Las piscinas públicas y el riesgo de infecciones
Revisado y aprobado por la médico Maricela Jiménez López
Los niños chapotean, los adultos nadan y los abuelos se relajan. Las piscinas públicas son sinónimo de diversión, esparcimiento y vacaciones en familia. El problema es que la mayor atracción del verano también conlleva algunos riesgos que debemos considerar.
En estos lugares públicos, el agua puede convertirse en un canal para la transmisión de muchas infecciones capaces de afectar diversas partes del organismo. Para la prevención de estos problemas de salud, el mantenimiento y la limpieza continua son muy importantes, pero no son una garantía absoluta.
A veces las labores de limpieza y el cloro no son suficientes para protegernos de algunos microorganismos. A continuación, explicaremos cuáles son las posibles amenazas al ir a una piscina pública.
¿Por qué existen infecciones en las piscinas?
El agua es uno de los escenarios ideales para la reproducción y supervivencia de una infinidad de microorganismos pasivos y dañinos. El bromo y el cloro contribuyen a su eliminación, pero siempre existen factores que facilitan la contaminación.
Lo peor es que el primer factor contaminante proviene de los propios bañistas. Entre los elementos susceptibles de contaminación están:
- El orín.
- El sudor.
- Las mucosidades.
- El excremento de pájaros y otros animales.
El panorama se complica cuando el agua se calienta por los rayos de sol. Todas estas condiciones unidas facilitan la reproducción rápida de bacterias y parásitos que, en ocasiones, sobreviven a las labores de limpieza.
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Riesgos en las piscinas públicas
En los siguientes puntos, profundizaremos un poco más en las afecciones que se pueden padecer al visitar una piscina pública. No te preocupes, ¡más adelante te contaremos cómo prevenirlas!
1. Diversos tipos de microorganismo patógenos
Las enfermedades víricas de la piel se asocian normalmente al baño sumergido, porque se contagian por el contacto con la dermis. Por ejemplo, el papiloma causa una verruga y ese tipo de afección benigna se puede transmitir estando en el agua. Las manos y pies son las partes con mayor vulnerabilidad frente a estas formas de infección.
De manera similar, como detalla una publicación de la Revista Biomédica de Colombia, las afecciones entéricas —es decir, las que afectan al sistema digestivo— también pueden transmitirse a través del agua, incluso en aquella apta para el consumo. En las piscinas recreativas, esto puede darse por la ingesta involuntaria del líquido o mediante parásitos que entran en contacto con la piel y pueden causar diarrea, vómitos y dolor de estómago.
Así mismo, el baño sumergido se presta para la transmisión de bacterias, según una investigación que publicó la Revista Facultad Nacional de Salud Pública. La Salmonella es una de las más comunes y se transmite por la acumulación de heces en los estanques, aunque también existen otras de origen ambiental.
2. Los protozoos patógenos
Tomando como referencia esta última publicación citada, los protozoos también se transmiten por inhalación o ingestión de agua. El problema es que estos microorganismos están relacionados con el alto nivel de toxicidad creado por el uso de algunos productos químicos.
El mismo cloro con el que se pretende matar a los microorganismos puede ser detonante de los protozoos patógenos si es utilizado de manera excesiva. El caso de las piscinas públicas con exceso de cloro también es peligroso. Este tipo de tratamiento puede generar enfermedades pulmonares, como el asma, según detalla un estudio publicado en European Respiratory Journal.
Teniendo esto en cuenta, los riesgos de la piscina de alguna forma estarán presentes en cada baño. El equilibrio en la limpieza es fundamental para la salud.
La piscina y la piel delicada
Al entrar en contacto directo con los patógenos, la piel es quizás la parte más vulnerable de todas. Por ejemplo, las personas que sufren de acné pueden verse más afectadas en sus heridas al entrar en contacto con el agua.
De acuerdo con una publicación de Medline Plus, una de las infecciones dérmicas contraídas comúnmente en estos lugares de esparcimiento es el granuloma. Son esas características pústulas secas que se posan en los codos y rodillas. Aunque no es considerado un mal grave, su tratamiento es muy lento.
En el agua también hay hongos, y por eso no es raro contraer pie de atleta después de una buena zambullida. La alta incidencia de esta patología dérmica en nadadores es confirmada por una investigación que publicó el European Journal of Epidemiology.
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Cómo evitar la infección en piscinas públicas
Todo lo dicho anteriormente no significa que no podamos ir a pasar un día de relajación en las piscinas públicas. Existen precauciones que podemos tomar para evitar enfermarnos.
1. Usar elementos aislantes
Las sandalias de plástico, gafas para piscina y tapones de oídos pueden ayudar a prevenir padecimientos como el pie de atleta, las inflamaciones en los ojos y la otitis.
2. Ducha tras el baño
La ducha con agua potable es importante tras un día de baño. Llevar en el bolso un jabón para usarlo al ducharnos ayudará a eliminar los gérmenes de la piel.
3. Evitar tragar agua
Aunque suene lógico, esto es importante para evitar los virus entéricos que pueden afectar al sistema digestivo. Se trata de una medida fundamental en el caso de los niños, ya que con sus juegos y sus inicios en la natación, tienen tendencia a tragar más agua que los adultos.
Cuidar la higiene al visitar las piscinas públicas
Como vemos, las piscinas públicas pueden ser un foco de infección y enfermedades. Sin embargo, tomando algunas precauciones es posible minimizar el riesgo de contagio.
Lo más recomendable es armar la mochila con anticipación y llevar todos los elementos citados, tanto para usar durante la estadía en la piscina como después. Finalmente, es aconsejable consultar con el médico si existen dudas al respecto o si se experimentan síntomas de alguna de las afecciones mencionadas.
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