Yesos y férulas: usos y cuidados

¿No sabes qué diferencias hay entre que te pongan un yeso o una férula? ¿Desconoces los cuidados que hay que llevar a cabo? Hoy daremos respuesta a todas estas cuestiones.
Yesos y férulas: usos y cuidados
Diego Pereira

Revisado y aprobado por el médico Diego Pereira.

Última actualización: 06 julio, 2023

Los yesos y férulas sirven para proteger las partes del cuerpo que han sufrido algún tipo de lesión. Esto permite acelerar el proceso de curación, ya que limita el movimiento, y también ayuda a disminuir el dolor. El material del que suelen estar hechos es plástico, tela, yeso o fibra de vidrio.

La diferencia entre los yesos y férulas, aunque su cometido sea el mismo, tiene que ver con la inflamación de la lesión. Si esta está presente, una férula será la mejor de las opciones, pues permitirá un ajuste adecuado y confortable para evitar problemas de circulación y un incremento del dolor.

En cuanto la inflamación remite, se suele sustituir la férula por el yeso. Este es más duro y compacto, lo que proporciona una mejor protección para la lesión, ya se haya producido esta por un esguince o la rotura de un hueso.

Cuidados de los yesos y férulas

Aunque los materiales suelan ser diferentes, y los yesos y férulas se utilicen en circunstancias distintas, los cuidados son los mismos para ambos. A continuación, descubriremos qué debemos tener en cuenta.

1. Mantenlos secos

Yesos y férulas
La humedad propicia que aparezcan infecciones, entre otras complicaciones.

Aunque hoy día podemos encontrarnos con algún yeso o férula impermeable, la gran mayoría no lo son. Por eso, debemos tener especial cuidado con mojarlos. ¿Qué hacer cuando nos duchamos o bañamos? Cubrir la zona con una bolsa de plástico o una funda recomendada por el médico.

Si el yeso o la férula se mojan y la humedad llega hasta la capa interna, la que está en contacto con la piel, no se secará con facilidad. Esto puede provocar sarpullidos o erupciones, picor en la piel y, en casos extremos, incluso una infección.

2. No intentes rascarte

El picor y el escozor, que a veces surge con los yesos y férulas, puede ser insoportable. Si alguna vez te ha ocurrido esto, seguro que has intentado coger un lápiz u otro objeto punzante que te permitiese rascar la piel. Esto es un error, ya que estos materiales pueden quedar atrapados y provocar una infección.

Una de las formas de reducir esa sensación de picor es coger un secador y aplicar aire frío dentro del yeso o de la férula. Aunque el escozor no remitirá del todo, al menos proporcionará cierto alivio.



3. Presta atención a las grietas

Los yesos y férulas, a veces, se agrietan y esto puede provocar algunos problemas. Por eso, también debemos vigilar si hay alguna parte que se haya deformado por un pequeño golpe o si hay alguna zona que sentimos que está más blanda que el resto.

Un yeso o una férula que presente estas características puede provocar llagas y un aumento de la inflamación y del dolor. Revisarlos todos los días y prestar atención a cualquier posible enrojecimiento de la piel es imprescindible para que la lesión no empeore.

4. Altera el material lo menos posible

Cuidar yesos
No debes alterar el material para evitar complicaciones o malas curaciones.

Es costumbre hacer dibujos o pedirles a amigos que escriban alguna dedicatoria sobre el yeso. Aunque esto no suponga ningún problema, sí puede serlo el hecho de arrancar o retirar la parte de algodón que está en contacto con la piel.

Esto podría provocar graves llagas. Hay que intentar no alterar el material. Sin embargo, se puede escribir sobre él sin problemas. Lo mejor es utilizar algún rotulador permanente para ensuciar lo menos posible el yeso o la férula.

Sensaciones que no debes pasar por alto

Además de todos los cuidados que hemos mencionado, hay que estar atento a diversas sensaciones que nunca deberíamos pasar por alto, ya que pueden poner en grave riesgo nuestra salud. Algunas de ellas son las siguientes:

  • Los dedos de las manos o de los pies hormiguean porque se nos adormecen.
  • Perdemos sensibilidad en las extremidades.
  • La piel empieza a teñirse de un color azul, blanco o morado.
  • La piel que rodea el yeso o la férula está enrojecida.
  • La extremidad lesionada se inflama con la férula o el yeso puesto.

Todas estas situaciones requieren una atención inmediata de un médico. Dejarlo pasar o esperar a ver si la inflamación, el enrojecimiento o la sensibilidad desaparecen puede derivar en serios problemas.

Si, además de todo esto, aparece la fiebre, un olor fuera de lo común o dolor que no remite con los analgésicos recomendados por el médico, se debe ir a urgencias. Los yesos y férulas no suelen suponer ningún problema. No obstante, es mejor atender a estos aspectos para pedir ayuda lo antes posible si aparecen.


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