¿Realmente el pez candirú puede entrar en la uretra?

Según lo cuentan diversos relatos, el pez candirú se siente atraído por el olor de la orina humana. Por eso, si una persona orina en el río Amazonas, puede ser víctima de uno de sus ataques. El resultado podría ser la mutilación del pene. ¿Es esto cierto?
¿Realmente el pez candirú puede entrar en la uretra?
Leidy Mora Molina

Revisado y aprobado por la enfermera Leidy Mora Molina.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 25 mayo, 2023

El pez candirú es una de las especies más temidas del Amazonas, ya que hay cientos de historias extrañas que pueden amedrentar a cualquiera. Se dice que este pequeño animal tiene la capacidad para adentrarse en el pene, alojarse en la uretra y vivir allí como un parásito hasta que lo extraigan por cirugía.

Por esas características, al pez candirú también se le conoce como «pez vampiro» o «pez palillo de dientes». Las historias populares cuentan que este animal se siente atraído por el olor de la orina humana y eso motiva su ataque. Se sabe que, por lo general, ataca solo a otros peces.

El pez candirú se alimenta de sangre. Gracias a su pequeño tamaño es difícil de detectar, sobre todo en aguas turbulentas. Se dice que aprovecha cualquier oportunidad para adentrarse en la abertura del pene y aferrarse allí con sus afiladas púas. ¿Qué hay de cierto en todo esto?

¿Qué es el pez candirú?

Incontinencia
El pez candirú se conoce como «pez vampiro» y cuenta la leyenda que se siente atraído por la orina.

El pez candirú es un pequeño animal que habita exclusivamente en la cuenca del Amazonas (Bolivia, Brasil, Perú, Ecuador y Colombia). Mide alrededor de 1 centímetro y su apariencia es similar a la de una anguila, aunque pertenece a la familia del bagre.

Se trata de un parásito. Tiene un conjunto de espinas que están ubicadas en la cubierta de sus branquias. Con ellas se adhieren a las branquias de otros peces y de ahí en más se alimentan de la sangre de su huésped.

El pez candirú no tiene escamas. Su cuerpo es traslúcido, pero se colorea después de alimentarse. Tiene unas barbillas revestidas de dientes diminutos en forma de agujas. La mayor parte del tiempo habita en el lecho del río y solo emerge para aparearse o alimentarse.

Estos peces prefieren las aguas turbias. Penetran a su víctima en menos de un segundo. Una vez se han adherido a su presa, se retuercen y sacan a relucir una especie de paraguas con el que se enganchan y aseguran. Enseguida comienzan a mordisquear la arteria más cercana con sus afilados dientes aguja.

¿Qué se dice sobre el pez candirú?

Las historias sobre los ataques a humanos del pez candirú comenzaron a aparecer en el siglo XIX. En esencia, se cuenta que cuando una persona orina en el agua, el pez nada y con gran velocidad penetra en el pene  de su víctima. Luego, sube hasta la uretra, a donde se aferra. Esto provoca un gran dolor y dificulta la micción.

Asimismo, se cuenta que puede saltar en el agua y ascender por el chorro de la orina. Hay quienes afirman que el pez candirú también penetra la vagina o el ano con efectos similares. Algunos piensan que puede poner huevos en el interior del cuerpo y causar estragos en el organismo.

Lo más aterrador de todo es que, según el relato popular, la única forma de librarse del pez candirú es amputando el pene. Sería la única forma de evitar que el animal llegue hasta la vejiga, la inflame y cause la muerte. Hay varias narraciones que dan cuenta de estas mutilaciones.

El único caso documentado al respecto es el de un hombre llamado Silvio Barbosa. En 1997 fue atendido por un caso como este en Manaos (Brasil). Dicen que debió soportar tres días de agonía hasta que el médico Anoar Samad, cirujano urogenital, extrajo el pez candirú de su uretra.

¿Cuál es la verdad?

Estadios del cáncer de vejiga

Hay un investigador de la Universidad de Connecticut que dedicó varios años al estudio del pez candirú. Su nombre es Stephen Spotte y sus hallazgos fueron condensados en un libro titulado Life and Legend of the Bloodsucking Catfishes.

Cuando se publicó el caso de Silvio Barbosa, Spotte visitó al doctor Anoar Samad para enterarse de lo sucedido. Este le presentó fotos, videos e, incluso, al animal preservado. Sin embargo, nada de esto convenció al científico. A su juicio, ni la historia ni el ejemplar eran convincentes.

Respecto a la historia, Spotte señaló que para que el pez candirú pudiera penetrar a través de un chorro de orina tendría que violentar las leyes de la física. De otro lado, el médico dijo que le había quitado las espinas al pez para removerlo del cuerpo de su paciente. Sin embargo, el ejemplar estaba intacto y no correspondía a un candirú típico.

Para verificar la supuesta atracción que el pez candirú siente por la orina, Spotte hizo un experimento en 2001. El estudio completo fue publicado y la conclusión indica que no hay evidencia de que esto sea cierto. El experimento mostró que no se sentían cautivados por esta sustancia.

Los relatos parecen ser un mito

Los datos disponibles hasta ahora permiten afirmar que no hay evidencia de que la leyenda del pez candirú sea cierta. Si bien existen numerosos relatos que dan cuenta de supuestos ataques de estos peces, lo cierto es que no existen pruebas de que ello sea verdad.

Así las cosas, y mientras no aparezca una evidencia sólida, la posibilidad de que el pez candirú se aloje en la uretra humana no es más que un mito. Por lo tanto, no hay motivos para satanizar a esa especie ni para temerle.


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  • Cochran, P. A. (2005). Candiru: Life and Legend of the Bloodsucking Catfishes.
  • Spotte, S. (2001, 1 abril). Experiments on the Feeding Behavior of the Hematophagous Candiru, Vandellia cf. Plazaii. Environmental Biology of Fishes. https://link.springer.com/article/10.1023/A:1011081027565?error=cookies_not_supported&code=0d614b26-ebd6-49e3-ae37-b2684b392206.
  • Del Basto, J. C. D., Mojica, J. I., & Koyro, H. W. (2018). Morfología externa del pez parásito Paravandellia phaneronema (Miles 1943) (Siluriformes: Trichomycteridae) observada mediante imágenes de microscopía electrónico de barrido. Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 42(165), 323-329.

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