4 errores con la calefacción que disparan tu factura de invierno

Mantener el hogar cálido sin que la factura se dispare no requiere grandes inversiones ni sistemas sofisticados. En muchos casos, el verdadero problema está en hábitos cotidianos que, sin notarlo, aumentan el consumo energético y hacen que el gasto se eleve mes a mes.
Con pequeños ajustes es posible lograr un ahorro real sin renunciar al confort. A continuación, compartimos los errores más comunes y la solución práctica para cada uno.
1. Poner el termostato al máximo para calentar más rápido
Es habitual llegar a casa con frío y subir el termostato a 25 °C pensando que así el ambiente se calentará más rápido. Pero la calefacción no responde a la urgencia: el sistema entrega calor a un ritmo constante, sin acelerarse por una temperatura más alta. Al ponerlo al máximo, solo se fuerza el equipo a trabajar sin pausa para alcanzar un nivel excesivo, lo que se traduce en un gasto innecesario.
Solución: programa el termostato directamente en la temperatura de confort, entre 19 °C y 21 °C. El sistema alcanzará ese punto de forma gradual y luego se autorregulará para mantenerlo sin derroches.
2. Cubrir los radiadores o pegarles muebles
Usar los radiadores para secar ropa o colocar un sofá justo delante son acciones habituales que bloquean el calor sin que lo notemos. Estos sistemas funcionan por convección: calientan el aire a su alrededor, que luego sube y circula por la habitación.
Si se cubren, ese flujo se interrumpe, creando una barrera que obliga a la caldera a trabajar más tiempo y con mayor intensidad para lograr el mismo efecto. Además, la ropa húmeda eleva la humedad ambiental, lo que genera una sensación térmica más fría y menos confortable.
Solución: mantén los radiadores completamente despejados. Deja al menos 10 o 15 centímetros libres a su alrededor para que el aire pueda circular sin obstáculos y el sistema funcione con mayor eficiencia.
3. Ventilar durante demasiado tiempo (o con la calefacción puesta)
Ventilar es necesario, pero hacerlo durante demasiado tiempo o con la calefacción encendida puede disparar el consumo sin que lo notes. Al dejar las ventanas abiertas por media hora, todo el calor generado se escapa, y el sistema debe empezar de cero para recuperar la temperatura, lo que implica un gasto energético innecesario.
Solución: la ventilación debe ser breve y eficaz. Cinco o diez minutos bastan para renovar el aire de una habitación, especialmente si se crea una corriente cruzada. Siempre apaga la calefacción de la zona que estás ventilando para evitar pérdidas.
4. No saber si apagarla o bajarla al salir
No saber si conviene apagar la calefacción o simplemente bajarla es una duda común, y la respuesta depende del tiempo que vayas a estar fuera. En cada caso, hay una estrategia más eficiente:
- Ausencias cortas (unas horas o durante la noche): lo mejor es reducir el termostato a una temperatura de mantenimiento, entre 15 °C y 17 °C. Recuperar esos pocos grados luego requiere menos energía que calentar desde cero.
- Ausencias largas (todo el día o un fin de semana): conviene apagarla por completo. El ahorro de tener el sistema inactivo durante tantas horas compensa el pico de consumo que se produce al encenderlo nuevamente.
Estos consejos son útiles en cualquier hogar, pero su efecto se multiplica cuando la vivienda está bien aislada. En espacios con mal aislamiento, el calor se escapa con rapidez, y la calefacción debe trabajar sin descanso para compensar esas pérdidas. En esos casos, apagar el sistema durante ausencias largas no solo es recomendable: es esencial para evitar un gasto desproporcionado.
Más allá de seguir reglas generales, conviene observar cómo responde tu casa a cada ajuste. Saber qué funciona (y qué no) es lo que permite tomar decisiones más eficientes.
Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.