Piel moteada: ¿en qué consiste y cuáles son sus causas?
Revisado y aprobado por la enfermera Leidy Mora Molina
La piel moteada es una afección cutánea en la que la piel se ve cubierta por parches que a veces son rojizos, azulados o púrpura. Lo más habitual es que aparezca en las piernas, pero también puede hacerlo en los brazos o en la parte superior del cuerpo.
En la piel moteada los parches suelen tener un patrón similar a una red o una retícula. Sin embargo, la apariencia puede variar. A veces se ve la misma retícula, pero debajo de la piel y otras veces solo se aprecia una mancha.
Esta afección también se conoce con el nombre de livedo reticularis. La ciencia desconoce las razones exactas por las que se presenta esta anomalía. Se cree que en muchos casos podría ser un efecto secundario de algunos fármacos o un síntoma de algunas patologías.
¿Cuáles son las causas de la piel moteada?
Aunque no hay datos concluyentes, se ha encontrado relación entre la piel moteada y algunas patologías, de las cuales es síntoma. También se sabe que afecta en especial a mujeres de mediana edad, aunque también a otras más jóvenes y a bebés recién nacidos. La piel moteada se asocia con las siguientes afecciones.
Lupus
El lupus es una enfermedad autoinmune e inflamatoria en la que la luz solar puede causar erupciones cutáneas. La más característica de ellas es un brote en forma de mariposa que aparece en el rostro.
El lupus puede dar lugar a la piel moteada. Este síntoma se acompaña de otros como el dolor, la hinchazón, la fatiga, la fiebre, los ojos secos, la rigidez y los problemas respiratorios. Los dedos de las manos y los pies se ponen azules cuando hace frío.
Artritis reumatoide
La artritis reumatoide también es una enfermedad autoinmune, cuyo síntoma característico es la inflamación de las articulaciones. En muchos casos da lugar a la piel moteada, ya que afecta a los vasos sanguíneos. Otros síntomas incluyen la fiebre baja, la fatiga, la rigidez y el dolor que dura más de 30 minutos, la anemia, los bultos o los nódulos, etc.
Mala circulación
Se ha establecido que existe un vínculo entre la mala circulación y la livedo reticularis o piel moteada. Esto se debe a que si hay falta de sangre oxigenada, rica en hemoglobina, el resultado puede ser la decoloración de la piel.
Hipotiroidismo
La glándula tiroides produce hormonas que influyen en el ritmo del metabolismo. Si tiene baja actividad, es posible que provoque depresión, fatiga y aumento de peso. Se sabe que uno de sus síntomas es la piel moteada.
Síndrome antifosfolípido
También se le conoce como síndrome de Hughes y es una enfermedad autoinmune que provoca problemas de circulación, coágulos sanguíneos y úlceras en las piernas. Su síntoma más característico es la piel moteada. Afecta en especial a adultos jóvenes y de mediana edad.
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Pancreatitis
La pancreatitis es la inflamación del páncreas. Provoca un dolor abdominal muy intenso, náuseas y vómitos. Tres días después de iniciados los síntomas de esta afección, puede aparecer la piel moteada. Por lo tanto, se le considera un síntoma secundario de la misma.
Conmoción
La conmoción es una emergencia médica provocada por traumas, quemaduras, ingestión de veneno, pérdida de sangre o infección. Además de la piel moteada, genera dificultad para respirar, aumento del ritmo cardiaco, mareos, náuseas, vómitos, debilidad, desmayo, respiración acelerada y pupilas agrandadas.
Otros
A veces los recién nacidos tienen la piel moteada, pero esta desaparece por sí sola. Los bebés la presentan, en ocasiones, como una reacción al frío. De ahí la importancia de mantenerlos abrigados.
En los adultos mayores la piel moteada podría aparecer poco antes de morir. Lo usual es que se acompañe de dificultad para tragar, delirio o inconsciencia, rechazo de agua y comida, debilidad o fatiga extrema, dificultad para respirar y frecuencia cardiaca reducida.
¿Cuándo es necesario consultar a un médico?
Lo más habitual es que la piel moteada desaparezca por sí sola. Sin embargo, hay circunstancias en las que esto no ocurre y, por lo tanto, ameritan una consulta con el médico. Tales circunstancias pueden ser una o varias de las siguientes:
- Al abrigar o calentar el cuerpo no desaparece la piel moteada.
- Hay otros síntomas que acompañan esta condición.
- Surgen nódulos que duelen en la zona afectada.
- Aparecen úlceras en la piel afectada.
- Hay enfermedades vasculares periféricas.
- En el lupus, o enfermedades similares, aparece una nueva zona de piel moteada.
¿Cómo se diagnostica?
Como se anotó antes, cuando la piel moteada no desaparece por sí sola o está acompañada de otros síntomas, lo indicado es consultar con el médico. Lo más adecuado es detectar e informar sobre todos los síntomas asociados.
A partir de la entrevista clínica y quizás de una exploración inicial, es posible que el médico ordene una serie de pruebas para establecer la causa de la afección. Estas pueden incluir exámenes de sangre, ecografías, etc.
¿Cómo se puede tratar la piel moteada?
El tratamiento dependerá de la causa que la provoca. Si el origen es una enfermedad autoinmune, lo habitual es que se receten fármacos que controlen la respuesta inmunitaria y, en consecuencia, reduzcan la inflamación.
En caso de que el origen sea la pancreatitis, se recetarán medicamentos antiinflamatorios y líquidos por vía intravenosa. Si la causa es una conmoción, se le dará tratamiento de urgencia a la situación.
Un estilo de vida saludable puede ser el mejor tratamiento, cuando no hay otra enfermedad presente. Hacer ejercicio de forma regular, evitar el estrés y no fumar ayudan a controlar esta afección. Mantenerse abrigado también contribuye.
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¿Se puede prevenir la piel moteada?
Si la piel moteada es una afección primaria, es decir que no está asociada a otra patología, la mejor manera de prevenirla es manteniéndose abrigado, en especial en las piernas.
El ejercicio y la dieta saludable también ayudan a prevenir problemas circulatorios. Evitar el tabaco y las situaciones estresantes contribuye a que no se presente esta afección.
La piel moteada puede ser un síntoma de otra patología
Como lo hemos visto, la piel moteada no es una enfermedad en sí misma. Sin embargo, es posible que en algunos casos sea síntoma de una patología subyacente. Por lo mismo, es conveniente no pasar por alto este síntoma, en especial si es frecuente.
Como ocurre con cualquier afección, entre más temprano se detecte y se trate, mucho mejor. Lo más conveniente es consultar al médico si este problema se presenta con frecuencia o no remite por sí solo.
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