Síndrome del trabajador burbuja: en qué consiste y cómo afrontarlo
Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fatima Seppi Vinuales
En algunas paredes se lee lo siguiente: «Casa, oficina, dormitorio y trabajo: ¿dónde empieza y acaba el día?». Esta frase se refiere (y denuncia) a los tiempos indiferenciados, a las actividades que se fusionan en un espacio que antes estaba acotado a ciertas funciones. Así es como surge el síndrome del trabajador burbuja, aquel que no puede marcar un límite entre su vida privada y su vida laboral, el que está conectado todo el tiempo con su empleo.
Por supuesto, esta situación podrá plantear sus beneficios, pero tampoco está exenta de consecuencias. En especial, en lo que respecta a la salud. Veamos de qué se trata y qué estrategias podemos implementar para hallar equilibrio.
¿Qué es el síndrome del trabajador burbuja?
El síndrome del trabajador burbuja se refiere a la dificultad que encuentran los empleados para desconectarse de sus obligaciones laborales. Si bien no es algo nuevo, se ha potenciado a partir de la pandemia.
El teletrabajo y la fusión o los límites borrosos entre el mundo offline y online ofrecen las condiciones para que esta situación se sostenga. Algunos de los signos que evidencian el síndrome del trabajador burbuja son los siguientes:
- Pérdida de interés en todo aquello que no sea trabajo.
- Dependencia o control obsesivo del móvil, el correo electrónico y las notificaciones.
- Uso excesivo de tecnología e internet. La persona puede experimentar un malestar intenso cuando las aplicaciones fallan o el wifi se desconecta.
- Trastornos del sueño y del apetito.
- Alteraciones en el ánimo: estrés, ansiedad, nerviosismo.
- Empobrecimiento en los temas de conversación, dado que todo empieza y termina en el trabajo.
¿Cómo afrontar el síndrome del trabajador burbuja?
A partir de los síntomas señalados, es de esperar que existan consecuencias en todas las esferas de la vida. Hablamos no solo de un menor rendimiento y creatividad en el trabajo, puesto que nunca descansamos, sino también de una interferencia en el cuidado personal y en las relaciones sociales.
Por supuesto, el estrés diario también puede dar lugar a problemas de mayor complejidad, como la depresión y los trastornos de ansiedad. Por eso, a continuación van algunas recomendaciones a tener en cuenta para afrontar el síndrome del trabajador burbuja.
Elabora un listado limitado de tareas
Enumera las obligaciones a realizar en el día. De esta manera, te ayudará a tener un panorama claro de lo que debes resolver, jerarquizando su importancia y evitando trabajar más de lo que corresponde.
Reserva un tiempo para la actividad física
Si te cuesta comprometerte o sueles abandonarla, intenta practicarla con alguien. De esta manera, te resultará más difícil cancelar el plan o inventar excusas.
Sal de casa
Quizás no tienes mucho interés en salir, pero es una forma de evitar caer en la tentación de estar frente al ordenador. Es bueno realizar actividades sin llevar el dispositivo móvil contigo. Por ejemplo, sal a dar una vuelta al parque y deja el celular en casa.
Elige momentos de pausa durante tu jornada laboral
Puedes usarlos para estirar tu cuerpo, para escuchar una canción, para cerrar los ojos y respirar. Identifica aquello que te proporciona bienestar y dedica algunos minutos para hacerlo.
Ejercita el «no»
Tanto contigo mismo como con otras personas. Aunque tu trabajo te apasione, también debes ser capaz de poner un límite.
No es necesario resolver todo hoy; tampoco ocurre nada si dejas sin contestar un correo hasta la mañana. Asimismo, es conveniente que indiques cuál es el horario en que estás disponible y lo respetes.
Presta atención a tu ambiente laboral
Promueve una atmósfera más positiva si eres el líder. Cuidar a los compañeros de trabajo es también una forma de cuidarse.
Si todos mantienen un ritmo obsesivo y sin descansos, el estrés irá en aumento. Por eso, aunque trabajen de manera remota, es importante procurar espacios de socialización informal, tomarse el tiempo para hacer bromas, para la catarsis laboral.
El desafío de buscar el equilibrio
La vida es como un juego de malabares: para que continúe y ganarlo, debemos procurar mantener todas las bolas de colores en equilibrio, sin darle más atención a una que a otra. Esta metáfora nos sirve para pensar en los diferentes espacios en los que transcurren nuestras actividades. El trabajo y el desarrollo profesional, las relaciones, el autocuidado y la salud, las amistades, la pareja.
Toda vez que le ponemos excesivo énfasis a una de estas bolas, descuidamos las otras y corremos el riesgo de que se caigan. Sucede que a veces se caen y, si bien no se rompen, quedan marcas.
Por eso, debemos tratar de reservar un tiempo y un espacio para cada una de las cosas, actividades y personas que nos interesan. Cuidarlas, disfrutarlas, conectar con ellas. No hay que confundir la parte con el todo. Hay que entender que, si bien el trabajo es una parte significativa de nuestras vidas, no es nuestra vida completa.
Por último, como sociedad, también tenemos un rol por revisar. Debemos dejar de premiar la disponibilidad 24 horas, 7 días a la semana, los 365 días del año.
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