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Pensamiento ilusorio: qué es y cuáles son sus consecuencias

4 minutos
Las personas no siempre somos lógicas y racionales. En ocasiones, la mente nos engaña y nos lleva a tomar malas decisiones basadas en sesgos. Descubre uno de los más comunes: el pensamiento ilusorio.
Pensamiento ilusorio: qué es y cuáles son sus consecuencias
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz

Última actualización: 06 julio, 2023

Todos queremos pensar que nuestras opiniones están basadas en un criterio lógico y que a la hora de tomar decisiones somos realistas y racionales. Pero lo cierto es que estamos sesgados y que, con frecuencia, caemos en el denominado pensamiento ilusorio.

Este se apodera de nosotros cuando nos aferramos a la posibilidad que más nos agrada, que más nos conviene, y dejamos de lado el realismo y la evidencia. Creer que nuestros deseos son posibles, que la realidad se amolda a nuestras expectativas, se siente bien. Sin embargo, puede traernos consecuencias desagradables.

¿Qué es el pensamiento ilusorio?

El pensamiento ilusorio (o wishful thinking) es aquel que se basa en las emociones, en el deseo y en la ilusión, en lugar de apegarse a la evidencia. Sería esperable que, al formarnos una opinión, lo hiciésemos con base en los hechos y los argumentos sólidos. Y que, al tomar una decisión, fuésemos capaces de analizar las distintas posibilidades y resolver de forma realista.

Pero cuando el pensamiento ilusorio entra en marcha, esto no sucede. Por el contrario, nos apegamos a esa idea que nos agrada, a esa posibilidad que nos hace sentir bien. Nos cerramos a cualquier evidencia contraria.

Para comprender mejor este concepto, tengamos en cuenta que se basa en los siguientes parámetros.

Imaginación

La imaginación es la capacidad humana para crear escenarios mentales en ausencia de hechos concretos que los sustenten. En nuestro mundo interno podemos generar imágenes de toda índole y barajar diferentes perspectivas y resoluciones de una situación.

En el pensamiento ilusorio nos recreamos en aquellas situaciones que se amoldan a nuestras expectativas y dejamos de lado todas las otras que no lo hacen. Solo valoramos las opciones que producirían un resultado positivo.

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No es infrecuente que nos detengamos a pensar en aquello que imaginamos posible porque lo deseamos, sin tener bases sólidas.

Emoción

En lugar de acudir a la racionalidad, en este caso, el proceso de pensamiento se basa en la emoción. ¿Qué es lo que me haría sentir bien? Entonces, eso es lo que es real, eso es lo que vale y todo lo demás no tiene cabida en mi mente.

Deseo

Este sesgo cognitivo aparece cuando colocamos al deseo en el centro del proceso de pensamiento. Yo tengo un objetivo prefijado y amoldo mis creencias, opiniones y decisiones para que encajen con este; incluso, si la evidencia está en contra. En suma, pienso que algo es cierto por el mero hecho de que yo lo deseo.

¿Cómo nos afecta el pensamiento ilusorio?

Lo cierto es que pensar, opinar y decidir con base en nuestras emociones y deseos no siempre es negativo. Hay ciertas circunstancias en las que puede suponernos una ventaja.

Por ejemplo, cuando pensamos positivamente de un niño (por ejemplo, que es muy inteligente), es probable que le ofrezcamos la estimulación y las oportunidades apropiadas para desarrollar más su intelecto y cumplir con nuestra percepción inicial. Este es el denominado efecto Pigmalión.

Lo mismo puede ocurrir en nuestra relación de pareja. Se ha visto que, si escogemos esperar lo mejor del compañero, es posible que la relación mejore o sea más satisfactoria, porque estaremos actuando desde esa creencia y propiciando un clima de intercambios positivos.

Igualmente, el efecto placebo podría ser un buen ejemplo de cómo este pensamiento ilusorio nos beneficia. Si una persona escoge creer que cierta pastilla curará sus males, puede que finalmente termine sintiéndose mejor.

El pensamiento no se ha formado con base en una evidencia, sino desde un deseo (el de curarse) y una posibilidad que agrada. El resultado, de todos modos, ha sido positivo.

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El efecto placebo tiene defensores y detractores en la medicina. Es un ejemplo más del pensamiento ilusorio.

Consecuencias del «wishful thinking»

Ahora bien, las consecuencias no siempre son favorables. De hecho, pueden ser perjudiciales y peligrosas.

El pensamiento ilusorio no surge de la nada. Como tantos otros sesgos cognitivos, es fruto de la evolución.

En el pasado, estos atajos mentales permitieron a nuestros congéneres sobrevivir. Es por esto que siguen presentes en nosotros. Sin embargo, hoy en día, en un entorno completamente diferente, pueden perjudicarnos.

En este caso, el pensamiento ilusorio puede llevarnos a tomar malas decisiones y a sostener posturas inflexibles e irracionales. Hay multitud de ejemplos al respecto:

  • Dar un apoyo ciego a un partido político, negando por completo sus errores y obviando sus malas actuaciones.
  • Evitar buscar atención médica por aferrarnos a la creencia de que estamos sanos (o lo estaremos pronto), solo porque así lo deseamos y es lo que nos complace pensar.
  • Tomar una mala decisión empresarial por dejarnos llevar por la emoción en lugar de por las evidencias que indican riesgos.
  • Pensar que somos muy buenos en nuestro puesto de trabajo o en una habilidad concreta nos lleva a acomodarnos en una realidad inventada y a no esforzarnos por mejorar verdaderamente.
  • Permanecer en relaciones tóxicas y dañinas por aferrarnos a la idea de que el otro está cambiando o lo hará pronto.

En definitiva, este modo de elaborar los pensamientos, alejado de la evidencia y sustentado en el deseo, puede conducirnos a situaciones muy complicadas y con graves consecuencias. Por esto, es importante que nos hagamos conscientes de estos engaños de la mente y sepamos ser lógicos y realistas a la hora de tomar decisiones.


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  • Matute, H. (2019). Ilusiones y sesgos cognitivos. Revista Investigación y Ciencia. Disponible en: https://www.investigacionyciencia.es/files/34180.pdf
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