¿Qué es el síndrome de Sinding Larsen Johansson?
Revisado y aprobado por el médico Diego Pereira
El síndrome de Sinding Larsen Johansson se caracteriza por un dolor que aparece al realizar actividades físicas, justo en la punta inferior de la rótula. Se acompaña de inflamación local y dolor importante al tocar esa zona.
Fue descrito por Sinding-Larsen en 1921 y Johansson en 1922. El síndrome de Sinding consiste en una sobrecarga mecánica por tracción, similar a la que ocurre en el otro extremo del tendón rotuliano, llamada Osgood Schlatter.
En los jóvenes en crecimiento hay una zona llamada fisis donde se encuentran las células que provocan el crecimiento del hueso. Esa zona es débil y en ella pueden producirse varias patologías.
En el síndrome de Sinding Larsen, debido a la tracción repetitiva por el gesto deportivo, se produce un “sufrimiento” de la fisis y, como resultado, dolor en esa zona.
Diagnóstico del síndrome de Sinding
La exploración clínica suele ser suficiente para el diagnóstico. El dolor puede producir la impotencia funcional que el adolescente habitualmente manifiesta como “no poder saltar”, “no poder golpear al balón con fuerza”, etc. Suele empeorar en frío y mejorar con el calentamiento.
Sin embargo, si el dolor es intenso, el joven puede llegar con una cojera considerable, por lo que hay que descartar otras patologías. Solo en casos de recidivas frecuentes, dolor muy severo o traumatismo previo, habrá que solicitar una radiografía y valorar una ecografía.
Factores de riesgo del síndrome de Sinding
Algunos de los factores de riesgo de sufrir esta patología son:
- Practicar deporte de forma intensa.
- Sobrepeso u obesidad.
- Factores ambientales, como el terreno de juego.
- Calzado inadecuado.
- Altura.
- Condición muscular y edad.
En pacientes con factores de riesgo, son muy frecuentes las recidivas del dolor. Es importante tener el diagnóstico correcto y explicar a la familia la normalidad del proceso hasta el final del crecimiento.
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¿Cómo se trata el síndrome de Sinding?
La finalidad del tratamiento es eliminar el dolor, mientras se intenta mantener, tanto como sea posible, las actividades. Esto se puede conseguir normalmente a través de una combinación de estiramientos, hielo local y fármacos antiinflamatorios.
Los ejercicios de estiramiento se deben realizar antes de hacer deporte. Por lo general, se enfocan en los músculos anteriores y posteriores del muslo, llamados cuadríceps e isquiotibiales.
Después de la actividad física se coloca hielo durante 20 minutos sobre la zona dolorida. El tratamiento con antiinflamatorios puede ayudar a controlar el dolor.
En los casos en los que la clínica dolorosa es intensa y en aquellos en los cuales no se consigue disminuir el dolor con las anteriores medidas, se seguirán otras pautas de tratamiento como:
1. Reposo deportivo
Esta patología mejora mucho con el reposo del deporte habitual. El paciente podrá seguir acudiendo al colegio pero debe bajar la intensidad deportiva durante 10-15 días. Con esto, el 90% de los casos mejoran.
2. Tratamiento fisioterápico
En casos más rebeldes o en jóvenes con elevada exigencia deportiva, el fisioterapeuta ayudará a disminuir la inflamación de la zona. Pueden usarse vendajes funcionales o cinchas para mejorar el dolor.
3. Plasma rico en plaquetas
Este tipo de tratamiento está en estudio, ya que actualmente se desconoce su eficacia en estos procesos.
De la sangre del paciente se obtienen las plaquetas y se inyectan en la zona, por lo que es un tratamiento biológico que no perjudica al paciente. Puede ser una opción en casos muy rebeldes y de elevada repetición.
4. Cirugía
Recurrir a técnicas quirúrgicas es extremadamente infrecuente en esta patología. Se emplea solo para casos de complicaciones y, habitualmente, en adultos.
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¿Cuándo puedo reanudar la actividad física?
Puedes hacer ejercicios de fortalecimiento y equilibrio una vez que el dolor haya disminuido para limitar los episodios de dolor en el futuro. Es recomendable practicar entrenamiento alterno o hacer actividades que no requieran correr o saltar como la natación o el ciclismo.
La mayoría de los atletas jóvenes pueden practicar deportes con leve dolor sin que se produzca ningún daño. No obstante, practicar deportes con un dolor moderado o fuerte puede agravar la afección o dificultar su tratamiento.
Cuando vuelvas a practicar deporte, puede ser útil usar una rodillera para cubrir el área irritada. Su médico le ayudará a decidir el momento y la manera en que puede retomar la actividad física totalmente y en forma segura.
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