Dr. Carmona, divulgador científico: "la ciencia detrás de esas canciones que no puedes dejar de tararear"

Hay momentos en los que ciertas canciones se instauran en nuestra cabeza sin previo aviso. Un pequeño fragmento que escuchamos en un vídeo viral en redes sociales, un coro pegadizo que alguien en la oficina también tarareó o un acorde que nos recuerda otra canción que nos gusta. De pronto, notamos cómo esa tonada se repite una y otra vez, hasta que sentimos que no podremos sacarla de la mente.
El divulgador científico Dr. Carmona, explica que este fenómeno psicológico tiene que ver con un mecanismo conocido como efecto Zeigarnik, que describe cómo la mente puede recordar con más fuerza las tareas interrumpidas o no completadas, que aquellas que han sido finalizadas. “Es un auténtico secuestro cortical. Nos han metido un virus auditivo directo en el sistema límbico”, explica.
El efecto Zeigarnik, cuando el cerebro no tolera lo inconcluso
Hace casi un siglo, la psicóloga Bluma Zeigarnik se encontraba en una cafetería de Berlín cuando observó algo que le llamó mucho la atención. Los camareros del lugar podían recordar con bastante precisión todos los pedidos que estaban pendientes por servir y pagar, pero una vez la cuenta estaba saldada y el cliente se había ido, olvidaban por completo lo que habían consumido.
De este modo, dedujo que el cerebro, al marcar la tarea como “finalizada”, liberaba el espacio mental que ocupaba. Fue así como el concepto de efecto Zeigarnik empezó a describir una de las verdades más interesantes de la mente: no tolera las tareas inconclusas. En cambio, las mantiene activas y nos las recuerda con frecuencia.
Aplicado al contexto de la música, esto explica por qué cuando escuchamos una melodía de forma parcial, nuestra cabeza la repite una y otra vez hasta ‘cerrar el ciclo’. Oír solo una pequeña parte de forma aislada se vuelve un misterio que el cerebro quiere resolver y, por eso, no lo puede dejar pasar.
En este proceso entra en actividad la corteza prefrontal, encargada de la memoria de trabajo, que se queda dando vueltas en su intento por encontrar una conclusión que nunca llega. A la par, el sistema de recompensa cerebral queda a la espera de una dosis de dopamina que nunca llega, pues la satisfacción de la conclusión musical no se produce.
¿Es posible romper ese ciclo mental?
Sí. Por fortuna, tiene solución. El Dr. Carmona propone dos estrategias efectivas para silenciar esa canción que se repite en nuestra mente sin parar y que, a menudo, afecta nuestro enfoque.
- Escuchar la canción completa. La opción más lógica y directa es reproducir toda la canción. Este método podría ayudar a que el cerebro obtenga la información que le falta. Poder escuchar el principio y el final le permite cerrar su “expediente mental”, desactivando el efecto Zeigarnik.
- Masticar chicle. Este método es menos intuitivo, pero quienes lo han probado aseguran que es bastante eficaz. Sucede que el movimiento repetitivo y automático de la mandíbula interfiere con la memoria de trabajo. En pocas palabras, la acción de masticar “apaga” el bucle auditivo al ocupar los mismos recursos neuronales que la canción estaba utilizando para repetirse.
Un mecanismo que aún tiene incógnitas
Aunque la existencia del efecto Zeigarnik como parte del funcionamiento normal de la memoria se sigue debatiendo en entornos académicos, es una teoría interesante para explicar cómo nuestra mente gestiona lo incompleto y cómo el interés o la atención refuerzan lo que recordamos.
Por eso, la próxima vez que no logres sacar una canción de tu cabeza y que te encuentres tarareándola todo el día, recuerda que quizá es tu cerebro intentando detener “ese bucle” antes de dejarlo ir.
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