Propiocepción: ¿qué es y por qué es importante?
Revisado y aprobado por la enfermera Leidy Mora Molina
La propiocepción es la capacidad del cerebro para detectar la posición de cada una de las partes del cuerpo y el movimiento. Permite que una persona pueda moverse con libertad, sin tener que pensar cómo va a dar el siguiente paso o cómo debe mover un brazo, por ejemplo.
Gracias a la propiocepción también es posible realizar los movimientos adecuados para evitar una caída o eludir algún objeto peligroso. También se le conoce como «cinestesia» y hay algunos estados, condiciones y enfermedades que pueden afectarla.
La propiocepción depende del sistema propioceptivo. Este recibe las señales sobre la ubicación precisa de los músculos y las articulaciones. De este modo, identifica la posición exacta del cuerpo en cada momento y decide si es necesario realizar algún movimiento y cómo hacerlo.
Componentes del sistema propioceptivo
La propiocepción está relacionada e interviene en aspectos como la regulación del equilibrio, la coordinación de los movimientos y el sistema de alerta del cerebro. Los componentes del sistema propioceptivo son los siguientes:
- Receptores propioceptivos. Comprenden el huso muscular, el aparato tendinoso de Golgi, receptores de la piel y receptores cinestésicos articulares. Estos se ubican en los huesos, los músculos, las articulaciones, los ligamentos y los tendones. Su función es captar los estímulos.
- Nervios aferentes. Son los encargados de trasmitir hacia el cerebro la información recogida por los receptores propioceptivos.
- Sistema Nervioso Central (SNC). En el cerebro se procesa toda la información y desde allí se envían las órdenes correspondientes a las articulaciones o los músculos para que realicen determinada acción como caminar, detenerse, saltar, etc.
¿Qué puede alterar la propiocepción?
La propiocepción puede ser alterada por varios factores. Uno de los más comunes es la ingesta de alcohol. Por eso, una persona embriagada tiene dificultades para mantener el equilibrio en un solo pie o para tocarse la punta de la nariz.
Las lesiones, las afecciones y los trastornos que inciden sobre los músculos, los nervios o el cerebro también pueden ocasionar anomalías en el sistema propioceptivo. Asimismo, el proceso de envejecimiento también puede afectar esta capacidad.
Dentro de las lesiones que pueden provocar estas anomalías, se encuentran las siguientes:
- Lesiones cerebrales.
- Hernia discal.
- Lesiones de las articulaciones, como un esguince de tobillo.
- Cirugías de reemplazo de articulaciones.
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Por su parte, algunas de las enfermedades que se asocian con problemas en el sistema propioceptivo son las siguientes:
- Artritis.
- Esclerosis múltiple (EM).
- Carrera.
- Trastorno del Espectro Autista (TEA).
- Diabetes.
- Neuropatía periférica.
- Enfermedad de Parkinson.
- Enfermedad de Huntington.
- ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) o enfermedad de Lou Gehrig
Síntomas de una alteración en la propiocepción
Si el sistema propioceptivo funciona de manera normal, los movimientos se realizan de forma fluida sin necesidad de pensar en ellos. Cuando existe alguna anomalía, no hay esa fluidez y esto puede entorpecer muchas de las actividades cotidianas.
Los signos y síntomas de problemas en la propiocepción pueden ser los siguientes:
- Problemas en el equilibrio. Las caídas frecuentes o la dificultad para mantenerse en un solo pie son ejemplos de ello.
- Descoordinación en el movimiento. Un ejemplo es la dificultad para caminar en línea recta, chocar con los objetos, etc.
- Control postural deficiente. El encorvamiento o la dificultad para mantener la postura estando sentado son ejemplos de ello.
- Dificultad para reconocer la propia fuerza. Emplear mucha o poca fuerza para una acción como levantar un objeto o presionar un teclado, por ejemplo.
- Miedo a caer en ciertas actividades. Subir escaleras o avanzar por superficies irregulares le genera inseguridad a las personas con problemas de propiocepción.
Importancia y ejercicios para trabajar la propiocepción
La capacidad propioceptiva se puede entrenar o mejorar mediante la realización de algunos ejercicios sencillos. Estos ayudan a incrementar la fuerza, la estabilidad, la coordinación, el equilibrio y el tiempo de reacción.
Para trabajar la propiocepción se deben realizar ejercicios de equilibrio, coordinación y cambio de superficies. Hay una serie de implementos y materiales que facilitan y hacen muy eficaces este tipo de ejercicios. Enseguida hablaremos de ellos y de algunos ejercicios que es conveniente realizar.
Materiales aconsejables
Hay una gran variedad de materiales que se emplean para los ejercicios de propiocepción. Algunos de los más utilizados son los siguientes:
- Bosu. Es un soporte firme que en su parte superior tiene media esfera inflada. Sobre esta se hacen diversos ejercicios para entrenar la propiocepción del tobillo, la rodilla y la cadera en especial.
- Pelota sueca o fitball. Es una pelota inflable de diferentes tamaños. Se emplea en particular para mejorar la propiocepción del tronco.
- Balance board. También se le llama tabla de equilibrio o plataforma inestable. Es lo opuesto al bosu: una superficie firme con una base inestable, por lo general, media esfera.
- Disco inestable. También conocido como wobble cushion. Es una especie de cojín inflable que tiene distintos grados de inestabilidad según la cantidad de aire que contenga.
- Foam o almohadilla de equilibrio. Es similar a una colchoneta con superficie inestable.
Ejercicios de propiocepción: el split
Se inicia en posición vertical, con las piernas semiabiertas. Se inclina el tronco sobre una de las piernas y, luego, esta se adelanta hasta donde sea posible. El pie de apoyo debe mantenerse quieto y firme. La cabeza debe mirar al frente y los brazos deben estar extendidos hacia delante.
Balanceo de pierna
Comienza en posición vertical. Una pierna se mantiene firme y la otra se levanta. Con la pierna que está en el aire se hace un movimiento pendular, primero hacia adelante y luego hacia atrás. La extremidad debe estar completamente estirada. Los brazos deben estar extendidos hacia los lados.
Saltos y frenada
Con el tronco extendido hacia adelante se llevan a cabo tres saltos verticales con ambos pies. La frenada se realiza en el tercer salto y se debe caer en un solo pie. Tal frenada se hace con la pierna flexionada, para prevenir posibles lesiones.
Desplazamiento lateral y frenada
Se dan entre dos y tres pasos de forma lateral. En el último paso se frena, quedándose solo con un pie de apoyo. El tronco debe estar recto y no flexionarse. Es aconsejable cerrar los ojos al momento de dar el paso final y quedar con un solo apoyo.
Sentadilla
Para este ejercicio de propiocepción se emplea el fitball. Este se debe apoyar sobre una pared y, luego, se recuesta la espalda sobre él. En esa posición, hacer media flexión con una pierna y, posteriormente, extenderla, mientras que el pie de apoyo permanece quieto. Los brazos deben estar en posición paralela al piso.
Entrenar la propiocepción minimiza las lesiones
Hay una gran variedad de ejercicios de propiocepción que se pueden realizar de forma periódica sin problema. Lo ideal es consultar a un fisioterapeuta o a un entrenador certificado para que indique una rutina adecuada a cada caso en particular.
Si el sistema propioceptivo funciona de manera adecuada, las lesiones son menos frecuentes. Asimismo, al entrenar la propiocepción se consigue mayor control sobre el movimiento, más fuerza y más agilidad.
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