¿Qué es el prolapso rectal y cuáles son sus causas?
Escrito y verificado por el médico Leonardo Biolatto
Las causas del prolapso rectal son variadas, pero todas coinciden en el resultado final y molesto: parte de la mucosa del recto se exterioriza por el conducto anal. A muchos les da pena la condición y, por ello, demoran en consultar.
El problema es que la patología es crónica y cada mes que pasa tiende a empeorar. Por eso, se recomienda la consulta inmediata para tomar el abordaje desde los estadios iniciales. También hay prácticas saludables que podemos implementar para prevenirlo.
¿Qué es el prolapso rectal?
En términos estrictos, un prolapso rectal es la salida de parte del recto por fuera del orificio del ano. Esto quiere decir que la mucosa de la última parte del intestino grueso empuja hacia el exterior haciéndose visible, cuando no debería estar allí.
El trastorno es bastante frecuente. Se calcula, según estudios epidemiológicos, que los niños menores de 5 años presentan una prevalencia de hasta el 2 %, o sea, 2 de cada 100 pequeños lo padecen. Cuando la edad aumenta, esta incidencia es mayor y, de hecho, llega en algunas series hasta el 90 % de los mayores de 50 años.
Es usual que el prolapso rectal, aún sin tenerlo entre sus causas, se asocie a las hemorroides. Estas son protuberancias de las venas del recto que se ensanchan y deforman por cambios en sus paredes. Al igual que las várices de las piernas, el trayecto se vuelve tortuoso y empuja la mucosa hacia fuera.
Si solo sale al exterior parte de la mucosa y es posible reducirla empujándola de nuevo hacia dentro, entonces estamos ante un prolapso interno. El siguiente paso es el prolapso parcial, cuando la salida es mayor y cuesta reducirlo. Por último, la forma completa es la salida de todo el recto.
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Causas del prolapso rectal
Las causas del prolapso rectal se pueden entender desde las tres estructuras anatómicas que componen el área del recto: los nervios, los músculos y la mucosa. El final del aparato digestivo es un tubo y sus paredes contienen estos elementos.
Si los afectados son los nervios, entonces estamos ante un problema neuromuscular, en realidad. El sistema nervioso periférico inerva el esfínter anal, y le ordena tonicidad para retener el contenido del interior. Si esta señal se ve interrumpida, puede ocurrir un prolapso.
Las razones para un daño a este nivel abarcan desde una lesión en la médula ósea hasta un corte en el trayecto adyacente al tubo digestivo. Se puede derivar de un trabajo de parto complicado o una cirugía que dejó como secuela el daño neuronal. También los traumatismos a nivel superior pueden derivar en lo mismo.
Otra causa de prolapso rectal es la debilidad del esfínter anal. Este es un músculo que se ubica en la parte inferior del recto para retener el contenido interno y evitar que salga. Funciona un poco con automatismo, pues impide el descenso sin necesidad de una orden, mientras que otro poco es por voluntad de la persona.
Tanto las mujeres de edad avanzada como aquellas que han atravesado muchos embarazos, sufren la debilidad del esfínter. El estiramiento y la falta de elasticidad destruyen las fibras musculares que pierden contractilidad.
Finalmente, la causa de prolapso rectal que involucra a la mucosa es la constipación. Cuando una persona padece estreñimiento de manera crónica, está forzando la presión interna del recto, a partir de la materia fecal que no logra salir con fluidez. Esto empuja los tejidos internos hacia fuera, lo que causa el prolapso después de varios años.
¿Se puede prevenir?
Considerando las causas principales del prolapso rectal, podemos decir que la prevención se basa en limitar los factores de riesgo que se relacionan a los músculos, los nervios y la mucosa. En este sentido, la dieta desempeña un rol clave.
Un plan de alimentación variado y con buena cantidad de frutas, verduras y fibra es esencial para que los movimientos peristálticos del tubo digestivo sean continuos y a tiempo. Al contrario, las dietas altas en grasas y con pocos vegetales, favorecen la constipación.
Respecto a la edad no hay mucho para hacer, aunque el envejecimiento se puede atravesar de manera activa. Al ser las fibras musculares las que pierden elasticidad, el ejercicio sostenido y el fortalecimiento de la pelvis ayudan a enlentecer el deterioro.
Por último, para las embarazadas, también afectadas por el prolapso rectal, se establecen dos puntos de prevención: la gestación y el trabajo de parto.
- Durante los nueve meses, el ejercicio controlado está indicado, siempre con técnicas que no pongan en riesgo la salud del feto.
- Al momento del parto, serán los médicos quienes tengan que tomar el recaudo de no lastimar el perineo ni la pelvis.
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Tratamientos posibles
Todas las causas del prolapso rectal tienen en común que no se pueden abordar con medicamentos. No existen fármacos curativos para revertir el deterioro del recto ni su salida al exterior.
La cirugía es la forma apropiada de abordar el trastorno. En sí, la decisión de intervenir o no depende mucho del grado de gravedad del paciente. Algunos prolapsos se esperan al inicio, hasta que queda claro que no se puede hacer otra cosa.
Entre las cirugías empleadas tenemos la opción de una con abdomen abierto, con laparoscopía o a través del ano mismo. Siempre la intención es devolver el recto a la posición normal y anatómica y fijarlo allí. Esto se logra con suturas especiales.
¿Qué hacer si sospecho un prolapso rectal?
Si sospechas que padeces prolapso rectal, por la causa que sea, debes consultar. Es importante que se haga la evaluación correspondiente y se defina una intervención o no. Dependerá de la gravedad y del confort que tengas en tu calidad de vida.
También es fundamental el cambio de hábitos, sobre todo en lo que a la dieta se refiere. Incorporar verduras y frutas para mejorar el tránsito intestinal o estimular la microbiota digestiva con fermentados, como el yogur y el kéfir.
En cualquier caso, la consulta no debe demorar ante la sospecha. No hay por qué avergonzarse, ya que es una patología más difundida de lo que muchos creen. Además, el médico es quien puede orientar hacia un tratamiento efectivo.
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