Primeros síntomas de artrosis en las manos
Escrito y verificado por el médico Nelton Abdon Ramos Rojas
La artrosis es una enfermedad que afecta a los cartílagos de una articulación, destruyéndolos poco a poco. Se trata de una patología crónica, es decir, el sujeto en cuestión la presenta durante el resto de su vida. La artrosis en las manos es de las más comunes, junto con la columna vertebral, las rodillas y la cadera.
Podemos diferenciar dos tipos de artrosis: primaria (sin una causa determinada) y secundaria (con un desencadenante determinado).
Entre los desencadenantes más comunes encontramos enfermedades de tipo congénito, lesiones o traumatismos u otros trastornos como la artritis reumatoide o la gota. También la realización de una actividad repetitiva (durante el trabajo o practicando una modalidad deportiva) puede desgastar los cartílagos que impliquen esa acción.
Por norma general, aparece con más frecuencia en mujeres y en las personas mayores de sesenta y cinco años. También podemos señalar otros factores de riesgo o condiciones que aumentan las posibilidades de presentar el trastorno. Por ejemplo, el sobrepeso o la obesidad, la menopausia, traumatismos y poseer antecedentes (algún familiar que haya padecido la enfermedad).
Síntomas de la artrosis en las manos: dolor y más
Al comienzo o en las primeras etapas de esta patología, el paciente suele presentar ciertas señales o síntomas. Entre los más comunes podemos encontrar los siguientes:
- Inflamación de la articulación afectada.
- Crujidos o ruidos al realizar un movimiento con las manos tras un periodo de descanso.
- Rigidez o entumecimiento de las extremidades alteradas después de un tiempo de inactividad. También es común sentir un hormigueo en distintos momentos durante el día.
- Dificultad para llevar a cabo cualquier movimiento que implique esa articulación, en especial tras unos instantes de reposo.
- Formaciones de abultamientos o prominencias sobre la piel de las manos (también se les denomina nódulos subcutáneos). Por tanto, estos nódulos causan la deformación o el aspecto antiestético.
- Dolor o molestia que puede variar en intensidad. Existen ciertos casos clínicos en los que el paciente no presenta esta molestia. Está causado por el roce entre los huesos que forman la articulación. De esta manera, el cartílago no cumple sus funciones habituales.
El diagnóstico de esta enfermedad puede ser realizado a través de un examen físico (sobre todo se analizan las deformaciones) junto a otros procedimientos médicos.
Por norma general, incluyen tanto el análisis de sustancias (sangre, orina y líquido sinovial principalmente) como la obtención de imágenes (radiografías, ecografías de las articulaciones, resonancia magnética, etcétera).
Ver también: Artrosis de rodilla: causas, síntomas y tratamiento
Tratamiento de la artrosis en las manos
Cada paciente recibirá un tratamiento distinto en función de su estado y los síntomas que presente. No obstante, en líneas generales, a todos se les facilita una serie de medidas para aliviar el dolor. La cirugía suele reservarse para los casos más graves.
El tratamiento de la artrosis en las manos es personalizado y depende del grado de evolución de la enfermedad. Algunas medidas generales incluyen varios medicamentos que alivien el dolor del paciente o la inflamación de las articulaciones afectadas, en este sentido hablamos de analgésicos y antiinflamatorios como tratamiento clásico sintomático.
Pero eso no es todo, en los últimos años se han ido introduciendo progresivamente otros fármacos que modifican el curso de la enfermedad, es decir, aunque no curan la artrosis, frenan su avance.
De este modo, el paciente conserva la movilidad durante más tiempo y es autosuficiente para las tareas cotidianas. Dentro de esta familia de medicamentos innovadores destacan los condroprotectores, como el condroitín sulfato que se encuentra de manera natural en las células que rodean la matriz extracelular en el organismo.
Te recomendamos leer: Prevención de la artrosis
Prevención
El médico correspondiente puede recomendar una serie de pautas, a fin de aliviar los síntomas y retrasar el avance de la enfermedad. Por ejemplo, el uso de ciertos fármacos para reducir la inflamación (antiinflamatorios) y la molestia (analgésicos) que el paciente pueda sufrir. Asimismo, en los casos más avanzados puede ser necesaria una intervención quirúrgica para calmar el dolor.
Por otra parte, existen numerosas recomendaciones que no conllevan un tratamiento médico. Incluimos la realización de ejercicio, tanto para mantener una calidad de vida saludable como para evitar el sobrepeso. También el uso de férulas y evitar ciertas actividades para evitar la sobrecarga.
Finalmente, los pacientes pueden aplicar calor para desentumecer la región alterada y frío para reducir la hinchazón o inflamación.
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