El síndrome de la niña buena: agradable y dócil, pero no feliz
Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz
Una gran cantidad de mujeres sienten que han vivido toda su vida tratando de complacer a los demás. Algunas, llegadas a cierta edad y empujadas por el agotamiento emocional, toman consciencia de su situación y se deciden a hacer cambios; otras ni siquiera logran percibir lo dañino e injusto de su situación. Por esto queremos hablarte del síndrome de la niña buena.
Este se presenta en aquellas mujeres y niñas que han aprendido a ser serviciales, amables y dóciles. En su búsqueda por agradar a todo el mundo se han perdido a sí mismas.
Adultas incapaces de decir “no”, de expresar desacuerdo o exigir sus derechos, incapaces de defenderse y priorizarse. Si te sientes identificada, te invitamos a seguir leyendo.
El síndrome de la niña buena se origina en la infancia
Aunque estas características (baja autoestima, escasa asertividad, dependencia emocional) pueden presentarse también en varones, el síndrome de la niña buena es el reflejo de la desigual educación que han recibido tradicionalmente las mujeres.
Desde que nacen, los niños reciben el mensaje de que han de ser fuertes, independientes y ambiciosos. A las niñas, en cambio, se les insta a ser buenas, educadas, tranquilas y sumisas. Se les invita a volcarse en sus relaciones, a ser comprensivas y compasivas, a ganarse el favor de los demás amoldándose a lo que se espera de ellas.
Así, aprenden reprimir su ira y su tristeza, su disconformidad y sus opiniones críticas. Y se colocan una máscara de bondad y dulzura que termina convirtiéndose en una prisión.
Es en la infancia cuando se forja la personalidad, cuando se aprenden comportamientos y estrategias sociales, cuando se aprende a lidiar con las emociones. Por ello, cuando la expresión de la individualidad se reprime desde el inicio, estas mujeres sufren importantes secuelas en la vida adulta.
Signos y señales del síndrome de la niña buena
Si eres mujer, es probable que tú también vivas bajo estos parámetros y ni siquiera te hayas dado cuenta de cuán perjudiciales son. Por eso presta atención a los siguientes indicios para identificar si presentas el síndrome de la niña buena:
- Sientes que tu felicidad depende de tus relaciones sociales. Cuando una persona cercana se muestra distante, inmediatamente entras en ansiedad, comienzas a preguntarte qué has hecho mal y buscas por todos los medios solucionarlo.
- Eres servicial, generosa y complaciente. Siempre estás disponible para otros. Buscas facilitarles la vida y resolver sus problemas. Eres incapaz de negarte a las peticiones de quienes te rodean, incluso si esto va en contra de tus deseos o preferencias.
- Te cuesta expresar tu opinión, en especial si va en contra de la del resto. Tienes miedo al rechazo y al conflicto, por lo que evitas siempre molestar o incomodar a los demás.
- Lo que piensen de ti te preocupa mucho y llega a dirigir tu vida. No te permites expresar ira o cometer errores.
- Te colocas siempre en último lugar. Te resulta complicado exigir tus derechos, defenderte y hacerte valer. Si en algún momento lo haces, de inmediato sientes una gran carga de culpa.
¿Cómo vencer esta inercia?
Quienes sufren el síndrome de la niña buena viven alienadas, no saben bien quién son y no se permiten descubrirlo ni expresarlo. Se han construido con base en las necesidades y los deseos de los demás. Sin la aprobación externa se sienten en peligro.
Esto causa infelicidad, insatisfacción, miedo y agotamiento emocional. Afecta al progreso laboral, al bienestar individual y a las relaciones sociales y de pareja.
Por ello es importante realizar cambios desde el momento en que percibamos lo que está sucediendo. A este respecto, puedes comenzar por las siguientes pautas:
- Redefine las prioridades. Debemos partir de que se ha recibido una crianza inadecuada, por lo que la tarea será desaprender lo aprendido y marcar nuevos rumbos. Toma consciencia de que lo prioritario para ti has de ser tú misma y recuérdate cada día la importancia de defenderte, valorarte y respetarte.
- Conecta con tus emociones. Cuando vivimos tomando a los demás como brújula nos desconectamos de nuestro propio norte. Así, empieza a prestar atención a lo que sientes en cada momento y acepta toda emoción que llegue. No las reprimas, no te juzgues por sentirte así. Tienes derecho a hacerlo.
- Exprésate. No escondas tu disgusto, tu desacuerdo o tu desagrado. Antes de refrendar las opiniones de otros, emplea el pensamiento crítico y pregúntate qué opinas tú. Permítete expresarlo sin temor, por muy incómodo que te resulte al principio.
- Hazte valer, pide lo que necesites y exige respeto. Esto aplica tanto al ámbito laboral como al social y romántico. Quita tu enfoque de tratar de agradar a los demás.
- Abandona el papel de salvadora. No es tu tarea solucionar los problemas de nadie, facilitarles la vida si no te lo piden ni aguantar sus impertinencias o faltas de respeto, por mucho que los quieras.
Superar el síndrome de la niña buena es liberador
No te vamos a mentir, pues no es una tarea fácil terminar con tantos años de programación. Cada vez que intentes aplicar un cambio surgirá el temor, el miedo a desagradar y con ello perder el afecto de quienes te rodean. En momentos te sentirás culpable y retrocederás. Persevera y no desistas.
Cada día tienes numerosas oportunidades para poner en práctica estas nuevas actitudes y cada vez que lo logres has de felicitarte por ello. Por fortuna, volver a conectar contigo te resultará tan gratificante y liberador, que querrás seguir haciéndolo. Y es así como te habrás recuperado a ti misma.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Engel, B. (2011). The Nice Girl Syndrome: Stop Being Manipulated and Abused--and Start Standing Up for Yourself. John Wiley & Sons.
- Fox, G. L. (1977). "Nice girl": Social control of women through a value construct. Signs, 2(4), 805–817. https://doi.org/10.1086/493411
- Segoviano, M. (2000). El trastorno vincular sobreadaptativo. Psicoanalisis de las configuraciones vinculares: revista de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo, 157-178.
Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.