Las diferencias entre el amor y la obsesión
Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña
El amor y la obsesión se han romantizado a menudo en las artes. Por ello, ejemplos de ambos, tenemos muchos.
El amor es un sentimiento tan intenso que a veces no se entiende bien y se confunde con otras cuestiones. Por ello, hay casos en los que puede convertirse en una obsesión arrolladora que nos lleva por delante y nos hace perjudicar al otro tanto como a nosotros mismos.
Cuando nos enamoramos, pensamos con frecuencia en esa persona que ha entrado en nuestro corazón. Estamos llenos de alegría y todo parece más ligero. Por ello, nos sentimos pletóricos, llenos de positividad y fuerza.
Pero todo tiene su límite.
Si el amor es sano, habrán pensamientos agradables sobre esa persona, mas no esa necesidad sofocante de querer constatar minuto a minuto cómo está, qué hace, qué ha hecho, con quién ha interactuado y quién no, qué piensa hacer a continuación, qué tanto nos ama, etc.; así como tampoco habrán reproches del tipo “no has estado conmigo… ¿has pensado en mí?, si me amases más estarías aquí 24/7 y no hablarías con…”.
Veamos a continuación por qué el amor y la obsesión son dos cosas muy distintas.
El amor y la obsesión: ¿dos caras de la misma moneda?
Amar no es olvidarte de ti mismo, ni querer controlar cada movimiento de tu pareja, exigirle a cada momento que esté a tu lado, y reprocharle cualquier acción somo un gesto de “desamor”. Amar es saber comunicarse sanamente, aceptarse, ayudarse a crecer, compartir, pero respetando espacios, celebrar la unión, pero no sofocarla por pensamientos irracionales.
Amar tampoco significa dominar a la otra persona bajo el pretexto de “protegerla”. Tampoco es limitarla ni hacerla sufrir en pro de la propia satisfacción.
Para amar bien, no es necesario poseer ni controlar de ninguna forma, sino acercarse en la libertad.
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La exclusividad enfermiza
Cuando nos encontramos obsesionados por una persona construimos una pared alrededor de la relación que no podemos traspasar. Es como si solo existiera la relación. Esta exclusividad es agobiante y controladora, genera desconfianza y nos mantiene alerta. Todo ello evita que podamos relajarnos y disfrutar de la relación.
El amor, en cambio, goza de un compromiso donde no hay exclusividad. Se valora la honestidad entre los miembros de la pareja y se confía en el otro.
La obsesión y la baja autoestima
Cuando la obsesión se hace eco tiene que ver con una baja autoestima. Nos falta algo, necesitamos algo que no tenemos, por eso nos obsesionamos por conseguirlo. Pero, cuando hablamos de amor no estamos buscando a alguien que nos llene, sino que más bien nos complemente.
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El amor acepta, la obsesión no
Si una relación se pareja se rompe se pasa por una etapa de duelo, tras la que se acaba aceptando la realidad. Pero, en el caso de la obsesión esto no es así. Nunca llega a superarse el duelo. Nos quedamos bloqueados, atados y somos incapaces de aceptar la realidad por nosotros mismos.
El otro es un ser humano
Aunque pueda parecer obvio, en las relaciones obsesivas se puede llegar a tratar a la otra persona como una propiedad que nos pertenece para darnos aquello que nos falta.
En nuestro interior consideramos que está “obligada” a ello y que no nos puede fallar. Es nuestra necesidad, por lo que pasa a dejar de ser un ser humano para convertirse en una posesión.
En el amor se tiene en cuenta al otro como persona, que puede disfrutar tanto de sus derechos como de sus libertades.
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Las intenciones de manipulación no provienen del amor
En las relaciones, es posible que uno de los miembros de la pareja pierda el interés por el otros. En el amor, si bien sería entristecedor, tomaríamos una decisión y aceptaríamos el desenlace.
En la obsesión, sin embargo, la falta de interés no se asume, sino que se utiliza como un arma contra el otro. Se intenta provocar que la otra persona se sienta culpable por esa falta de interés que no ha buscado ni decidido sentir.
La importancia de la comunicación para cultivar el amor sano
En toda relación de pareja sana la comunicación y la empatía son elementos fundamentales. Sin embargo, en las relaciones obsesivas, no existe comunicación, pues hay miedo a que el otro pueda escapar, huir o dejarnos. Por eso, hacemos como si nada pasase y fingimos que todo está bien para no ver la realidad del problema.
Sin embargo, crearnos ese mundo de luz y color ofrece seguridad, sino lo contrario; seremos más vulnerables a la verdad.
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Las personas que se obsesionan demasiado en sus relaciones terminan muy dañadas. Su necesidad no se ve saciada y, si en algún momento todo cambia, pierden el control por completo.
No soportan que nada cambie, que se transforme en algo diferente a lo que venía sucediendo. Han puesto tanto empeño en ello que han agotado sus reservas de energía, lo han dado todo por el otro. Sin embargo, se han olvidado de ellas mismas y la única solución aquí es volver a encontrarse de nuevo.
En definitiva, el amor y la obsesión no son lo mismo.
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