiento.
- Dificultades a la hora de desarrollar el habla.
El Manual MSD indica que “el labio leporino y paladar hendido aislado, se denominan colectivamente fisuras orales“.
Métodos de diagnóstico
Dentro del diagnóstico, encontramos dos variantes.
Diagnóstico prenatal
Se realiza a través de ecografías rutinarias, en especial durante el segundo trimestre del embarazo. Se utilizan tanto las ecografías bidimensionales (2D) como las tridimensionales (3D) en el caso de que haga falta mayor precisión, a fin de que el equipo médico pueda identificar este trastorno.
En la ecografía tridimensional, es mucho más fácil diagnosticar el labio leporino puesto que ofrece una imagen más completa del feto, pero se reserva para un estado gestacional más avanzado puesto que en edades tempranas puede dañar al feto y alterar su desarrollo.
Diagnóstico posnatal
Se realiza un examen físico que puede incluir otras técnicas, a fin de detectar alteraciones asociadas al labio leporino.
Tratamiento
El tratamiento se basa en practicar una cirugía para reconstruir las zonas afectadas por la fisura. Se realiza durante el primer año de vida del bebé.
En primer lugar, se opera el labio leporino y después el paladar hendido, en caso de presentarlo. Los especialistas buscarán en ambas operaciones que el bebé tenga la cicatriz más pequeña y discreta posible.
En el caso del labio leporino, se aplica anestesia general al bebé y el cirujano reparará los tejidos y coserá el labio.
Para el paladar hendido, también se utiliza anestesia general y se pueden llegar a trasladar tejido del paladar sano a la malformación. En ocasiones, puede ser necesaria la reparación de ciertas zonas de la nariz del bebé, hablamos entonces de las operaciones de rinoplastia.
Asimismo, el tratamiento puede incluir terapia psicológica, ya que la desfiguración del feto puede llevar a la madre optar por el aborto. Sin embargo, las cirugías poseen un gran porcentaje de éxito y los bebés llevan una vida muy normal.
La mayoría de niños con labio leporino toleran la cirugía. Una vez realizada, los pacientes pueden disfrutar de una buena calidad de vida.
Factores relacionados con el labio leporino
Las causas del labio leporino abarcan tanto una predisposición genética como ciertos factores ambientales. Los resultados de diversos estudios han demostrado que el tabaco y el ácido fólico pueden llegar a alterar los genes que dan lugar a esta enfermedad.
Concretamente, la deficiencia del ácido fólico está relacionada con el desarrollo de otras enfermedades congénitas, como los defectos del tubo neural. En este sentido, hay que recordar que el ácido fólico es una vitamina que el cuerpo utiliza para producir células nuevas a diario.
En este caso, la única prevención posible sería tomar suplementos de esta vitamina antes y durante el embarazo. Esta precaución podría reducir de forma considerable el riesgo de padecer labio leporino, incluso en familias en las que los padres lo hayan padecido.
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