¿Qué es la megalofobia y cómo se puede superar?
Escrito y verificado por el psicólogo Andrés Carrillo
Dentro de la extensa gama de fobias que existen podemos encontrar una gran variedad de temores irracionales. En esta oportunidad, veremos qué es la megalofobia y a qué le temen las personas que la presentan.
En esta fobia, el miedo irracional está dirigido hacia los objetos de gran tamaño. Pero no cualquier objeto grande produce el temor. Un megalofóbico se intimida ante aquellos que no deberían serlo. Por ejemplo, ver un celular gigante en una valla publicitaria.
Esta fobia puede resultar limitante, tomando en cuenta que a diario estamos expuestos a una gran cantidad de publicidad. Inclusive, sin salir de la casa, podemos ver objetos de un tamaño exagerado desde nuestros celulares. En este sentido, superar la fobia representa una mejora significativa en la calidad de vida.
Síntomas de la megalofobia
La sintomatología propia de esta fobia engloba diversas áreas. Las personas experimentan pensamientos catastróficos e irracionales (en el área cognitiva). Sin embargo, dependiendo de la intensidad, también podrían estar presentes síntomas físicos, como sudoración, taquicardia, temblores o dolor de cabeza.
En los casos más extremos, los síntomas físicos pueden presentarse aún sin la presencia del estímulo. Los pensamientos catastróficos provocan la sintomatología física.
Veamos un listado detallado con todos los signos posibles:
- Elevaciones de la tensión arterial.
- Náuseas y diarreas.
- Resequedad de boca por inhibición de la saliva.
- Taquicardia.
- Sudoración excesiva.
- Temblores.
- Dolor de cabeza.
- Huida repentina de lugares.
- Pensamientos irracionales y ansiosos.
Como hemos mencionado, estos síntomas dependerán de la capacidad de afrontamiento de las personas. De allí que no siempre se van a presentar en conjunto. Solo en los casos de mayor intensidad la persona recurrirá a la huida para disipar el pánico.
¿Cuál es la causa de la megalofobia?
La explicación sobre cómo se desarrolla esta fobia tiene varias teorías. Hay 3 corrientes psicológicas con teoremas explicativos al respecto.
En primer lugar, la corriente cognitivo conductual sostiene que esta clase de fobia es producto de un aprendizaje condicionado por estímulos y respuestas (condicionamiento clásico).
Desde la perspectiva cognitivo conductual, una persona que haya experimentado sucesos degradables (traumáticos) con algún objeto de gran tamaño podría desarrollar una conducta evitativa de manera general. Esto es que aprenda a evitar los objetos grandes para no exponerse a la angustia.
Otras corrientes que han explicado la megalofobia son las teorías integradoras y las biológicas. Para las primeras, el temor irracional característico en esta y otras fobias proviene de una mezcla entre varios factores: biológicos, sociales y psicológicos. Mientras tanto, para las teorías biológicas las causas se reducen a lo orgánico.
La teoría biológica afirma que el origen de las fobias se encuentra en las predisposiciones genéticas. Por ejemplo, un hijo podría heredar de su padre o madre el temor irracional hacia los objetos de gran tamaño. De modo similar, un nieto también podría traer en su carga genética alguna fobia de sus abuelos.
A pesar de que las 3 teorías cuentan con buenas bases para sustentar sus hipótesis, son las integradoras las que cuentan con mayor nivel de aceptación. En ellas no se descarta la importancia de ninguna causa y se entiende a las fobias como un fenómeno multifactorial.
Diagnóstico y tratamientos disponibles
Para poder establecer el diagnóstico de una fobia específica se debe comprobar que existe una respuesta desproporcionada de miedo hacia un estímulo en particular. En el caso de la megalofobia, cuando alguien no es capaz de controlar sus reacciones de pánico ante algunos objetos de gran tamaño, el diagnóstico sería correcto.
Las fobias específicas afectan a las personas en el desenvolvimiento de sus actividades cotidianas. De hecho, muchos aceptan vivir una vida llena de limitaciones con tal de no verse expuestos a los objetos o circunstancias que les producen miedo.
En lo concerniente a los tratamientos disponibles, para abordar esta clase de fobias destaca la terapia cognitivo conductual. Sucede que, cuando los pensamientos catastróficos son reemplazados por esquemas mentales adaptativos, los síntomas comienzan a disminuir su intensidad.
Dentro de este marco, las fobias desaparecen por completo una vez que el paciente es capaz de poner en práctica sus nuevos recursos de afrontamiento. Es decir, no se presenta la necesidad de huir ante un estímulo que antes producía pánico incontrolable. La terapia de exposición controlada también resulta efectiva.
Podríamos resumir que el método de exponer a una persona ante una imagen en la que se observe algún objeto específico de gran tamaño ayuda a disipar el miedo irracional. En la medida que las sesiones avanzan, el estímulo condicionado pierde su efecto y el paciente queda libre de miedos.
Recomendaciones para afrontar la megalofobia
Se debe tener en consideración que esta clase de fobia no es de las más comunes, por lo tanto, es normal que las personas se sientan cohibidas a comentar su situación en caso de presentarla. Por eso, la recomendación principal es que seleccionemos a alguien de confianza con quien podamos desahogar el miedo.
Uno de los componentes más importantes del afrontamiento es la capacidad de expresarse. La razón es que, al hablar de un tema incómodo y darnos cuenta de que no somos juzgados, comenzamos a tener más control sobre la situación.
Otra recomendación es no restarle importancia al asunto. Por lo consiguiente, será necesario acudir con un psicólogo.
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¿En cuanto tiempo se curan las fobias?
El tiempo aproximado para que un tratamiento contra las fobias sea exitoso es de aproximadamente un mes o dos, dependiendo de algunos factores. En primer lugar, la especificidad. En el caso de la megalofobia se tiene el conocimiento exacto de cuáles son los objetos que motivan el miedo, por lo que se puede tratar más fácil.
Otras fobias requieren de más tiempo y sesiones terapéuticas. Por ejemplo, la agorafobia (miedo a los lugares abiertos) amerita un proceso más prolongado, debido a que se debe indagar respecto a las condiciones exactas en las que la persona se siente intimidada.
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