Parto inducido: qué es y cómo se realiza

En casos muy concretos, el ginecólogo puede aconsejar la inducción del parto, es decir, provocar de forma artificial las contracciones a fin de que se desencadene el parto.
Parto inducido: qué es y cómo se realiza
María Belén del Río

Revisado y aprobado por la bióloga, médica María Belén del Río.

Escrito por Virginia Martínez

Última actualización: 24 mayo, 2023

El parto inducido es aquel en el que se provocan de forma artificial las contracciones uterinas con el objetivo de desencadenar el parto. En este sentido, es una acción programada y su realización depende de determinadas condiciones evaluadas por el ginecólogo.

En este artículo, te contamos todo lo que debes saber sobre el parto inducido.

El parto inducido

A diferencia del parto normal, en el que las contracciones empiezan por sí mismas, en el parto inducido, estas son provocadas de forma artificial mediante la administración de determinados fármacos. Por esta razón, se puede decir que el parto es provocado.

Aunque lo aconsejable es siempre esperar que se desencadene por sí mismo, en algunos casos es mejor provocar el parto. Así, es recomendable por diversas razones el parto inducido. En estos casos, la inducción del mismo siempre estará indicada y realizada por el médico.

¿Cuándo se recomienda inducir el parto?

La inducción del parto se reserva a situaciones especiales que puedan comprometer la salud de la madre y el bebé.
  • Rotura temprana de membranas. Cuando se “rompen aguas”, lo normal es que las contracciones comiencen. En algunos casos, esta rotura tiene lugar de forma temprana, de modo que las contracciones no se inician. Si de 12 a 24 horas aún no han comenzado, el ginecólogo puede inducir el parto para evitar complicaciones.
  • Embarazo prolongado. Pasadas 42 semanas de gestación, el especialista puede indicar la inducción del parto si aún no se ha producido de forma natural.
  • Enfermedad de la madre. En algunos casos, la madre puede sufrir algún tipo de enfermedad como diabetes, hipertensión, etc. En estos casos, para evitar la descompensación de la madre, es mejor provocar el parto induciéndolo.
  • Existencia de meconio. Puede indicar que existe algún tipo de complicación para el feto. Por tanto, es mejor inducir el parto.
  • Macrosomía fetal. Se trata de casos en los que el feto alcanza un peso superior a los 4,5 kilogramos. Puesto que conlleva determinados riesgos tanto para la madre como para el feto, el médico podrá aconsejar la inducción del parto.
  • Muerte fetal en el útero. Lamentablemente, debe inducirse el parto.

En cualquier caso, será siempre el especialista, tras exhaustiva evaluación del caso y de las condiciones específicas de la madre y del feto, quien decidirá si el parto debe inducirse o no.

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¿Cómo se realiza?

Una vez el especialista ha decidido que la mejor opción es inducir el parto, se inicia el proceso a fin de provocar artificialmente el parto. Para ello, el proceso se realiza en 2 fases.

Primera fase: maduración cervical

Para poder inducir el parto, previamente el cuello del útero debe haber dilatado al menos dos o tres centímetros. Por esta razón, el médico administrará prostaglandinas (hormonas encargadas de estimular el útero), de forma que se inicie el proceso de dilatación.

No obstante, desde el inicio de la administración de prostaglandinas hasta la maduración adecuada, es posible que pasen entre 12 y 24 horas. Por esta razón, en muchos casos se suele administrar de noche, a fin de que la gestante pueda descansar y estar preparada durante el día para la inducción y el parto.

Segunda fase: amniotomía u oxitocina

Una vez conseguida la dilatación, el ginecólogo romperá la bolsa de líquido amniótico para estimular las contracciones. No obstante, si después de romper la bolsa de líquido amniótico aún no han comenzado de forma natural, el médico podrá administrar oxitocina.

La oxitocina es una hormona que produce la contracción de los músculos uterinos y se administra por vía intravenosa (goteo). Al mismo tiempo, se monitoriza la frecuencia cardíaca del feto y de la madre, además de las contracciones.

Normalmente, la primera dosis de oxitocina es pequeña e irá en aumento según indicación del ginecólogo. Tras la administración de la oxitocina, las contracciones pueden aparecer de forma brusca y dolorosa, favoreciendo el sufrimiento de la madre y del feto. Por esta razón, el ginecólogo controlará todo el proceso de forma intensiva.

A partir de aquí, el parto tendrá lugar de manera normal a no ser que existan complicaciones que requieran de cesárea.

Riesgos del parto inducido

Aunque el proceso es largo y puede ser doloroso, el parto inducido no presenta complicaciones graves.

El riesgos más importante para la madre vienen dados por el largo proceso. En efecto, esto puede provocar cansancio, incluso fiebre (por los fármacos administrados).

En este sentido, debemos tener en cuenta que desde la administración de prostaglandina hasta que el útero ha dilatado 3 centímetros pueden pasar incluso 24 horas. Si además, sumamos las horas necesarias para la administración de la oxitocina y el desarrollo del parto en sí hasta el alumbramiento, se trata de un procedimiento largo.

Por otra parte, puede que el feto no se sienta a gusto en el útero durante el proceso. Por esta razón, el ginecólo puede llegar a indicar la cesárea, con las complicaciones propias de esta intervención. No obstante, esto no es siempre así. De hecho, la mayoría de los partos inducidos acaban siendo vaginales y sin complicaciones.

Por eso, si es tu caso, no te agobies. A pesar del largo proceso, el personal médico te irá guiando y aconsejándote a cada paso. En unas horas, al fin tendrás a tu pequeño en tus brazos.


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