Pensamiento positivo: cómo utilizarlo para el beneficio diario
Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña
En general, es posible aplicar el pensamiento positivo en nuestra vida diaria para beneficio propio. Esto es lo que nos dicen en muchas ocasiones. Pero ¿se puede ser siempre tan optimista en todas las circunstancias?
Ciertamente, no podemos evitar los acontecimientos negativos o traumáticos o las emociones que experimentamos al respecto. Sin embargo, el pensamiento positivo intenta hacernos entender que siempre es posible salir adelante e, incluso, aprender de las experiencias difíciles.
Como bien decía Viktor Frankl, un psiquiatra superviviente de campos de concentración en la II Guerra Mundial: «si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento».
El poder del pensamiento
Solemos subestimar el poder que tiene nuestra mente. Sin embargo, los pensamientos que predominen en ella harán que afrontemos nuestros días con energía o, por el contrario, con apatía.
Tal vez para las personas que se dicen realistas, esto no parezca muy convincente. Pero no se trata de arte de magia, ni de hacer como el genio de la lámpara, que con una palabra o un chasquido de dedos convierte en realidad los deseos.
El asunto es, para empezar, que no hay nada en la realidad que no haya sido antes idea. Dicho de otro modo, cualquier invención que vemos a nuestro alrededor, antes fue un pensamiento en la mente de una persona, que tuvo una visión, una inspiración.
Asimismo, cuando emprendemos una tarea, es porque tenemos la convicción de que la vamos a llevar a buen término. Si no fuera así, no la iniciaríamos siquiera. ¿No es, acaso, el pensamiento el que nos guía?
Claro, siempre y cuando este sea un pensamiento positivo, nos puede conducir al lugar que queremos ir. Porque si es negativo, quién sabe a dónde iremos a parar. Con toda seguridad a otro escenario que no es el que deseamos.
El bucle de los pensamientos negativos
Ahora, ¿por qué nos sumergimos en un bucle de pensamientos negativos? Porque muchas veces es lo más fácil. Si analizamos la cantidad de veces que nos quejamos en tan solo un día, nos sorprenderíamos.
Ver la televisión o las redes sociales, con las noticias sobre lo que ocurre en el mundo, repletas de desastres, nos mantiene informados; pero también nos inoculan negatividad, tal como si fuera un virus.
Lo mismo sucede cuando estamos en una fila y escuchamos las quejas de otras personas. Entonces comenzamos a quejarnos nosotros. Lo malo se contagia. Aunque lo bueno también.
Por otro lado, ¿cuántas veces nos hemos levantado pensando en que vamos a tener un día horroroso y pesado, o que tenemos que enfrentarnos a una situación complicada y no seremos capaz de dar la talla? ¿Cuántas mañanas nos hemos preocupado por el futuro?
Seguro que hemos experimentado todo esto en alguna ocasión y las consecuencias son palpables. Nos sentimos malhumorados, con ganas de quedarnos en casa y sin desear ver a nadie. Sin embargo, debemos cumplir con nuestras obligaciones.
Esto podría llevarnos a estar tensos, irritables y a dar malas contestaciones a quienes tenemos a nuestro alrededor. Y pensamiento negativo trae mala actitud y malas palabras que impactan sobre los demás. Luego, esto repercute en nosotros.
Lo curioso es que después nos quejamos de la mala suerte, sin darnos cuenta de que lo hemos desencadenado nosotros. Y es que a menudo los pensamientos negativos rondan por nuestra mente y no somos capaces de liberarlos. Al contrario, no dejamos de alimentarlos, y luego terminan por devorarnos ellos a nosotros.
La otra opción: el pensamiento positivo
La idea central del pensamiento positivo dicta que, para lograr cosas buenas y buscar la felicidad en la vida, las personas deben asumir constantemente ideas, actitudes y designios optimistas.
Durante los últimos años ha habido un creciente interés por el pensamiento positivo. Cada temporada aparecen miles de libros, seminarios, cursos y programas, páginas webs y personalidades que promueven sus ideales.
De acuerdo con los expertos, algunos de los canales para lograr consolidar este tipo de pensamiento son los siguientes:
- Visualizar el éxito a corto, medio y largo plazo.
- Repetir afirmaciones de índole positiva.
- Potenciar la autoestima a través de autocumplidos.
- Utilizar pensamientos positivos para contrarrestar la manifestación de pensamientos negativos.
No obstante, es importante enfatizar que el pensamiento positivo no es una receta mágica para hacer frente a cualquier situación negativa. Incluso, es algo en lo que hay que aprender a trabajar, tal como veremos a continuación.
Ejercicios para tener un pensamiento positivo
Ya hemos mencionado un ejercicio que podemos hacer para empezar a usar el pensamiento positivo en nuestra vida: transformar la idea negativa en algo productivo.
Sin embargo, existen algunos más, incluso prácticas que pueden ser realmente gratificantes, como el mindfulness, tal como indica una investigación publicada en 2017 en la revista Papeles del Psicólogo.
1. Meditar
La meditación nos permite conectarnos con el presente y, lo más importante, observar nuestros pensamientos. De esta manera, podemos ser conscientes de ellos y dejar que fluyan sin retenerlos en nuestra mente.
Este es uno de los mayores beneficios que tiene la meditación: nos hace consciente del aquí y el ahora, ayudándonos a relativizar los problemas, permitiéndonos soltar el pasado, así como dejar de preocuparnos por el futuro.
Si convertimos la meditación en un hábito, poco a poco nos iremos sintiendo mejor y los pensamientos positivos tendrán un mayor espacio en nuestra mente y en nuestra vida, ya que meditar atenúa los pensamientos negativos, lo cual le abre lugar a los positivos. Es preciso resaltar que los negativos no desaparecerán del todo, pero no nos aferraremos tanto a ellos.
2. Escribir un diario emocional
Aunque la opción de cambiar los pensamientos negativos puede funcionar, incluso el hecho de decir «¡basta!» cada vez que uno de estos pensamientos nos esté atormentando, es una muy buena idea que tengamos un diario emocional.
La razón está en que podremos volver sobre ese diario y ver, realmente, qué tipo de emociones sentimos, cuánta negatividad hay y si está justificada. En la mayoría de las ocasiones, nos daremos cuenta de que somos demasiado pesimistas y esto nos instará a cambiar.
3. Hacer un tablero de metas y logros
En nuestro espacio de trabajo o en el comedor de la casa podemos tener un pequeño tablero o pizarra. Escribiremos algo que deseamos lograr, que queremos hacer o que deseamos ser.
Hay que tratar de fijarnos una meta realista, que esté a nuestro alcance. Ejemplo de objetivos concretos pueden ser: arreglar el jardín, lograr correr diez kilómetros, rebajar cinco kilos, bailar tango, escribir un libro, aprender a preparar lasaña.
Anotamos por un lado todo lo que necesitamos para alcanzar la meta y también vamos añadiendo, cada tanto, lo que hemos logrado en procura de nuestra meta: hoy corrí cinco kilómetros, compré un hermoso jazmín, terminé el primer capítulo.
También podemos añadir frases motivadoras, dirigidas a nosotros mismos, tales como: tú puedes, lo vas a lograr, vas por buen camino.
4. Ofrecer un pequeño regalo cada día
Muchas veces nos olvidamos de las pequeñas cosas que hay a nuestro alrededor y que nos hacen felices. Tendemos a buscar una felicidad idealizada cuando, en realidad, esta radica en el equilibrio, en el cuidarnos y en disfrutar cada instante, con nuestros cinco sentidos.
En este orden de ideas, un ejercicio que podemos hacer todos los días, para fomentar el pensamiento positivo, es regalarnos algo que nos guste. Pero no se trata de comprarnos un vestido o una joya, sino de cosas más simples.
Por ejemplo, nos gusta el té o la música. Entonces, preparamos una taza de té, ponemos nuestra melodía favorita y dedicamos esos minutos solo a degustar y escuchar, disfrutando y diciéndonos que nos estamos dando un regalo, nos estamos haciendo un poco de cariño, porque nos lo merecemos.
Este ejercicio nos hará apreciar que alrededor también hay cosas buenas. Y durante un rato alejaremos de nuestra mente los pensamientos que no nos hacen bien.
5. Ejercitar la gratitud
La gratitud puede ayudarnos a tener pensamientos más positivos al aumentar nuestros afectos positivos. Esto se debe a que nuestra mente busca siempre la congruencia entre lo que sentimos y lo que pensamos, así pues, cuando estamos tristes tenemos pensamientos tristes y cuando estamos felices solo pensamos en cosas que nos alegran.
Cada mañana, al levantarnos, dedicamos un minuto a dar gracias por algo bueno que tenemos en nuestra vida. De preferencia por algo concreto, como la casa en la que vivimos.
Asimismo, en la noche, daremos gracias por algo bueno que nos sucedió durante el día. Por supuesto, para ejercitar la gratitud tenemos que buscar en nuestra vida aquello que sea bueno. Y ello redundará en el mantenimiento de una actitud y un pensamiento positivo.
Beneficios del pensamiento positivo
En su libro 9 Steps to Reversing or Preventing Cancer and Other Diseases: Learn to Heal Within (2004), Shivani Goodman afirma que las enfermedades surgen debido a actitudes tóxicas y dolor emocional
De igual modo, el oncólogo Carl Simonton, en su libro Getting well again (1978), sostiene que el pensamiento juega un papel importante en el desarrollo del cáncer.
Ahora bien, al margen de las creencias personales detrás de ello, sí existe evidencia de que el pensamiento positivo puede tener un impacto directo en la salud. Al respecto se mencionan las siguientes investigaciones:
- Por ejemplo, se ha encontrado que este tipo de pensamiento tiene efectos positivos al momento de reducir el estrés y la ansiedad.
- Otros expertos avalan su uso para controlar la angustia emocional y las preocupaciones del día a día.
- Un estudio publicado en BMC Psychology en 2021 encontró que puede ser útil para mejorar la esperanza de cara al futuro y la calidad del sueño.
- Por último, hay estudios en los que se señala que ayuda a incrementar el bienestar y la felicidad subjetiva.
Un balance en nuestra vida
¿Alguna vez nos detenemos a analizar si tenemos más pensamientos positivos que negativos en la mente? De no ser satisfactorio el balance, debemos empezar a reenfocarnos.
En cualquier caso, debemos recordar que lo mejor que podemos hacer, si nos sentimos deprimidos, es acudir a un psicólogo o psiquiatra, que podrán ofrecernos orientación así como una atención personalizada.
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