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De dónde surge la ansiedad y por qué entender su ciclo puede ayudarte a controlarla

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El ciclo de la ansiedad incluye tres fases: alarma, interpretación y evitación. Entenderlas permite aplicar estrategias como respirar lento, cuestionar los pensamientos y romper patrones para recuperar el bienestar.
De dónde surge la ansiedad y por qué entender su ciclo puede ayudarte a controlarla
Última actualización: 11 octubre, 2025

La ansiedad es una respuesta normal del cuerpo ante la presencia de una amenaza. Aparece por la activación de varias zonas del cerebro: una actúa como alarma y detecta una señal de peligro, otra pone el cuerpo en modo de defensa, acelera el corazón y prepara los músculos para reaccionar, y una parte más racional analiza la situación y ayuda a decidir si hay algo de que preocuparse o es una falsa alarma.

Ahora bien, si el síntoma está presente todo el tiempo o se dispara sin causa aparente, puede convertirse en un problema de salud. De hecho, la Organización Mundial de la Salud señala que los trastornos de ansiedad afectan a más de 350 millones de personas. Te explicamos de dónde viene esta reacción y las estrategias para gestionarla y recuperar el control emocional.

Fase de alarma

El cerebro detecta una amenaza y envía señales que aceleran el corazón, tensan los músculos y preparan el cuerpo para correr. Esta respuesta automática, natural y de defensa, no siempre significa que hay un peligro real.

En estos casos, respira lenta y profundamente, muévete o realiza estiramientos y acepta la sensación de tu cuerpo sin resistirte, por ejemplo: “Mi cuerpo está reaccionando, pero no hay una amenaza real ahora”.

Fase de interpretación

La mente busca una explicación a la reacción física. Surgen preguntas como “¿y si…?”, “¿si me pasa algo?”, “¿y si no puedo controlarlo?”. Aparece la incertidumbre e imaginas escenarios negativos, lo que mantiene el estado de alarma encendido, aunque no haya peligro real.

Para reducir esto, reconoce que los pensamientos son suposiciones, no hechos; cuestiona tus ideas: “¿Esto está pasando o solo lo imagino?”, céntrate en lo que puedes controlar en el momento y acepta lo que sientes sin juzgarte: “Estoy ansioso porque no tengo certeza”. Esto reduce la necesidad de anticiparte a cada posible problema.

Fase de evitación

Evitar el síntoma disminuye la tensión y ofrece alivio momentáneo. Pero con el paso del tiempo se refuerza el miedo y el cuerpo aprende que huir es seguro, haciendo que el próximo episodio sea más intenso.

En lugar de escapar del miedo, afróntalo poco a poco en entornos seguros. Por ejemplo, si te genera ansiedad salir, intenta hacerlo solo unos minutos y celebra tus avances. Esto le enseña a tu cerebro que la situación no es tan peligrosa como parece.

¿Cuándo buscar ayuda profesional?

Sentir ansiedad en algunos momentos es normal. Pero si aparece a diario, te impide dormir, trabajar o disfrutar las actividades que antes te gustaban, conviene consultar a un psicólogo o psiquiatra. Estos profesionales pueden ayudarte a identificar las causas y enseñarte estrategias específicas para manejarlas. Pedir ayuda no es debilidad, sino querer mejorar el bienestar.

En definitiva, conocer el ciclo de ansiedad permite actuar con conciencia y no de forma impulsiva. Para identificar patrones y gestionarlos mejor, puedes llevar un registro de los momentos en que aparece el síntoma, qué estabas haciendo, pensando o cómo sentías tu cuerpo. Además, adopta hábitos saludables como dormir bien, reducir el consumo de cafeína y practicar actividad física para estabilizar tu sistema y que el cuerpo reaccione con menos intensidad al estrés.


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