7 costumbres que antes eran educadas y que hoy los jóvenes detestan

Llamar sin avisar o comentar la apariencia de alguien puede parecer normal a muchos, pero para los jóvenes de hoy son costumbres molestas. Las nuevas generaciones han redefinido la cortesía: lo que antes era un gesto cotidiano, hoy puede resultar incómodo o incluso inapropiado. Hoy el énfasis está puesto en el consentimiento mutuo y los límites personales. Por esa razón, te contamos cuáles son las costumbres que conviene dejar atrás.
1. Llamar por teléfono sin previo aviso
Antes, las llamadas eran la única vía de comunicación posible. Y, por eso, no era extraño llamar a la casa de otra persona (o al celular cuando ya estaban disponibles). Con la posibilidad de enviar mensajes gratuitos y las infinitas aplicaciones de mensajería, una llamada se considera como una interrupción.
Las nuevas generaciones gestionan su tiempo y su atención de otra manera, por eso, una llamada inesperada puede alterar sus planes o exigir una respuesta inmediata que no siempre es posible o deseada. Por eso, es mejor enviar un mensaje previo a llamar, para consultar si es un buen momento para hablar.
2. Presentarse en casa o en el trabajo sin avisar
Antes, llegar de improviso a la casa de un joven o presentarse en su trabajo sin avisar solía ser un gesto de cercanía. Pero las cosas han cambiado, y con las agendas más ajustadas, las nuevas generaciones lo consideran una falta de respeto.
Siempre coordina tu visita con antelación, proponiendo fechas y horarios adecuados para la agenda de la otra persona. De esa forma te aseguras que el momento sea conveniente para ambos.
3. Comentar sobre el aspecto físico de los demás
Apenas una o dos generaciones atrás, era muy común hacer observaciones sobre la apariencia de otras personas. Ya fuesen elogios o críticas sobre el peinado, la ropa, el peso, hoy en día esos comentarios pueden generar incomodidad o interpretarse como una invasión a la privacidad.
Las nuevas generaciones promueven una autonomía de la imagen corporal y prefieren no ser objeto de los juicios externos. Como ese tipo de comentarios no respetan la diversidad corporal y pueden ser poco empáticos, lo mejor es esperar a que te pidan la opinión.
4. Dar consejos no solicitados
Ofrecer un consejo era una manera de mostrar preocupación ante el problema de otra persona y de compartir experiencias. En la actualidad, un consejo no pedido puede interpretarse como una subestimación de las capacidades de esa persona. Es decir que, de forma indirecta, puede sugerir que no es capaz de resolver sus propios problemas.
Lo mejor es esperar a que te pregunten qué opinas. En lugar de ofrecer soluciones, brinda apoyo y confía en el criterio de los demás para tomar sus propias decisiones.
5. Insistir con la comida o la bebida cuando han dicho que no
En muchas culturas, y hasta no hace mucho tiempo, insistir para que un invitado coma o beba era una señal de hospitalidad. Hoy se percibe más como una presión social que ignora los límites personales.
Por lo tanto, respeta las decisiones de los demás y no insistas en que tus invitados consuman algo si ya han expresado que no lo desean. Tener en cuenta sus límites es una muestra de respeto.
6. Preguntar sobre temas personales delicados
La curiosidad sobre el estado civil, la paternidad, la situación económica, la carrera o las aspiraciones laborales podrían ser interpretadas como interés genuino hacia la otra persona. Los jóvenes de hoy rechazan estas costumbres, que consideran una intromisión a la privacidad.
Especialmente en público, lo mejor es cuidar la privacidad y esperar a que la persona se sienta en confianza para conversar sobre esos temas sensibles. Permite que comparta lo que desee cuando lo desee.
7. Interrumpir al otro para corregirle o terminar su frase
A veces, se interrumpía a los demás para ayudarle a terminar una frase cuando esa persona no encontraba las palabras adecuadas. También, era común corregirle si se había equivocado en algo.
Sin embargo, hoy esas interrupciones son consideradas como una falta de respeto porque impiden que la persona se pueda expresar por completo y a su manera. En su lugar, deja que los demás se expresen, escuchando y fomentando el respeto en la comunicación.
Cómo aplicar estas nuevas normas
Es importante destacar que estas pautas pueden variar según el contexto, la relación que tengas con la otra persona o su personalidad. Siempre que tengas dudas, la comunicación directa es tu mejor aliada. Empieza por:
- Preguntar sus preferencias: consultando cómo prefiere comunicarse (ya sea por mensajes o por llamadas).
- Respetar los límites: acepta sus decisiones sobre qué desean mantener en privado y qué desean compartir.
- Escuchar sin juzgar: no respondas lo primero que se te pase por la cabeza; presta atención a sus respuestas para saber cómo reaccionar.
Las reglas de cortesía evolucionan con el tiempo. Lo importante sigue siendo la consideración mutua. Adaptarse a estos nuevos códigos puede parecer un reto, pero hacerlo fortalece los vínculos y fomenta relaciones más respetuosas y saludables.
Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.